Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO
La pandemia ha hecho evidente la necesidad de reformar el sistema agrario. Lo más importante en cada uno de los hogares ha sido el suministro de alimentos, principalmente aquellos que provienen del agro. La actividad agraria en pequeña escala no se ha detenido, las principales zonas generadoras de legumbres, frutas, verduras, carnes, han demostrado la capacidad de suministrar por diferentes medios el alimento en hogares. Algunos pequeños productores han acudido al alquiler de terrenos para sembrar y cosechar diversidad de alimentos.
Manuel es un joven campesino, vive en una pequeña y humilde casa en el campo. Se dedica a sembrar tomate, para ello alquila un terreno y durante la mañana se dedica a sus faenas en el campo, y en la tarde se sienta en el corredor de su casa a vender tomates. Lo empaca en bolsas y los vende a precios muy inferiores a los de un supermercado. Si el terreno fuera mío podría venderlos aún a un mejor precio, dice Manuel. Así trabajan muchos campesinos, limitados por la no tenencia de tierra, mientras grandes propiedades están improductivas y no pagan ningún tipo de impuesto como parte de la riqueza de sus dueños.
Nuestro país ha descuidado la producción agrícola en pequeña y mediana escala, en parte por el consumo de productos importados, los hábitos de consumo de la población y el monocultivo, no obstante, en la pandemia se ha demostrado el papel importante que han jugado los productores agrícolas en el suministro de alimentos en hogares, apoyados por pequeños intermediarios que realizan el trabajo de distribución. Sin embargo, se ha hecho evidente que la concentración de tierra en Costa Rica limita esta actividad agrícola.
Los gobiernos de turno se han dedicado a reducir las posibilidades de los campesinos de contar con un terreno apropiado para su mantenimiento. Se redujo la posibilidad de asignar tierras y se ha obligado al campesino al uso de semillas certificadas, además, se ha dado espacio y condiciones financieras y legales a los productores de monocultivos como la piña, donde grandes extensiones agrícolas son utilizadas para este producto, con el grave problema de la contaminación y la explotación de mano de obra nicaragüense. El sector agrícola se caracteriza por la producción extensiva de café, azúcar, melón, cítricos y ahora piña, y se ha sacrificado la de alimentos básicos como el arroz, los frijoles, el maíz, las verduras y legumbres, y la variedad de frutas.
La alimentación del pueblo radica en la existencia de diversidad en la producción agrícola, en un país rico en suelos. Pero si no se aplica una reforma agraria que llegue a las zonas rurales de todo el país, seguirán las grandes propiedades improductivas y las enormes extensiones de monocultivos. La mejor evidencia de la poca participación que el Gobierno da a este sector es la invisibilidad del Ministro de Agricultura y su falta de protagonismo dentro del equipo de asesores del presidente.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
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