-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO–
¡Y mucha cuenta con decir la Verdad¡ Al que la declare virilmente, sin ambages ni rodeos, acúsanle los espíritus entecos
y escépticos de pesimismo. Quiérese mantener la ridícula comedia de un pueblo que finge engañarse respecto a su estado.
Miguel de Unamuno
El proyecto de globalización que se inicia en las dos últimas décadas del siglo pasado es esencialmente económico, lo político era la herramienta requerida para su logro y lo social el resultado del proceso. No se estaba globalizando el bienestar de las mayorías, menos acabar con la pobreza mundial y mucho menos aún hacer del mundo un mejor lugar donde vivir, su esencia era «neoliberalizar» el planeta. Un asunto profundamente económico, fue así como se iniciaron en nuestros países una serie de programa orientados al desmantelamiento del Estado, a establecer equilibrios en las balanzas fiscales, a modernizar el agro y fortalecer la industria y a privatizar aquellos proyectos estatales que, de acuerdo con la teoría neoliberal, solo le competen a la actividad privada. Se movían piezas en cada rincón del mundo. Tenían total claridad de los puntos claves para que el neoliberalismo, paradigma económico aún en vigencia, dominara todas las esferas.
Costa Rica, poco importante dentro de la dinámica económica mundial, era un punto de referencia vital en la región centroamericana, debía «sentar cabeza» y acabar de una vez por todas con su actividad estatal en los sectores financieros, en proyectos sociales y en general dejar de tener un Gobierno protector, paternalista que rompía con los principios neoliberales que se debían fortalecer.
En los inicios de los años ochenta en Costa Rica aún gobernaba Rodrigo Carazo Odio, «cabeza dura» que no compartía en su totalidad las propuestas que la banca mundial y el Gobierno de EE. UU. imponía; a saber, cartas de intenciones que comprometían los proyectos sociales que tanto habían costado históricamente y ajustes estructurales que socavaban el modelo social vigente. Su actitud lo enfrentaba nada más y nada menos que al sistema financiero internacional y al Gobierno de EE. UU. Ese enfrentamiento resultaba en un impedimento para gobernar eficientemente y superar problemas económicos y políticos que afectaban al país, pero además, también estaba en riesgo su vida. El expresidente en su libro, Carazo: tiempo y marcha (EUNED, 1989), narra cómo colocaron una bomba en el tren de aterrizaje del avión en que viajaba junto a su esposa y el canciller de la República, que no logró el objetivo trazado, explotar, y que supuestamente, de acuerdo con estudios técnicos, se cayó antes de aterrizar de manera forzosa. Su Gobierno fue un desastre económico, debido por supuesto al boicot de EE. UU. en complicidad con la banca mundial. Una inflación cercana a 90.0 % y un crecimiento de 500.0 % del precio del dólar en colones. Sin embargo, no cedió a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, expulsándolos del país, argumentando que el país no se vendía.
Su sucesor fue Luis Alberto Monge Álvarez, representando al Partido Liberación Nacional. Debemos recordar que eran años en que el Frente Sandinista gobernaba en nuestro país vecino, y que EE. UU. debía consentirnos para impedir que se «desparramara» la revolución en la región. Al principio Luis Alberto Monge mostró cierta indiferencia a las exigencias económicas de la banca mundial: cartas de intenciones, ajustes estructurales que implicaban desmantelar paulatinamente a un Estado que era clave en el desarrollo social del país, modernizar el agro y fortalecer la industria. Todo estaba calculado: un agro más intensivo en capital y menos en trabajo permitiría desplazar trabajadores no calificados a la ciudad para usarlos en la industria, una mano de obra calificada del sector público para fortalecer la industria y al sector financiero privado. Así se desmantela la banca de desarrollo. El argumento de economistas neoliberales de esa época era que ningún agricultor puede producir sin generar una ganancia superior a la tasa de interés del mercado, de lo contrario quedaba fuera del acceso al financiamiento. Es así como desaparecen los topes de cartera, propios de una banca de desarrollo, y la banca nacional inicia su voraz actividad. Por cierto, 12 años después un presidente cerró un banco público, el Banco Anglo Costarricense, así demostraba la debilidad de la banca pública frente a la privada y además le daba recursos humanos bien calificados a la banca privada.
