Edgar Rosales | Política y sociedad / DEMOCRACIA VERTEBRAL
El viernes escribí en este espacio un artículo que titulé Sometidos por el imperio… entregados por el presidente, en el cual reuní una serie de opiniones de expertos, quienes anticiparon un lamentable corolario: «debemos llegar a la conclusión de que Guatemala será un tercer país seguro, nos guste o no…».
Horas después, una fotografía publicada por las agencias internacionales confirmaba lo esperado: ese día se suscribió en la oficina Oval de la Casa Blanca el Acuerdo de Cooperación respecto al Examen de Solicitudes de Protección. Y ahí vemos a Donald Trump, con su clásico aire de superioridad, colocando sus manos sobre los hombros de dos impresentables. Uno, Kevin McAleenan, su fiel sirviente en la Secretaría de Seguridad Nacional y el otro, un guatemalteco desconocido en su tierra apenas dos años atrás, presunto ministro de Gobernación que responde tanto al nombre de Enrique Degenhart como a los ignominiosos caprichos de su presidente, Jimmy Morales.
Con la noticia se terminaron las dudas y rodaron las máscaras. Morales había actuado como el mentiroso compulsivo que es. El Acuerdo, pese a ser negado, incluso en comunicados oficiales, se venía negociando quién sabe desde cuándo. Y Trump, una vez más demostró que no se anda con rodeos cuando se trata de imponer su divina voluntad. ¿Y nuestro pobre país? Nada, que le tocó volver a jugar el papel de vulgar e inerme instrumento del imperio… como en 1954.
Es difícil determinar cuál de todas las sandeces de Morales causó el peor daño a Guatemala en esta crisis. Y es que ahora no se trató solo de la enésima demostración de su desconocimiento global del cargo que ostenta. Tampoco la confirmación de que la mentira es su método de administración preferido. Sin duda, fue el hecho –tampoco nuevo, pero deleznable por lo reiterativo– de su abierto desafío a las leyes y a la institucionalidad.
Morales, literalmente, se pasó la Constitución de la República por el pandero. Con descaro desafió abiertamente a la Corte de Constitucionalidad (CC), con el peregrino argumento de no sentirse obligado a acatar órdenes emitidas sin base legal. Incurrió en excesos al atribuirse la facultad de interpretar la Carta Magna, algo que solo corresponde a la CC. Y el haber designado al ministro Enrique Degenhart para suscribir el Acuerdo en nombre del Estado de Guatemala, supone una grave usurpación de funciones.
Sin embargo, ni siquiera el delicado arte de mentir es bien practicado por Morales y sus huestes. Mientras el boletín del Gobierno, emitido tras la firma, aseguraba que el plan será aplicado a «personas de nacionalidad salvadoreña y hondureña», el documento, divulgado por Prensa Libre define textualmente: «Solicitud de protección. Significa la solicitud de una persona de cualquier nacionalidad, al gobierno de una de las Partes para recibir protección conforme a sus respectivas obligaciones institucionales…».
Entre esas obligaciones se menciona, por ejemplo, que Guatemala no retornará ni expulsará a solicitantes de protección en Guatemala. Es decir, una vez recibidos los migrantes, aquí se quedarán hasta que Estados Unidos les autorice el ingreso a ese país. Y si no quedaba claro, vea esta cláusula concluyente: «Los Estados Unidos tendrán la decisión final de que una persona satisface los requisitos para una excepción».
Y por si las moscas, los gringos se curaron en salud con otra joya: «Ninguna disposición del presente Acuerdo deberá interpretarse de manera que obligue a las partes a erogar o comprometer fondos». En términos prácticos, Guatemala tendrá que ver cómo se las espanta para mantener a los habitantes de su megacampo de concentración. ¿por qué? Una vez enviados a este territorio, el problema de manutención, salud y otros, será única y exclusivamente nuestro, como premio a la ostentosa calidad de tercer país seguro.
