Los concursos de belleza son populares en todas las culturas y geografías. Los hay para ferias, donde el motivo puede ser el santo patrono, vírgenes o simplemente la exhibición y comercio de los mejores sementales, generalmente caballos y toros. Las hay en los pueblos simples y sin más fiesta que sus ferias, como en ciudades grandes donde se encuentran productores de toda una región y necesitan de la belleza femenina para adornar y engalanar sus celebraciones. La tosquedad masculina quedaría totalmente falta de interés sin la presencia femenina, que en todos estos casos es viva, alegre y llena de sensualidad, así recubran a las candidatas y ganadoras con trajes de fiesta, o atavíos de pueblos ancestrales.
En las ciudades y culturas donde se celebra el carnaval, también se escogen reinas para presidir los desfiles y bailes, y existen también los marcadamente comerciales, los que más público y concursantes atraen, donde sin mayor pretexto se pretende escoger a la supuestamente más bella de las concursantes, exigiéndose hipócrita y conservadoramente que aparenten al máximo ser “señoritas”. En las últimas décadas también se han popularizado los que enfatizan en una sola parte del cuerpo femenino, sobresaliendo los que dicen premiar a la miss bumbum, que en buen castellano sería “señorita nalgas”, aunque en estos casos lo de señorita solo quede en el anglicismo.
Se les corona y premia de distintas maneras, existiendo en algunos casos la cursi tradición de salutaciones a cargo del ganador del concurso de poesía, realizado junto con la selección de la reina.
Los concursos de belleza tienen sus defensores y detractores. Se dice que a las mujeres se les usa simplemente como objetos o como adorno, llegando algunos a considerar a las participantes como faltas de inteligencia y contrarias a las luchas de movimientos feministas. Para enfrentar esa crítica, además de exigirles desfilar con mucha y poca ropa, los organizadores han dispuesto realizar entrevistas públicas o privadas sobre cultura general o cuestiones de actualidad, aspectos que, al final de cuentas, apenas si cuentan para seleccionar a la ganadora, pero que intentan aplacar un poco esas críticas. El enmascaramiento llega a tal grado que en Miss Universo, del mister Trump, se dice que debe ser bella e inteligente.
Sentirse y saberse bella y hermosa, y ser admirada por ello, para muchos parece ser algo que, hipócritamente, no debería ser considerado, y la mujer que se juzgue así, simplemente debería esconder esos atributos y evitar ostentarlos, so pena de ser juzgada ligera o hasta prostituta. Pero resulta que a los seres humanos nos gusta vernos bien y, en algunos casos, hacer valer determinados atributos físicos que, consideramos, son apreciados y admirados por los demás. Nuestra belleza está siempre acompañada de sensualidad, es decir, de interés por el placer del cuerpo y no, como suele imaginarse, para despertar en el otro el deseo de poseernos. La mujer se engalana y embellece para ella, y cuando participa en estos certámenes lo hace para satisfacer su vanidad, como lo hace cualquier competidor en todas las justas establecidas, sean deportivas, artísticas o científicas. Se participa para ganar y, de no lograrlo, como sucede en toda competencia, hay un período en el que se rumia la frustración y el desconsuelo.
Las jóvenes, y ahora muchas ya no muy jóvenes, que se deciden por participar en esos eventos no lo hacen para parecer más inteligentes, informadas, cultas o actualizadas que las otras. Quieren hacer valer sus atributos físicos, demostrar que en ese aspecto son mejores que las demás. Pero no son, como muchos pretenden hacer creer, competencias por y para el macho, sino producto del simple y llano interés por saberse admirada, por hombres y mujeres, al poseer los atributos que dentro de su grupo se consideren bellos y atrayentes. Si el organizador pretende otra cosa, es porque al final de cuentas no ha conseguido entender un ápice de la mentalidad femenina.
Cuidar el cuerpo para mostrarlo no es una cuestión que nos atraiga a todas, pero las hay y tienen sus concretas y personales razones. Les gusta ser vistas y reconocidas, como a las deportistas, cantantes populares, actrices, poetisas y escritoras. Como estas, quieren ganar, poniendo todo su empeño en conseguirlo, y en no raras ocasiones usan esos minutos de fama para, como miss bumbum 2017, lanzar un grito de resistencia o de posicionamiento político.
