Del Anthropopithecus al Pithecanthropus (I)

Vinicio Barrientos Carles | Para no extinguirnos / EPISTEME

Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
Friedrich Nietzsche


Nuestra frase inicial pinta muy bien las discusiones que se tenían a finales del siglo XIX sobre los posibles orígenes del ser humano, esto es, desde un punto de vista estrictamente biológico. Cabe mencionar que F. Nietzsche es uno de los filósofos más influyentes en el pensamiento occidental del siglo XX, abriendo sendos espacios para exponentes filosóficos posmodernistas de la talla de M. Heidegger, M. Foucault, J. Derrida y G. Deleuze, por citar unos cuantos. Y es que antes de Nietzsche fue C. Darwin, y antes de él J. B. Lamarck, y un poco antes C. Linneo. En un poco más de un siglo se había abierto el espacio para la trascendente discusión al respecto del origen del hombre. Esto, en esencia, marcaba el apoteósico fin de la Modernidad, para dar paso a lo contemporáneo.

En esta interesantísima travesía, el primer paso lo dio el botánico y naturalista sueco, Carlos Linneo, quien a pesar de ser fijista, defensor y fehaciente creyente del creacionismo bíblico, dio un salto inconmensurable al incluir en su clasificación taxonómica al ser humano, como un animal más en la naturaleza que tanto le asombraba. No le quedaba de otra, pues como científico riguroso debía clasificar al ser humano en algún taxón, incluyéndolo obviamente como parte constitutiva del reino animal. Así, Linneo consideró el orden de los Primates, en donde se encontraban todos los monos, incluyendo a los simios antropoides (que pronto fueron denominados antropomorfos) y al hombre mismo, denominándole Homo sapiens, como aún se conserva al día de hoy. Sin embargo, cabe observar que nuestra especie era la única perteneciente al género Homo y también la única en la familia Hominidae. Esto ha ido cambiando al respecto, e invito al lector a revisar estos cambios anteriormente tratados.

Imágenes tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

En esta caminata, el siguiente paso lo dio el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, padre del término biología, y destacado científico, a quien debemos el genial aporte de la primera teoría evolutiva de las especies. Como hemos comentado, aunque no fue comprendido en su época, profundas revisiones de sus ideas lo han traído a colación en los avances epigenéticos del siglo XXI. El tercer paso, el más conocido, se dio cuando Charles Darwin publica su difundida obra El origen de las especies, con la cual se asesta el golpe definitivo a la precedente teoría fijista, dando paso a la teoría evolutiva, firmemente aceptada en la actualidad. El fijismo afirmaba que los organismos biológicos habían permanecido invariables, desde un primer momento hasta el día de hoy, con la posible extinción de algunos de ellos, tal era el caso de los denominados «antediluvianos», como se solía nombrar a los dinosaurios y a otras creaturas anteriores al diluvio, relatado en la cultura sumeria, hace casi cinco mil años.

Con este breve relato, en donde he citado a los principales exponentes, deseo expresar lo ardua que ha sido la lucha que se ha librado para llegar al estado actual de la antropología física (o biológica), y en particular el estado del arte de la paleoantropología. En términos muy generales, contravenir la idea de que la humanidad es un capítulo separado de la naturaleza ha sido verdaderamente difícil, pues el imaginario humano, observable en distintas cosmovisiones, representa al ser humano como el pináculo de la obra llevada a cabo por los creadores del universo. Este antropocentrismo llegó a tales extremos que llevó a contraponer al ser humano con la misma naturaleza, su madre, como si la humanidad no formara parte de ella y si de ella no hubiese provenido. Así, hablar del parentesco entre los denominados monos y los hombres no podría sino haberse transformado en tremenda y radical controversia, de la cual podemos observar aún algunas secuelas, perceptibles en sectores muy conservadores, quienes todavía, a estas alturas del partido, niegan la evolución, porque la consideran contraria y peligrosamente herética al trasfondo hermenéutico que subyace en los mitos creacionistas, como es el caso de las religiones abrahámicas, fundamentadas en el primer libro de la Tanaj.

Respecto a la paleoantropología, (del griego, παλαιός-paleos: antiguo; άνθρωπος-anthropos: ser humano; y λογος-logos: conocimiento), la Wikipedia describe:

es la rama de la antropología física y de la paleobiología que se ocupa del estudio de la evolución humana y de su registro fósil, en otras palabras de los homínidos antiguos. A veces, también es identificada como paleontología humana.

En esta definición aparece el término homínido, cuyo significado ha ido cambiando aceleradamente en el último siglo. Hoy en día, si se quiere hablar del ser humano y sus parientes más cercanos, se deberá utilizar el término homínino, taxón correspondiente a una tribu (equivalente a infrafamilia), que a su vez contiene dos subtribus: la Panina (género Pan, los chimpancés) y la Hominina (que contiene a los géneros más «humanos»).

Respecto a los humanos más cercanos, en el tiempo y filogenéticamente hablando (género Homo), hemos apuntado anteriormente que se estima que el Neandertal y el homínino de Denísova se separaron hace unos 600 000 o 700 000 años, habiendo determinado en la secuenciación del genoma denisovano una presencia de 17 % del ADN neandertalense. Todas estas cuantificaciones genómicas indican que existió, durante ciertos períodos prolongados de tiempo (del orden de varios miles de años), un cruce de hibridación sostenida entre las especies, aunque todo pareciera indicar que la hibridación concluyó cerca de los 40 000 a. C. En particular existe una seria discusión sobre si la distancia entre el Neandertal, el hombre de Denisova y el hombre moderno es a nivel de la especie o de la subespecie, cabalmente por el tema de la estabilidad reproductiva de la descendencia. Todos los seres humanos actuales tenemos un distinto porcentaje de genética neandertalense y denisovana, y se ha encontrado que algunas debilidades fisiológicas proceden de esta hibridación (siendo el caso de la diabetes mellitus, o diabetes tipo II, un claro ejemplo).

Imagen tomada de gAZeta, editada por Vinicio Barrientos Carles.

Por detalles como los citados, no cabe la menor duda de que estos temas de la paleoantropología resultan tremendamente interesantes por sí mismos, porque refieren, por un lado, a la vieja consideración de nuestra distancia con los monos antropomorfos, ahora denominados simios, y por el otro, la claridad emergente sobre nuestros antepasados más cercanos, ya que ha salido a la luz nuestra coexistencia con otras especies «humanas» ahora extintas. En este sentido, las nuevas luces de la filogenética contemporánea, incluyendo las sofisticadas técnicas de comparación en los genomas correspondientes mediante herramientas computacionales especiales, han ido esclareciendo algunos aspectos que antes solo podían plantearse a nivel de conjeturas, por lo que, a este ritmo de avances, prontamente muchas teorías serán dilucidadas.

Finalmente queremos insistir en el craso error de cualquier concepción evolutiva lineal, equivocación subyacente en frases como la del epígrafe, cuando de manera impropia se expresaba que «el hombre desciende del mono». La imagen última muestra los cuatro grandes géneros identificados como nodos en el árbol antropológico de nuestra subtribu Hominina, de los cuales estaremos hablando en la segunda parte, explicando el significado del título de este artículo.

Imagen tomada de gAZeta, editada por Vinicio Barrientos Carles.


Imágenes principales tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

Episteme

Correo: viniciobarrientosc@gmail.com

0 Commentarios

Dejar un comentario