¿De qué hablamos cuando hablamos de sexo? (II)

-Matheus Kar / BARTLEBY Y COMPAÑÍA

En la primera parte quedó claro que la relación sexual como finalidad de la interacción social es innegable. Pero el sexo como deseo propio es dudoso. Incluso se puede hablar de la falta de deseo, propiamente dicho, en las relaciones sexuales. Este modelo hollywoodense de ser exitoso (bello, joven, acaudalado, famoso, admirado, «pleno y feliz») causa angustia a los usuarios. El fin de este individuo es el del producto obsoleto, como un electrodoméstico inservible suplantado por un modelo nuevo y con nuevas funciones (o quizá con las mismas). Este individuo «exitoso» pasó su vida entera agradando a los suyos, bajo el yugo de la aprobación, de la opinión manufacturada. Lo mismo sucedió el siglo pasado, con la llegada de la posmodernidad y el New Age, el telescopio social pasó de los empresarios a las celebridades. En la sociedad, los conceptos de éxito cambian, no son metas personales sino la lógica del sistema. Y la lógica del sistema carece de deseo.

Se puede hablar de onanismo social, entendiéndose como el efecto masturbatorio a la vista de unos cuantos. Aquello que solía ser privado ahora se hace en público. La pornografía es producto de esta dinámica. La vida en sociedad, las redes sociales, las bodas televisadas, los reality shows, juicios por televisión o la misa dominical delante de las cámaras: la hipertransparencia y la hipercomunicación. La consigna propuesta por el siglo ha sido «la libertad ante todo». Pero deviene una libertad vigilada, una libertad consensuada. Cualquier desviación ya ha sido comercializada y pensada.

Uno de estos productos acabados y pulidos es la discoteca. Este espacio de «libertad y esparcimiento» ofrece a los jóvenes y no tan jóvenes las mismas ofertas que el supermercado. Sin embargo, el tipo de cambio no es el mismo. La moneda es el prestigio, la aceptación y la condensación de atributos deseables. Lo que quiere decir que un nativo no tiene las mismas posibilidades que un extranjero. Así como en el supermercado los pobres no tienen la misma capacidad de adquisición de los ricos.

Asimismo, otro fenómeno que se comparte es el del rechazo. En el supermercado las compras se racionalizan por un mecanismo de discriminación y conveniencia, tratando de hacer un balance entre calidad y economía. Lo mismo sucede en la discoteca, el cazador hace un balance entre calidad y economía, por lo tanto el modelo debe cumplir los atributos reconocidos como bellos por la sociedad y cierta libertad económica (quizá por eso está tan de moda el concepto de «mujer autosuficiente», ahora el hombre no tiene por qué invertir en su adquisición momentánea). Por otro lado, la mujer goza de mayor prestigio cuantos más hombres rechace. Lo que la coloca en una posición de producto inalcanzable, impagable, restringida a solo aquellos hombres capaces de satisfacerla y pagarla.

Es un ritual nada complicado, el ritual del comercio sexual. Sin embargo, lo verdaderamente importante es el territorio donde se realiza, y no tiene nada que ver con el apareamiento, sino con el juego previo y el cortejo. En su novela Ampliación del campo de batalla, Michel Houellebecq cita el siguiente ejemplo:

Un grupo de jóvenes que están juntos durante toda una tarde, o que se van de vacaciones a Bulgaria. Entre estos jóvenes hay una pareja formada de antemano; llamemos François al chico y Françoise a la chica. […] De una serie de medidas se deduce que Françoise y François pasan cerca de un 37 % del tiempo besándose, tocándose, acariciándose y, en suma, prodigándose signos de la mayor ternura recíproca. Repitamos ahora la experiencia anulando el entorno social antes citado, es decir, que Françoise y François están solos. De inmediato, el porcentaje disminuye a un 17 %.

Más claro no se puede graficar. Para los que crecen bajo esta dinámica se alejan de la frustración y los celos considerablemente. Para los que no, la sociedad los irá desechando y orillando de forma sistemática, gradualizada; al menor intento de flirt la sociedad lo rechazará y regresará a su posición de vergüenza.

El verdadero objetivo de ser exitoso no es hacerse rico, es poseer dinero para adquirir los kits de felicidad y plenitud que la vida nos ofrece. Ganamos dinero en cierto lugar para gastarlo en otra parte. La gran carrera humana se dirige hacia el sexo. Pero no como producto alimenticio, sino como producto gratificante, esencialmente narcisista. Al igual que los gorilas y algunos otros primates que luchan en público por la hembra con la que desean aparearse, lo mismo sucede en la discoteca, los reflectores con luces de colores se encuentran sobre la adolescente más deseada, y aunque no hay un mano a mano o una contienda, si hay cierto conflicto entre los hombres: ¿quién será el primero en ir a hablarle? ¿Con quién se irá a la cama? La posición dominante la define la chica, ella es quien señala al nuevo prototipo de hombre. «No es el placer: es la embriaguez narcisista de la conquista».

No importa cómo se asuma la sexualidad, la subjetividad con que se asume no es un dato natural y originario, ha sido fabricada a través de los siglos, alrededor de múltiples discursos relativos al matrimonio, al adulterio, a la procreación, a la masturbación, a la homosexualidad.

Casi todo ha sido revestido con una fuerte carga libidinal, excepto el sexo, hemos heredado el placer fugaz de la pornografía, del autocomplacimiento a costa del otro. Ni por un momento se busca la satisfacción del otro. Y no es que no sepamos nada del sexo, es que no sabemos nada del amor.


Imagen principal tomada de Simpsons Wiki

Matheus Kar

(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).

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