Algunas hacen del modelaje su profesión, y aportan su cuerpo y rostros para anunciar de ropa íntima a bebidas alcohólicas, de llantas para carro a materiales de construcción. Sin declararlo ni comprenderlo, la industria de la propaganda necesita de mujeres para humanizar sus productos, humanización que se concretiza aún más con la sensualidad femenina. Una llanta sola no dice nada, pero acompañada de un bello rostro o un lindo cuerpo femenino adquiere la terrenalidad y humanidad que el producto por sí mismo no posee.
En cualquier sociedad no hay fiesta, celebración ni vida pública sin nosotras, y si algunas se disponen a engalanar las fiestas, ser el rostro y cuerpo supuestamente bello y hermoso que da color y vida al evento es porque, al final de cuentas, hay quienes lo disfrutan, y otorgan a participantes y ganadoras el momento de fama y alegría intensamente procurado.
Ellas lo hacen para ellas, aunque buena parte del público masculino, ingenuamente, llegue a creer que es a ellos en lo individual a quienes dedican sus requiebres y sensualidades.
Fotografía proporcionada por Ju Fagundes.
Ju Fagundes

Estudiante universitaria, con carreras sin concluir. Aprendiz permanente. Viajera curiosa. Dueña de mi vida y mi cuerpo. Amante del sol, la playa, el cine y la poesía.
3 Commentarios
Estimada Ju,
Leí tu artículo y en lo personal, estoy en total desacuerdo contigo. Para dar solo algunos argumentos: uno, porque estos concursos solo refuerzan el hecho que los cuerpos de las mujeres uno) deben de responder a canones de belleza completamente artificiales y subjetivos que estas chicas concursantes solo alcanzan en base a grandes sacrificios y sufrimientos (dieta super estricta, cirugías plásticas, medicación, etc.) así que no contribuyen en nada a la salud ni física ni mental de estas jóvenes; dos) refuerzan la objetivazión de los cuerpos de las mujeres 3) contribuyen a la hipersexualización de los cuerpos de las mujeres, teniendo como consecuencia por ejemplo que se realicen concursos de ‘belleza’ de niñas pequeñas donde se ven niñas de 8 à 10 años vestidas y actuando como si fueran ya mujeres adultas….En varios países europeos, estos concursos han sido prohibidos y qué bueno!
Cuando dices que la industria de propaganda necesita de mujeres para ‘humanizar’ sus productos, creo que ahí sí que estas completamente equivocada. No utilizan los cuerpos de mujeres para ‘humanizar’ sus productos, sino más bien para “sexualizarlos” a través de la hipersexualización del cuerpo femenino., llegando a abusos graves por parte de algunas marcas como Dolce Gabana donde en una de sus campañas dejan ver a una ‘bella’ mujer siendo violada por varios hombres, legitimando de esa forma las violencias de género. Todo eso en base a esa’ belleza’ que tanto daño está haciendo en mi opinión…
En lo personal, creo que cualquier ser humano, hombre o mujer, quiere sentirse bien en su cuerpo pero no solo el patriarcado ha objetivado e hipersexualizado los cuerpos de las mujeres (y hoy en día cada vez más y más también los cuerpos de los hombres) e ha impuesto un canon de belleza en el cual muy pocas personas logran encajar, teniendo como impacto directo el aumento significativo de trastornos alimenticios como la anorexia en jovencitas, la sobre utilización de cirugías plásticas para nombrar algunos. La mayoría de estos concursos en mi opinión, así como están organizados y en el contexto en el cual se organizan hoy en día, solo contribuyen en mi opinión a reforzar y perpetuar estos procesos dañinos más que contribuyendo al empoderamiento de las mujeres…
Tu planteamiento de que las mujeres que participan en los concursos de belleza en las ferias lo hacen por un deseo de ganar y demostrar que tienen atributos físicos, es muy interesante. Es interesante también el planteamiento de que para algunas mujeres es una oportunidad tanto de exhibir sus atributos (traje de baño), sin ser juzgadas como prostitutas por la sociedad, lo cual muestra a la vez una doble moral en nuestro país. Si la mujer puede caminar en la pasarela de un concurso de belleza por feria patronal, debería por añadidura, poder hacerlo también en su jardín, en el césped de un parque y en una piscina pública. El que un pueblo y una concursante den relevancia a un concurso de belleza, estrictamente desde el factor cuerpo, sin el debido equilibrio del factor intelecto, ya muestra una fotografía muy precisa de lo que hay.
Comparto el escrito. Lo lamentable es que en Guatemala, ahora es una practica casi cotidiana estar haciendo lo mismo en los municipios y cabeceras departamentales para elegir Reina de tal o cual Pueblo Maya!!!
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