Carlos Figueroa Ibarra | Política y sociedad / LA TRAVESÍA DEL SALMÓN
El domingo 1 de julio se celebraron las más grandes elecciones realizadas en las últimas décadas en México. Además de las elecciones presidenciales, se realizaron elecciones para gobernador en nueve entidades y también para senadores, diputados federales, diputados locales y presidencias municipales. Fue avasallador el triunfo de Andrés Manuel López Obrador quien fue electo presidente con 53 % de los votos. La coalición Juntos Haremos Historia obtuvo el triunfo en 6 de las nueve gubernaturas en disputa, mayoría en el senado y cámara de diputados. Hoy, una de esas 6 gubernaturas le ha sido escamoteada a Morena y sus aliados. Pese a haber ganado con al menos de 10 puntos de diferencia, al candidato de la referida coalición, Luis Miguel Barbosa, no le ha sido reconocido su triunfo y lo que sale a luz es un fraude evidente. El caso de Puebla fue la nota disonante entre todo lo que ocurrió en México el 1 de julio.
La marea lopezobradorista ocasionó también en Puebla un triunfo extraordinariamente holgado: la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo el triunfo en las dos fórmulas al senado, en 14 de 15 diputaciones federales, 16 de 26 diputaciones locales y en 48 presidencias municipales de la entidad. Morena y sus aliados gobernarán al 60 % de los poblanos. Resulta por ello inverosímil que, aun cuando su candidato a gobernador, Luis Miguel Barbosa, obtuvo en las encuestas de salida una diferencia de 10 puntos a su favor sobre la candidata oficialista, Martha Erika Alonso, al final del conteo esta haya quedado como triunfadora con una diferencia de 4 %. Las cifras del PREP anunciaron que había algo podrido en Dinamarca: según el PREP la participación de votantes para gobernador fue de 67 % y para presidente de 63 %. ¿Cómo explicar entonces que hubo 3 millones de votantes para presidente mientras que para gobernador fue de 2.5 millones? Lo que sucedió fue que el PREP fue alimentado con actas falsas o, inclusive, con datos de casillas que seguían abiertas al momento de cargar sus resultados en el programa.
Los resultados del conteo rápido fueron divulgados con apenas el 73.1 % de la muestra, cuando la diferencia entre el primero y el segundo lugar era mucho menos a la registrada en la elección federal. Más aún, la suciedad de las elecciones en Puebla ha contrastado con lo sucedido en el resto del país. La explicación a ello radica en la presencia en la entidad de un prominente grupo de poder político y económico regional, encabezado por el exgobernador Rafael Moreno Valle, quien pretende perpetuarse en el poder. El proceso electoral poblano, en lo que se refiere a las elecciones a gobernador, estuvo marcado por una dispendiosa campaña oficial financiada con el saqueo de fondos públicos que rebasó los topes de campaña, árbitros electorales que operaron a favor de la candidatura oficial al poner restricciones al número de debates y prohibir hacer alusión a la relación conyugal de Alonso con Moreno Valle. Además hubo control casi absoluto de los medios de comunicación, la mayoría de los cuales se prestaron a las campañas de difamación en contra del candidato opositor. Puebla fue la tercera entidad con más asesinatos políticos en el proceso electoral (11 asesinatos) y el día de la elección ocurrieron 5 asesinatos más. En los días anteriores a la elección fueron detectadas casas en las cuales se compraban votos y credenciales de elector. El domingo 1 de julio, a las 13 horas, cuando el morenovallismo percibió que estaba siendo derrotado, grupos de sicarios salieron a efectuar disparos contra los lugares de votación para desalentar la concurrencia de votantes, se robaron al menos 70 urnas (algunas de las cuales fueron encontradas en una camioneta oficial que volcó en un accidente) y otras más fueron destruidas. También fueron instalados, en diversos puntos del estado, centros de adulteración de resultados (“mapacheras”), lo que se logró capturando las urnas que contenían la votación para gobernador, llenándolas de votos falsos a favor de la candidata oficial y sustituyendo las actas originales de votación por otras que contenían datos alterados. Uno de esos centros de adulteración electoral (llamados “laboratorios electorales”) fue localizado por los simpatizantes de Morena en un hotel de la ciudad de Puebla. Finalmente, el fraude se está consumando con la adulteración de resultados para impedir que Morena y sus aliados sean la mayoría legislativa en la entidad.
He aquí una breve crónica del fraude en Puebla. Resulta por todo ello imposible limpiar la elección. ¿Cómo hacer el recuento de voto por voto y casilla por casilla cuando las urnas para elegir gobernador fueron las que más se demoraron en llegar a los centros de cómputo municipales y distritales? La demora se debió a que tales urnas pasaron por las llamadas mapacheras para ser llenadas de votos espurios. La elección para gobernador en Puebla ha sido desvirtuada, debe ser anulada y el proceso electoral tiene que ser repuesto en una elección extraordinaria.
Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo. Profesor investigador en el Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Actualmente secretario nacional de Derechos Humanos, Comité Ejecutivo Nacional de Morena.
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