-Julia Silvestre / HIJA DE LA HISTERIA–
«Histeria: Del griego ὑστέρα “útero”. Enfermedad nerviosa, crónica, más frecuente en la mujer (…) caracterizada por gran variedad de síntomas, principalmente funcionales y a veces por ataques convulsivos.» Real Academia Española
Desde que tengo conciencia de la condición de género en la que fui formada, me he dado cuenta que cuestionar desde una posición de inferioridad significa que las razones son desvirtuadas por locura, irracionalidad, paranoia… histeria. Esta última, una anomalía en el funcionamiento del “ser femenino” ha sido considerada una enfermedad propia de las mujeres y merecedora para el estudio del psicoanálisis. Hace dos siglos, ser diagnosticada con histeria era sinónimo de confinamiento al manicomio, reducirte a un objeto subnormal y ser estudiada como tal: una cosa sin sentimientos, emociones, pensamiento u opinión. Una forma de opresión hacia las mujeres igual de inhumana que las cacerías de brujas o los genocidios, solamente que esta vez justificada por la ciencia.
Desde las demandas y reivindicaciones del movimiento feminista, se toma el ejemplo de la histeria como una forma de represión hacia las mujeres, específicamente hacia su sexualidad, pero también como un mecanismo de sanción hacia aquellas que se expresaban más allá de este rol al que la sociedad nos relega, silenciosas y sometidas a la voluntad del padre, el esposo, el hermano o el mismo Estado que nos condiciona a ciudadanas tuteladas.
En aras de la reivindicación de aquellas mujeres cuyas ideas de vanguardia han sido reprimidas por una sociedad que privilegió la visión patriarcal por encima de sus aportes y construyó un orden social desigual, en este espacio la histeria toma lugar como ese estado visceral pero a su vez cuestionante y desafiante. Esto permitirá abrir la puerta al análisis crítico de aquellas problemáticas coyunturales que evidencian las falencias de esta modernidad que se disputa entre el mantenimiento de los sistemas de opresión que se apropian de las reivindicaciones para generar discursos consumibles y light, de aquellas apuestas cuya radicalidad consiste en la transformación profunda de dichos sistemas de dominación donde la libertad del ser es posible a través del servicio y compromiso que se construye en comunidad.
La histeria, reivindicada como el estado de lucidez de las mujeres, afirma las complejidades que se construyen alrededor de un mundo empecinado en la represión de lo anormal como mecanismo de dominación y que, aún así, resiste para la creación de discursos que apuesten a la diversidad de sentires y pensares para la acción política crítica y transformadora. Lograr una línea discursiva de este tipo no vendrá de recetas escritas en piedra, sino de cuestionamientos, dudas, delirios, confusiones, agitación, lucidez y exaltación. Bienvenidos y bienvenidas sean al delirio quincenal de la gAZeta.
Imagen de Ulrika Hembjer.
Julia Silvestre

De nombre señorial y actitud irreverente, se propone desde la sociología y el feminismo entender la volatilidad de una Guatemala diversa y altamente caótica sin morir en el intento. No hay respuestas, pero sí cuestionamiento puro y duro con algunos dejos de esperanza.
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