Del infierno de los pobres está hecho el paraíso de los ricos

Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO

Dado el último acto del Ministerio Público, solicitando antejuicios a diestra y siniestra, con particular dedicatoria a la Corte de Constitucionalidad, uno bien puede preguntarse ¿quién gobierna el país?

Con un presidente que literalmente bajó los brazos ante la pandemia, dejando al país en un soberano caos. La desorganización es tal que se limita tanto a la población de municipios donde apenas se han aplicado 0.04 pruebas por cien mil habitantes como a la que se le aplicaron 0.90 pruebas por el mismo número de habitantes. Un proceder absurdo que castiga fieramente a los habitantes de municipios pobres, pero, de manera irresponsable y casi criminal, se liberan actividades en los municipios donde el gran capital tiene sus principales intereses.

El mismo presidente que dijo que llegaba con un plan de gobierno «fríamente calculado» para hacer crecer la economía, pero que ya ha cambiado cuatro ministros y, tratando de imponer su agenda sin entender que por él votaron menos de dos electores por cada diez, no da muestras de saber cómo gerenciar el país.

Si antes, con gestos duros, el presidente afirmaba que mandaría de paseo al embajador que en 2019 residió más tiempo en Guatemala que en el país donde supuestamente nos representa, ahora, de manera pública y abierta, sale a defender al hijo acusado de varios delitos dentro y fuera del país, pero que el Ministerio de Gobernación parece atado y la Policía no hace el mínimo esfuerzo por dar con su paradero y ejecutar la orden de detención. De aquellos desplantes de inicio de período hemos caído en un embajador atornillado en el puesto y un hijo que parece gozar de la protección y cuidado de la PNC y agencias nacionales de investigación, tal y como sucede con el excandidato presidencial Estuardo Galdámez, a quienes todo el mundo ve, menos la Policía.

Evidentemente, luego de seis meses en el cargo, está más que claro que el señor Alejandro Giammattei habla, grita, viaja, firma documentos y cobra un jugoso sueldo, pero no gobierna. El transporte público, detenido a causa de la crisis sanitaria, no puede funcionar porque durante estos seis meses no se elaboró una estrategia seria para su puesta en marcha. La salud pública se la imagina engalanada con hospitales gigantes, sin que se tenga un plan claro de inversión para hacer eficiente la atención primaria.

Como se evidenció para la presentación del ineficiente sistema de alerta ante la pandemia, quien orienta y define las políticas de salud es el ministro de Economía, peón activo de los grandes grupos económicos. Pero desde ese Ministerio no hay, al menos, insinuaciones de apoyar efectiva y sistemáticamente a la pequeña y mediana empresa, cuando la crisis sanitaria está llevando a la quiebra a cientos de ciudadanos que, dispuestos a aportar, han sacrificado todas sus economías para salvar sus pequeños emprendimientos.

Con el «sálvese el que pueda», el Gobierno ha dejado de lado la ropa de faena y se ha engalanado con los trajes de demagógicas festividades, inaugurando obras sin concluir y anunciando futuros emprendimientos de los que no hay mas razón que los decires presidenciales.

Siguiendo la más que atrasada cartilla anticomunista, se dispone a clausurar todo espacio que estimule la paz y el diálogo, apostando en la debilidad de las fuerzas progresistas para imponer, de nuevo, un régimen de corrupción, explotación y silencio.

El Gobierno no gobierna. Sigue simplemente las directrices emanadas, cada vez con menos recato, desde las oficinas de los grandes capitales, mismas que redactan y publican las dirigencias de las cámaras empresariales.

De esa cuenta, como ellos quieren que sus industrias y comercios funcionen, el Gobierno se las ingenia para que, aún estando en situación sanitaria crítica, los trabajadores tengan que laborar sin la más mínima protección del poder público, constituido, precisamente, para protegerles.

Como a ellos les estorba la escasa institucionalidad que tras los Acuerdos de Paz se estableció para consolidarla, para complacerles, se cierran y clausuran todos los esfuerzos aún existentes. Y, cómo desde sus protocolos de sobrevivencia patriarcal estorban instancias que, al menos mínimamente, protegen y estimulan el desarrollo de la mujer trabajadora, la limitada Secretaría de la Mujer es eliminada.

No aparecen estas cuestiones en el superficial y demagógico plan de gobierno presentado cuando candidato, pero como las órdenes vienen «del edificio de la zona 4», el gobernante las acata y ejecuta sin chistar.

Y ellos ya no solo ordenan y deciden la agenda gubernamental, tal es el desquiciamiento de la institucional que la jefa del Ministerio Público, en un acto irresponsable, dispuso ahorcar a la Corte de Constitucionalidad, dejando así la vía libre para que lo más nefasto del Congreso nos imponga, no solo una nueva Corte Suprema de Justicia cargada de cómplices de delincuentes, sino, anulada, tengan los grandes capitales nuevamente bajo sus pies a los próximos magistrados de la máxima Corte del país.

No ganaron elecciones, pero financiaron a los candidatos y, aunque los acusen de corruptos, tienen listos los sobres para aceitar sus manos y conseguir que les aprueben lo que se les antoja.


Fotografía tomada de Diario de Centro América.

Virgilio Álvarez Aragón

Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.

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