COVID-19 y Pueblos Indígenas

Carlos Enrique Fuentes Sánchez | Política y sociedad / EL EDUCADOR

Es el lema o nombre que se le dio al Día Internacional de los Pueblos Indígenas en el año 2020. Pretende, como dice el comunicado de la ONU, concientizar sobre la situación de los Pueblos Indígenas en relación a la salud, y en este caso particular a la pandemia; sus formas naturales de defenderse de las enfermedades y su gran vulnerabilidad desde la protección que el Estado debería darles.

Pero la ocasión también abre un espacio para analizar cómo están dicho pueblos, en relación a otros aspectos de la vida diaria. Parecerá el discurso un poco repetitivo, pero es porque las situaciones no han cambiado gran cosa en muchos años. Por el contrario, la pandemia vino a desnudar las inmensas diferencias de atención que el Estado brinda a indígenas y no indígenas, y los niveles de pobreza en que vive la mayoría de los primeros.

Establecer porcentajes veraces y actualizados sería lo ideal, pero los mismos varían de un año a otro. Lo cierto es que, del 44 % de población indígena que vive en Guatemala, la mayoría es pobre o muy pobre, lo que se evidencia en los altos porcentajes de emigración interna y externa que se han observado en los últimos 70 años. Familias completas, padres y seis hijos, emigran a las fincas del sur o del norte del país a cortar caña o café, donde son explotados inmisericordemente o son devueltos, por las políticas de migración, desde México o EE. UU. Los mapas de miseria y hambruna coinciden con los municipios de mayor población indígena, en los cuatro puntos cardinales, pero principalmente en el altiplano occidental. Quienes migran hacia la capital se convierten en los nuevos pobres o más pobres, que terminan en el comercio informal, los espectáculos callejeros o, incluso, en la prostitución o la delincuencia.

Y del aspecto político ni que hablar. De no ser por los municipios de predominancia indígena, no habría ni alcaldes indígenas. Y conste, muchos alcaldes indígenas, ya sin identidad, ladinizados, aplican todas las malas enseñanzas del pueblo mestizo. En cuanto a diputados, los partidos pesan más que la población sobre los diputados indígenas, por lo menos sobre la mayoría, quienes se ven obligados a acatar las órdenes de los empresarios que los llevaron al poder. Siguen siendo pocos los indígenas que llegan a ser gobernadores, diputados o ministros de Estado.

Y todo lo anterior repercute en los aspectos sociales. Salud, sin atender las demandas de las comunidades lejanas porque no hay centros de salud o porque los puestos no están equipados o no tienen personal ni ofrecen servicios en el idioma de la región. Enfermos que deben viajar, como puedan, decenas de kilómetros para recibir algún tipo de atención médica. Miles de partos atendidos por comadronas indígenas en escasas condiciones de higiene. Bebés y niños que, antes de llegar a los seis años, engrosarán las estadísticas de los desnutridos que están por más del 50 % o que, pasados los 6 años de edad, serán explotados como mano de obra barata en las fincas de café, aunque el presidente y los finqueros nieguen que haya trabajo y explotación infantil.

En el derecho educativo tampoco mejora la situación. Si a inicios del año se estaba mal en cobertura, ahora con la pandemia se está peor, porque las guías educativas no llegaron, porque miles de niños indígenas y adolescentes no tienen acceso a la televisión, a una computadora y menos a un teléfono inteligente, porque el dinero que ganan los padres apenas alcanza para la comida. Y, por otro lado, porque la educación no tiene toda la pertinencia cultural necesaria para los pueblos indígenas. A pesar de haber maestros bilingües, la educación sigue siendo monolingüe en castellano y, obviamente, fomentando la cultura ladina o mestiza. La refacción y los libros de texto llegan tarde e incompletos; las escuelas rurales no tienen los estándares mínimos de aprendizaje, etcétera.

Por lo anterior, se puede notar que sigue existiendo discriminación y racismo contra los Pueblos Indígenas. La macrocefalia sigue existiendo y miles de aldeas indígenas siguen abandonadas a su suerte. Las manifestaciones de racismo siguen existiendo de parte de particulares y de funcionarios de Gobierno, como lo demostrado últimamente por el presidente y las amenazas racistas contra líderes y artistas indígenas. Y que no se diga que hay autodiscriminación o racismo inverso, porque esto es falso. Lo que existe es temor de parte del indígena hacia el ladino. Temor de seguir siendo engañado, explotado, humillado.

En fin, el trato hacia los Pueblos Indígenas no ha cambiado gran cosa. A pesar de lo establecido en la Constitución de la República, los Acuerdos de Paz y los convenios internacionales a favor de los Pueblos Indígenas. Es cuestión de educación. En tanto no se comprenda, desde la universidad, el valor de la cultura ancestral indígena, de sus aportes en medicina, en arte, en valores, en respeto a la madre tierra, no habrá cambio en las conductas de convivencia. Por milésima vez se señala que «es el momento de cambiar», de respetar y aceptar la otredad, de valorar a nuestros Pueblos Indígenas, y, por milésima vez la pregunta… ¿está usted dispuesto a cambiar sus criterios respecto a las personas indígenas y vivir con criterios de equidad e interculturalidad?

Cortaron nuestros nuestros frutos, quebraron nuestras ramas,
quemaron nuestros troncos, pero nuestras raíces, siguieron y siguen vivas.


Carlos Enrique Fuentes Sánchez

Pedagogo y Educador, con 40 años de experiencia docente en los diferentes niveles del Sistema Educativo nacional; surgido de los barrios pobres de la Capital pero formado en diferentes departamentos de la republica. participante y decisor en procesos y redacción de documentos de trascendencia en la educación nacional en los últimos años. Asqueado de la historia de injusticia social que vive Guatemala desde la invasión Española, así como de la historia de masacres y crímenes políticos sufridos por la población, aspira a una Guatemala diferente, justa, democrática y humana, a la cual se pueda llegar por medio de una educación popular y revolucionaria, para todos y todas.

El educador

Correo: cfuentes3151@gmail.com

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