Luis Felipe Arce | Política y sociedad / EL CASO DE HABLAR
El escritor Steven Saylor publicó en el 2006 (Editorial Salamandra) su novela histórica, política y de misterio, titulada Cruzar el Rubicón. Es un relato de intriga al máximo protagonizado por el investigador Gordiano «el Sabueso». Con estilo sobrio, centrado en las descripciones ambientadas de la época, el autor intercambia realidad y ficción, bastante aproximada de los últimos momentos de la República de Roma. Para proteger a su familia arriesga repetidamente la vida y no duda en utilizar cuantos recursos legales o ilegales se le presenten.
Haciendo acopio de un notable conocimiento de las costumbres y mentalidad del pueblo romano. El escritor Saylor nos muestra cómo el comportamiento de los seres humanos reproduce, al paso de los siglos, las mismas ambiciones, cobardías y egoísmos que tanto abundan en los tiempos actuales. La grandeza y el poder en Roma, el sentido del derecho y el valor de las instituciones políticas que, a pesar de todo, no logran impedir las intrigas de los arribistas dispuestos a traicionar sus ideales (¿cuáles?) a cambio de alcanzar el favor de los vencedores.
El Senado Romano, para impedir el paso de tropas procedentes del norte declaró sacrílego y pervertido a todo aquel que con sus legiones o con una sola cohorte pasara el río Rubicón. Sin embargo Julio César, a quien el Senado había rehusado nombrarlo cónsul y quien, por intrigas y difamaciones del cónsul Pompeyo, habían ordenado dejar el mando y licenciar a sus tropas, decidió marchar sobre Roma para derribar a Pompeyo.
Cuando en el año 49 a. C. Julio César llegó a orillas del Rubicón y después de reflexionar acerca del peligro que representaba franquear el lecho del río, decidió vadearlo, diciendo firmemente «Alea jacta est» (la suerte está echada) de sobra sabía que este hecho desataría la «guerra civil» contra Pompeyo. Pero no porque ese río marcara el límite de Italia con el resto de las provincias, sino porque ningún gobernador podía salir, con su ejército, del territorio asignado sin ponerlo en conocimiento de las autoridades superiores que gobernaban los destinos comunes.
Pompeyo, ante el rápido movimiento de su enemigo, huyó de Roma con un numeroso séquito de senadores y aristócratas. Julio César entró triunfante en la capital sin derramar una gota de sangre, persiguió a los fugitivos hasta el mar y marchó a España a combatir a las columnas del ejército opositor.
La delgada línea roja
La historia de la humanidad es como una interminable cadena sin fin, que se repite como el reflejo de un espejo… con renovada frecuencia. Desde el principio de los tiempos hasta nuestro más reciente presente, las decisiones erráticas, antojadizas y acomodotacias de funcionarios públicos y representantes de los intereses nefastos que se mueven entre las sombras al servicio de los poderes paralelos, son los que de verdad toman las decisiones.
Cruzar la delgada línea roja que separa la locura de la cordura se reduce, para los designados a sacar la cara, en un esperado gesto de sumisión y entreguismo que, mucho más temprano que tarde, comenzará a pasarles su abultada factura a un pueblo sumiso, pisoteado y tolerante; protagonista directo de su propio destino.
El pago de facturas y la entrega de la dignidad
Cuando después de participar activamente por más de veinte años en campañas improvisadas e inoperantes y quedar en deuda con innumerables y profesionales financieros de campañas perdidas, por particulares coyunturas de la sucia campaña electoral llegó la oportunidad de triunfar en el nuevo proyecto político producto de unas fraudulentas elecciones, las que cuidadosamente fueron orquestadas por los responsables directos de mantener el estado de cosas imperante.
Se bloqueó la participación de potenciales ganadores, caso Thelma Aldana y, en menor medida, la candidatura de Zury Ríos que de alguna manera habían anticipado una lucha constante y desigual contra el monstruo de las mil cabezas conocido como corrupción. Quedaron en la palestra dos potenciales ganadores. Uno la truculenta, traicionera, oportunista y nada transparente Sandra Torres y dos; el indefinido, iracundo, poco confiable y muy voluble doctor Giammattei.
A mediados de enero del presente año, producto de estas atípicas y muy cuestionadas elecciones, tomó posesión el doctor Alejandro Giammattei. Después de recibir la banda presidencial y comenzar su gestión de gobierno; cruzar su particular río Rubicón… no le llevó demasiado tiempo.
Desde hacerse de la vista gorda para facilitar la toma de posesión de Jimmy Morales como miembro del inoperante Parlacen hasta la negociación con Dios y con el Diablo por la integración de la Junta Directiva del Congreso de la República, mostró, con luz propia, su decisión inquebrantable de alinearse sin restricción alguna a los designios, leyes y directrices de las mafias, el crimen organizado, los poderosos oligopolios, los organizados empresarios y los infaltables cuerpos clandestinos del poder fáctico. Se diseñó una estrategia de cooptación de Cortes, estructuras municipales, diversas manifestaciones de poder local, organismos y ministerios estratégicos, y un encubierto silencio bajo las directrices de una corrupción e impunidad galopante, orquestada por los oscuros señores de negro y de cuello blanco.
Limpiar la mesa
Se procedió con la sostenida y ordenada puesta en escena, ante un público colocado en palco de honor y en primera fila, de un interminable juego de luces y sombras (manejado entre candilejas) por profesionales directores de la venida a menos tragicomedia (corregida y aumentada) de una nueva versión de un enorme circo máximo como el construido en el año 105 d. C. por el primer emperador hispano de Roma, Marco Ulpio Trajano, que pregonaba que
la vida es un enorme circo máximo; siete vueltas, 14 giros y en cada giro nos jugamos la vida… en cada decisión que tomamos o que otros toman por nosotros. Solo que la carrera va tan cerrada que no tenemos casi nunca tiempo para pensar. Pero la victoria en la vida no es para el que llega primero, sino para aquellos que consiguen llegar a la última vuelta, al último giro y sobreviven… pero no sobreviven los mejores… no siempre sobreviven los mejores… este es un mundo injusto pero beneficioso para el que sabe negociar.
Así las cosas, este es el dramático reflejo de una sociedad corrompida, fraudulenta y podrida desde la raíz. Usada, en su propio beneficio, por los interesados en manejar a un titiritero y muy acomodaticio presidente, responsable por mantener inalterable los destinos de todo un pueblo sumiso y contemplativo, que baila la música de la democracia al compás del decadente son que le tocan.
Pero… sin olvidar también que, a cada César le llegan sus «Idus de marzo».
Lobo, es el hombre para el hombre.
Tito Macio Plauto
Fotografía principal tomada de HistoBlog.
Luis Felipe Arce

Guatemalteco. Ingeniero civil, por varios años gerente de Producción para Centroamérica de una importante corporación mundial dedicada a la fabricación de materiales refractarios y aislantes. Actualmente, consultor independiente.
Correo: luisarcef@yahoo.com
2 Commentarios
Muy buena comparación y relación Guichín, como semper, atinado y oportuno.
Desafortunadamente estimado Arturo. A veces la desilusión es buena… te hace poner los pies en la tierra.
Ya lo decía Charles Darwin: «La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia».
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