Hay otro párrafo que llama la atención. «El presente Acuerdo entrará en vigor por medio de un canje de notas entre las Partes en el que se indique que cada parte ha cumplido con los procedimientos jurídicos nacionales necesarios para que el Acuerdo entre en vigor».
Es decir, pese a los intentos de Morales de jugarle la vuelta a la Constitución, los gringos han definido las reglas y el Acuerdo deberá ser ratificado por el Congreso guatemalteco o no hay negocio.
Así las cosas, todo parece dolorosamente consumado… excepto por dos acciones esperanzadoras:
1. La vigencia del Acuerdo es de dos años. Esto significa que el próximo gobierno deberá esperar ese tiempo antes de darlo por concluido. En ese sentido, Sandra Torres lleva enorme ventaja, al tener entre sus cuadros a profesionales muy preparados en el tema internacional, como el propio vicepresidenciable Carlos Raúl Morales, el excanciller Haroldo Rodas o el exembajador Byron Escobedo. Alejandro Giammatei propone a un bisoño Pedro Brolo, cuyas capacidades en estas delicadas lides son totalmente desconocidas.
2. Se descarta la efectividad de la oposición popular interna. Puede existir mucha indignación, grandes intenciones de enfrentarse a los gringos y propinarles una buena pencaceada, pero no somos el pueblo vietnamita para hacerles morder el polvo con ardor, ni existen condiciones para una acción capaz de hacer retroceder a los norteamericanos.
Por tanto, la carta que va quedando descansa en las filas del Partido Demócrata. Ellos y nadie más que ellos, pueden denunciar la ilegalidad del Acuerdo suscrito (alegando que se desobedeció lo indicado por la CC en Guatemala). Sabemos que los jueces estadounidenses pueden poner en su lugar a cualquier presidente y, además, a los demócratas les conviene coartar las aspiraciones reeleccionarias de Trump. No se ve otra fórmula.
Así el escenario, estamos viviendo las primeras horas de una pírrica victoria presidencial, un capricho perverso, que causa estupor e indignación. Lo real es que el viernes se consumó una incalificable traición a la patria. ¡Así que, bienvenidos al campo de concentración Guatemala… perdón, a este «tercer país seguro»!
Imagen principal tomada de The Cornell Daily Sun.
Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.
Correo: edgar.rosales1000@gmail.com
2 Commentarios
Indudablemente circular desde la novena avenida hasta la doce avenida de la catorce calle a la diecinueve calle de la zona 1 expandirá su espacio por que es innegable que en esas áreas circulan desde ya hace mucho tiempo una gran cantidad de extranjeros que por su condición se vuelven parásitos de nuestro estado, será un campo minado por que circular de por sí ya era peligroso, y ahora con las pendejadas de nuestro gobierno que más parece una decisión de guizaches (sin ofenderlos por la comparación) el pais entero corre enormes riesgos por la implicación que estos funcionarios generan por sus decisiones, ya lo decía Facundo «Es más peligroso un tonto con iniciativa que un militar armado, y con que no nos chingaran seria suficiente».
Como siempre hace, es un panegírico a su jefa, Sandra Torres Casanova.
También, los dos internacionalistas, Carlos Raúl Morales y Haroldo Rodas, entregaron Belice en definitiva con el acuerdo y después con el protocolo que llevaría el diferendo ante la Corte Internacional de Justicia.
Una vez más, deploro y repudio que sus textos sean arengas partidarias.
Le roba equidad y libertad al periodismo de opinión.
Si fuera un verdadero periodista, podría abordar el verdadero problema: la situación de los migrantes, quienes huyen de la pobreza y la violencia.
Los programas sociales que impulsó Sandra Torres, no aliviaron ni disminuyeron la pobreza
Desde su práctica maternalista, ha fomentado el parasitismo, la imbecilidad de quienes venden su voto por una bolsa de víveres y una holgazanería sin rubor.
Ustedes son una caricatura de socialdemócratas y y tergiversaron los legados de Manuel Colom Argueta.
Pronto empezará el Net Centre par a defenderlo.
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