De Moyuta a Chinautla pasando por la Caja de Pandora

-Edgar Balsells / PUERTAS ABIERTAS

En la edición número 15 de marzo 2016 fue publicado el interesante trabajo de periodismo investigativo titulado La Patrona, el alcalde y la batalla por Moyuta, escrito por las periodistas Cindy Espina y Evelyn Boche, por la Revista Realidad Nacional de IPNUSAC. En el mismo se relata, entre otros eventos, la lucha entre Mayra Verónica Lemus, militante de la Unión Nacional de la Esperanza –UNE–, y el actual alcalde reelecto de Moyuta Carlos Roberto Marroquín Fuentes, nominado por el Partido Líder.

“El quería sacar a toda la competencia del camino para tener el territorio libre”, exclama La Patrona, hermana de Mayra, en entrevista, relatando los motivos de su fatídica muerte, presuntamente a causa de su rivalidad con el alcalde. El control del territorio resulta ser el cometido principal de la disputa, no precisamente para abogar por un desarrollo sostenible del municipio, ni mucho menos de la región, sino el control de las playas para el trasiego de la cocaína a los Estados Unidos. Eso pareciera ser lo que está tras bambalinas.

La Patrona viene de una familia política. Sin mayor profesión ni calificación, en su vida joven administraba una pupusería, siendo su hermano el primero que se lanzó al ruedo, nada más y nada menos que por el Partido Unionista. Como se observa en este breve pasaje, aquí la ideología o los valores son lo que menos cuenta, lo importante es buscar la patente de corso del monopolio electoral nacional, y asociarse en una relación de mutuo beneficio, con el argumento de que se tiene control y hasta cierto punto autoridad, y por ende poder de voto dentro del territorio.

En esta lógica de esquizofrenia distrital, perpetuarse en un Cocode es el primer eslabón, luego pasar al Concejo Municipal o bien competir y reinar en la alcaldía. Más adelante se buscará la Gobernación Departamental, o bien una curul de diputado distrital, siendo que las mancomunidades ayudan a buscar el control de tres o cuatro municipios y buscar el voto distrital, observándose que con números risibles, si se comparan con la escala nacional, varios diputados distritales se han perpetuado en el poder.

En el 2007, Magno Marcel Lemus Pérez, hermano de La Patrona, llegó al poder edilicio, y murió de forma dudosa durante el transcurso de su gestión, siendo comentario generalizado en la región que el clan Lemus Pérez controlaba en buena parte las altas decisiones del Concejo Municipal. Sin embargo, Mayra, hermana de La Patrona fue asesinada luego de la celebración de un desfile hípico, en donde los Lemus exhibieron los bellos ejemplares, símbolo del caciquismo en la política local guatemalteca.

Con un ánimo de curiosidad parecido al mencionado esfuerzo de investigación periodística, en el número de julio de 2008 de la Revista Cuadernos de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca, el arquitecto y doctorando del programa en Guatemala, Gustavo Arnoldo Medrano Osorio publica sendo estudio con poético título: Viaje a Chinautla, encuentros con la mara bajo la sombra del esquisúchil, evidenciando un sorprendente manejo de conocimiento in situ de las familias marginadas de Chinautla, empleando una interesante metodología inductiva de historias de vida de personajes azotados por los fenómenos de la migración y la pobreza, que subsisten bajo el azote de la violencia urbana.

Medrano, quien resulta ser un eslabón vital del clan Medrano, y está enfrentando hoy la amenaza del antejuicio y de las acusaciones de Cicig/MP, relata la susceptibilidad de los vecinos marginales a los ofrecimientos político/electorales, y el entorno de los votantes que simplemente han sostenido la fortuna de él y su familia, que ha operado en Chinautla como la gran familia del crimen y del monopolio de la oferta electoral.

Ambos políticos distritales contrastan con Alvaro Arzú, quien es una especie de Mauricio Macri tropical: nacidos en cuna de oro, sin mucha preparación intelectual, más bien tímidos, pero sedientos del narcisismo ante la plebe, que ante la mediocridad de las propuestas y realizaciones electorales son guiados por el símbolo del deseo aspiracional de las capas pobres y marginadas: ser canche, con pisto y con carácter, aspiración que es exacerbada por los nuevos patrones religiosos actuales, que giran alrededor del éxito y de las realizaciones del consumo conspicuo.

El fenómeno del Unionismo, de la Caja de Pandora y las desviaciones observadas en partidos como UNE y Líder, reflejan esa vital asociación entre el interés nacional y los intereses locales. Y es que la cobertura de nuestros micropartidos, cual empresas de conquista, sería incapaz de cubrir la escala nacional si no existiera esa alianza con los caciques locales, conocedores del medio, con incipientes procesos de acumulación originaria de capital, que están sedientos de una acumulación ampliada, siendo la captura del presupuesto público una de las vías más expeditas, aún a costa de la violencia de todo corte.

Nos encontramos así en las zonas marrones de la democracia tropical, utilizando un término acuñado por el politólogo argentino Guillermo O´Donnell, uno de los más notables sistematizadores de esa dificultosa transición entre los regímenes autoritarios y la democracia electoral.

O´Donnell hace alusión expresa a Guatemala para ejemplificar sus explicaciones sobre las democracias de baja intensidad, en donde predominan las zonas marrones, y por ende el cacicazgo. Se refiere al hecho de que si bien se presentan las formalidades y la fachada democrática, las características de la competición electoral y democrática, aunque aparentemente con presencia de alta participación, en la realidad no lo es, a pesar de que los individuos pueden votar libremente, y el sufragio es regulado por un instituto electoral. Hay una gran diferencia, por ejemplo entre Polonia y Argentina, con respecto a Guatemala y Rumania, afirma O´Donnell.

Se trata entonces de regiones marrones en donde los campesinos, los habitantes de los barrios pobres, los indígenas, las mujeres y demás, muchas veces no logran un trato justo de la justicia, y no se pueden obtener los servicios de los organismos estatales a los que se tiene derecho, y además priva la violencia, erigiéndose los caciques como los mediadores en el liderazgo político, pero adoptando los esquemas de la organización tribal y del clan familiar, buscando ventajas económicas con la captura monopólica del poder. Todo ello nos ha llevado a la crisis final del municipalismo guatemalteco, que ha muerto por la patología de la desviación política.

Edgar Balsells

Doctor en sociología y economista. Representante de la USAC en la Junta Directiva del IGSS. Columnista y docente universitario.

Puertas abiertas

Un Commentario

Gloria Mariela Ocando Gómez 19/11/2017

Como es un reposicionamiento del proceso civilizatorio, la democracia tropical o electoral llamada así por el politólogo argentino, visualiza lo que Fannon decia la zona del ser versus la zona del no ser.

Hay que visibilizar estas asimeteias y formas de intervención disciplinar del Estado para votar el mito de la democracia liberal.

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