-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO–
Nacer y vivir en Costa Rica es un privilegio. Contemplar las montañas, las verdes praderas, caminar por senderos de selva tropical, ver la constante lluvia que cae casi todos los meses del año, estar frente a una cristalina playa de arena blanca, todo eso hacen que uno quiera vivir eternamente. Pregunta un amigo, ¿Quién quiere morirse?, si portándose bien o mal, ya estamos en el cielo. También se disfruta en la ciudad, tomar un café, contemplar a la gente, sentarse en cualquier parque, citadino o de pueblo. Me podrían decir que eso se hace en cualquier país, pero el asunto no es así, es algo inexplicable, es el color de las montañas, del cielo, el olor de la tierra, la pureza del aire, su gente, o todas esas cosas combinadas.
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Esos placeres de vivir en Costa Rica se han difundido, el turismo crece notoriamente, siendo el país más visitado de Centroamérica. Para este año hay 7 líneas que vuelan directo de Europa a Costa Rica, y con el bajón de precios en los vuelos, el destino Costa Rica es cada vez más atractivo. Las proyecciones anuales basadas en el primer trimestre de este año muestran que los ingresos por turismo ascienden a $ 3 941 millones, cifra sin precedentes.
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Un amigo chapín nos decía que es un asunto de marketing, ya que en Costa Rica unas cuantas piedras las convierten en un atractivo arqueológico y se llena de turistas, mientras que en Guatemala hay grandes centros arqueológicos y no llega la misma cantidad de turismo. Pero esa no es la explicación, creo que hay un elemento mágico que ronda en el ambiente. Uno podría decir por ejemplo que en México, donde he vivido, hay cierta magia, uno va y pronto quiere venirse, pero al rato quiere volver, a pesar de la contaminación y de la enorme cantidad de gente, eso es inexplicable. En Costa Rica, el asunto es diferente, dado que nadie quiere irse y el que viene quiere quedarse.
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Todos los años vienen estudiantes centroamericanos, que hacen una maestría de un año a tiempo completo en la Universidad Nacional de Costa Rica, se estresan, sienten nostalgia por sus países, extrañan a sus familias, pero al final algunos no quieren irse, incluso manifiestan sus deseos de volver y hasta sus planes de comprar un terreno y venirse a vivir. Probablemente cuando llegan a sus respectivos países la euforia pasa y se rompe la magia, lo cual es lógico, han llegado a su patria.
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Este sentimiento de orgullo y de satisfacción de vivir en este país, me obliga como economista a usar el ceteris paribus, todo lo demás constante. Solo así puedo obviar a los políticos corruptos que hoy pululan y a la creciente delincuencia, pero al final de cuentas, lo mismo ocurre en el resto de países y quizás en mayor grado, por eso es que me permito excluir esas variables para poder expresarme así sobre mi país.
Ilustración: Luvia por Fernando Zúñiga
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
2 Commentarios
Elocuente apreciación sobre nuestro país. Dejando de lado esos «políticos». Mismos que sí son responsables de la criminalidad que campea en Costa Rica, teniendo su origen en la asimetría social, que han creado. Un claro ejemplo de esto, es el «político empresario», que un día dijo: el TLC, (léase libre mercado, libre competencia), hará que los que anden en bicicleta, anden en motocicleta. Los que en motocicleta andarán en Hunday y los que en Hunday andarán en BMW. Falacia de falacias.
Tú pintura potente en color y alegre al golpe de vista,es un buen preámbulo a tu escrito con aires decembrinos:
olor a ciprés; tamal y café negro…
¡FelizNavidad Fernando!
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