Déficit fiscal, el eterno problema que no quieren resolver

-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO

Si en la familia hay un problema de que el gasto supera los ingresos (o sea, hay un déficit), ¿por qué solamente hay que reducir el gasto?, y menos en esos casos en que este es básico, es necesario, es vital. Si los padres comunican a sus hijos esa trágica noticia de que estamos quebrados, surgirán alternativas, (1) ¿en qué debemos gastar menos?, (2) qué podemos vender?, (3) y por supuesto, ¿cómo vamos a aumentar los ingresos? Si después de llegar a un punto de «inflexión» y aún perdura el déficit, no queda más que utilizar el crédito a mediano y largo plazo para solventar la crisis, incluso, si viviéramos en una sociedad más solidaria, más justa, existirían formas de intervenir la familia y buscar soluciones conjuntas. El mismo marco legal de intervención judicial de una familia, implica congelar créditos sin acumulación de intereses en el sistema financiero, subsidios y otras formas. Similar a las intervenciones judiciales a empresas en situaciones de quiebra.

Al final, la familia llega a un punto de inflexión, donde ya no se puede «jalar más el rabo a la ternera». Ese punto al cual se llegó, podría darse luego de que por ejemplo se hayan tomado decisiones como vender el carro, o cambiarlo por un modelo más viejo, o alquilar una habitación, o hacer una venta de garaje para pagar algunas deudas, entre otras cosas. En cuanto al gasto, dejar de consumir ciertos bienes y servicios suntuarios, cambiar de proveedores, menos viajes, menos consumo de electricidad y en términos generales reducir el gasto. En lo que se refiere a ingresos, incorporar al mercado laboral al hijo o hija mayor, o a la esposa en caso de que no esté incorporada y finalmente utilizar como alternativa el crédito a largo plazo, refundiendo créditos de corto plazo.

Para comprender el problema de déficit fiscal, solamente imaginemos la situación familiar que se ha expuesto anteriormente. El déficit fiscal es simplemente una situación en la que el gasto es mayor que el ingreso, y que se complica cuando no se toman medidas de disciplina fiscal y se permite que año tras año la diferencia sea cada vez mayor. Un Gobierno puede tomar dos soluciones extremas para reducir el déficit fiscal, la primera es por el lado del gasto, simplemente se decide (con el correspondiente trámite legislativo) reducir al máximo el gasto: en educación, en salud, en seguridad social, en seguridad ciudadana, en infraestructura etcétera, etcétera. Lo cual provocaría un caos social. Es pretender que la ecuación Y-G sea igual a cero, solamente gastando menos (Y son ingresos y G son gastos, del Gobierno). En segundo lugar, una solución extrema es eliminar el déficit fiscal incrementando los ingresos del Gobierno. Prácticamente incrementando los impuestos hasta el punto de que Y-G sea cero. Impuestos sobre la renta, sobre el consumo, sobre las exportaciones etcétera, etcétera. También se daría un caos, los sectores afectados protestarían, porque les están quitando ingresos provenientes de salarios, de pensiones de las utilidades por medio de los impuestos.

Estas son alternativas extremas, lo ideal es una combinación óptima de reducción del gasto e incremento de ingresos. Lamentablemente, el discurso dominante solo considera el gasto como la causa, y evade lo relativo a la necesidad de ingresos frescos, de mejoramiento en el sistema de cobros de impuestos y en políticas tributarias progresivas. La derecha, basada en las políticas económicas neoliberales, es consecuente con sus planteamientos de minimizar el gasto. Para la derecha el Estado debe cumplir exclusivamente las funciones que la empresa privada no puede cumplir; tales como educación básica dirigida a las masas para que enseñen las operaciones básicas matemáticas, leer y escribir, para contar en el mercado con una fuerza de trabajo capacitada específicamente en eso, más allá la educación debe tener un precio y la actividad privada puede cubrir ese servicio, igual con la salud y la seguridad pública y la asistencia a sectores que por diferentes razones se encuentran incapacitados para laborar, ni siquiera incluye a las personas de tercera edad, dado que se supone que ellos han generado ingresos a través del sistema de pensiones, para mantenerse cuando se jubilan.

