De tambores y el rechazo a pensar

Edgar Barillas | Arte/cultura / RE-CONTRACAMPO

Primera parte

Rataplán, rataplán, plan plan. Suenan los tambores y, llevando el ritmo, niños, niñas y jóvenes desfilan con gallardía y quién sabe si todos con entusiasmo. Abre una banda militar y atrás marchan las escuelas de niñas (Escuela Nacional de Niñas Miguel García Granados, Escuela Nacional de Niñas Mariano Gálvez), las maestras en formación (Instituto Normal Central de Señoritas), todas con sus uniformes nuevos o al menos recién planchados. Los niños de las escuelas públicas también marchan al compás del monótono sonar de las percusiones (Escuela Nacional de Varones Alberto Mejía); llama la atención que van con un traje a rallas, pero alguno lleva el ritmo con sus pies descalzos. Resumando elegancia y blancura en la tez, también pasan orondas las niñas y jóvenes de colegios privados (Sagrado Corazón, Colegio Europeo).

Con gallardía (así dicen los perifoneadores) marchan los muchachos con sus guerreras azules, pantalones blancos y quepis con con borlas coloridas; llevan fusiles de madera al hombro, como queriendo decir que están prestos a defender la soberanía nacional hasta con las armas, si fuera necesario. Otras filas de niños desfilantes visten como exploradores, con su sombrero a lo Baden-Powell y sus botas brillantes. Adolescentes y jóvenes visten como guardias rurales, con uniforme militar, corbata, sombrero texano y arma al hombro. También pasa el desfile de bicicletas luciendo los colores patrios en los aros del vehículo, «en un despliege de patriotismo». Soldados de infantería y caballería dan brillo a la parada. En las aceras se aglomera el pueblo que también vibra al observar el derroche de civismo, según se dice; los parroquianos lucen traje como corresponde a una fecha tan especial.

El desfile de este 15 de septiembre pasa frente a Casa Presidencial (sexta avenida y quinta calle) y los camarógrafos de la Tipografía Nacional están ahí para registrar el saludo a un gobernante que no aparece en el cuadro. Rataplán, rataplán, plan plan.

Segunda parte

Los actos se inician en Hipódromo del Norte; el director de la Banda Sinfónica Marcial está de pie sobre una pequeña tarima
, para que las notas patrióticas hagan henchir los pechos. Bajo el alero del majestuoso templo de Minerva está el héroe nacional, el presidente Jorge Ubico; recibe el saludo respetuoso del distinguido Cuerpo Diplomático (chaqué, como indica el protocolo y la etiqueta) y la reverencia salamera de los altos funcionarios del Gobierno. El gobernante luce uniforme de gala en donde no pueden faltar el guante blanco que sostiene el sable, ni la inmaculada banda presidencial que indica que estamos ante una persona superior, representante nada más y nada menos que de todos los habitantes del país. La guerrera, con sus botones hasta el cuello y sus brillantes charreteras, luce medallas para remarcar la importancia del personaje. Se inician los discursos. El héroe ya ha ocupado su sitial de honor (una mesa coronada con el pabellón nacional), rodeado de sus secretarios de Estado y escucha displicente. Antes de que llegue el desfile, el Primer Mandatario de la Nación abandona el lugar, rodeado del boato correspondiente.

Tercera parte

Llega el desfile al Hipódromo del Norte, rataplán, rataplán, plan plan; y con él las bicicletas, los caballos, los sables, los fusiles, la infantería, las escuelas, los institutos, los colegios; es el civismo que marcha al ritmo del tambor y de unas estridentes trompetas. Luego vienen la ginmasia rítmica y las demostraciones de los atletas. Todo en homenaje a la Patria, que se merece lo mejor de sus hijos e hijas. La formación cívica convertida en rataplán, rataplán, plan plan; no importa que no haya debate, análisis, pensamiento crítico, porque hay tambores y trompetas; no importan los meses para aprender a marchar, recibir instrucciones, mantener el orden, obtener el valor de obedecer y no deliberar; aquí no valen las individualidades porque hay que mantener la uniformidad en el vestir, en el marchar, en el saludar, en el pensar. ¡Viva la Patria! Rataplán, rataplán, plan plan.


Película de la Tipografía Nacional, tres rollos, 15 de septiembre de 1932.

Edgar Barillas

Guatemalteco, historiador del cine en Guatemala, investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Re-contracampo

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