Pensar que solo el gasto es la causa, es una posición mezquina. Toda la maquinaria mediática se dirige a lo largo de cada uno de los días del año, a atacar el problema del déficit fiscal. La pobreza, el desempleo, la inseguridad ciudadana pasan a un segundo plano. El problema es el déficit fiscal repiten sin cesar, y ese déficit fiscal se debe al gasto enorme y gigantesco del Estado. Nunca se refieren a que deben incrementarse los ingresos. Por eso los grandes empresarios, las cámaras patronales y la prensa como instrumento, no quieren líderes en la Presidencia, quieren títeres. Como dicen los mexicanos, quieren pendejos.

Por supuesto que hay mucho que discutir sobre los gastos del Gobierno y sus instituciones autónomas. Las pensiones de lujo, los viajes, las flotillas de autos, los altos salarios de jerarcas y muchas otras cosas más, pero no pueden ponerse en juego aquellos gastos que resuelven necesidades de sectores oprimidos, o gastos en salud, educación, vivienda, subsidio a servicios básicos como el agua y la energía eléctrica, la seguridad ciudadana, la infraestructura del país. Claro, los grandes empresarios, y por supuesto las transnacionales dirían que eso lo pueden hacer ellos, pero ahí entraría el libre juego de mercado y al final resulta que el que no tiene se sale del mercado y el resultado final sería una mayor y gigantesca brecha social.

¿Qué sucede con los ingresos del Gobierno? En Costa Rica, básicamente son los impuestos. Más de 90.0 % corresponden a impuestos. Y de ellos más de una tercera parte corresponde a impuestos sobre la renta y las utilidades, o sea son impuestos directos y otra tercera parte corresponde a impuestos sobre las ventas, indirectos. De modo que las decisiones que se tomen en este campo, van a afectar de mayor forma a asalariados y consumidores. Solamente una reestructuración del sistema impositivo, provocando que paguen más los estratos económicos más altos, o sea, un sistema más progresivo, y eso no lo van a permitir los sectores dominantes de la economía. Más fácil aumentar el impuesto de ventas, que ponerse a revisar los impuestos a las utilidades, donde los grandes empresarios amenazarán con retirar sus empresas, a quejarse de los desincentivos a la producción y todas esas expresiones de dolor que suelen aparecer a diario en la prensa. Un punto porcentual en el impuesto de ventas, implica más de 7.0 % de incremento en el rubro de ingresos por dicho concepto.

No es nada complejo este asunto. Simplemente se trata de quién financia el gasto del Estado, si los que más tienen y reciben o los que menos tienen y reciben. Pero los que más tienen y reciben tienen sus escudos de protección: la prensa, sus aportes a las campañas electorales y sus contactos en las diferentes esferas de Gobierno. Los que menos tienen y reciben, tienen su voto, pero muchos como ovejas llegan a las urnas electorales atontados por los medios.

Ante la acumulación del déficit fiscal y la incapacidad de los gobiernos de turnos por evitarlo, vienen otros problemas derivados, la deuda interna, la inflación, el paso de la deuda interna a la externa y la devaluación, temas que discutiremos en otros momentos.

Los impuestos que se aplican y que justamente deben proporcionar los ingresos adecuados al Estado, no llegan en su totalidad a las arcas de Gobierno, dos elementos son considerados, uno es la evasión fiscal, donde millones no llegan a su destino por ocultar ingresos o a través de argumentos ilícitos dejar de pagar lo que corresponde, o la elusión fiscal, donde se usan mecanismos técnicos y legales para buscar oportunidades y abrir portillos para minimizar el pago de los impuestos. Ni el consumidor, ni el asalariado pueden utilizar estos mecanismos, dado que el impuesto se aplica directamente.

Finalmente, se ha señalado que el déficit fiscal es un problema de muchos años atrás, treinta, cuarenta años. Los ingresos crecen muy lentamente, hay incapacidad para cobrar y para aplicar debidamente los impuestos y por otro lado los gastos crecen aceleradamente, si por ahí no hay soluciones planificadas, se terminará perjudicando a quienes nada tienen que ver en este banquete.

Nuestro país acaba de aprobar una vía rápida para hacer los ajustes fiscales, se han aprovechado de una coyuntura electoral previo a la segunda ronda electoral, esto puede tener ese alto costo para muchos sectores, debido a que el Gobierno, haciendo concesiones políticas, ha colaborado en que se resuelva lo que durante 4 años no tuvo el valor de resolver.


Ilustración por Fernando Zúñiga Umaña.

Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.

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