La dignidad de Rodrigo Carazo no fue comprendida y fue aprovechada para destruir su imagen, como él mismo señaló: «(…) no hay crisis ni problema interno que sirva de excusa para que un Gobierno se someta a imposiciones provenientes del exterior. Por eso rompimos con el Fondo Monetario Internacional y decidimos parar todo pago de intereses y amortización de la deuda externa… no es aceptable apuntalar el progreso de las naciones poderosas con nuestro sacrificio».
La transformación económica no es radical inmediatamente a la entrada de Luis A. Monge y la salida de Rodrigo Carazo, más bien se da a mitad del camino, cuando las advertencias de EE. UU. a Monge son fuertes, incluso bajo la amenaza de un golpe de Estado, es así como se vio obligado a cambiar a su ministro de Seguridad, cercano al Gobierno nicaragüense, por un ministro claramente contrario y de posiciones fuertes de derecha. Aquí, en ese vergonzoso momento de nuestra historia, se inicia el camino a la «neoliberalización» de nuestro sistema económico. La política fue el instrumento: los punteros fueron el Gobierno de EE. UU. y la banca internacional. En 1990, nos narraba don Rodrigo Carazo a un grupo de académicos de la Universidad Nacional, después de una presentación de su libro, a él y al líder comunista Manuel Mora, los llamaron para que se presentaran al aeropuerto, porque en la sala diplomática se encontraba el presidente Monge en estado de ebriedad, listo para ser montado en un avión rumbo a EE. UU. El plan era argumentar que se había ido del país sin permiso del Poder Legislativo, desobedeciendo la ley, y que se le pediría la renuncia de inmediato. Esas medidas eran orientadas al golpe de Estado, casualmente sirvieron para que se diera un cambio político profundo, a favor del proyecto neoliberal que venimos mencionando.
No seguiremos haciendo referencia a gobiernos de turno, después vinieron otros, siempre haciendo concesiones al proyecto neoliberal. Unos eliminando los logros que el país tenía en inversión social, solidaridad y acercando el país a los estándares del resto de los países de la región, otros indiferentes, dejando pasar. Dejar pasar implica ver debilitarse proyectos y obras sociales, dejar pasar implica incrementar la desigualdad, la delincuencia, la corrupción, el deterioro de caminos, carreteras, de la educación, de la salud, de la calidad de vida de los ciudadanos. El proyecto neoliberal en las dos últimas décadas se ha tratado de consolidar, sin embargo no en el sentido que lo han querido, tanto desde afuera, como la mayoría de los que han tenido el poder en sus manos internamente. Por supuesto que han tenido oposición popular, y paso a señalar cuatro momentos especiales.
(1) En primer lugar lo que se denominó el Combo del ICE (Instituto Costarricense de Electricidad), movimiento de gran envergadura que se dio en el 2000 contra la propuesta del Gobierno de Miguel Angel Rodríguez de privatizar a esta importante institución junto con instituciones públicas como los seguros, la refinadora de petróleo, la misma educación superior y otras, por eso lo llamaron «combo». Error craso de un político que subestimó a su pueblo. El movimiento que generó el Combo del ICE alcanzó grandes dimensiones que dieron al traste con la propuesta neoliberal del Gobierno de Miguel A. Rodríguez. Además fortaleció a nivel de conciencia (como señalaba Lenin, creó condiciones subjetivas) de una gran cantidad de personas jóvenes que fueron determinantes en el triunfo de este movimiento.
(2) Otro fue el movimiento de NO al TLC. Igualmente se subestimó al pueblo, esta vez por parte de Oscar Arias Sánchez, quien bajo una serie de artimañas manipuló un plebiscito, en el cual, aunque triunfó el SI, generó una enorme disconformidad. Solamente 3.34 puntos porcentuales hicieron la diferencia, 51.6 % SI y 48.48 % NO. El temor a perder provocó que el Gobierno, en complicidad con una buena parte del sector empresarial, cayera en justificaciones falsas, un discurso engañoso y el uso descarado de golpes bajos que tuvo como protagonistas además del presidente Arias, a sus diputados y a uno de sus vicepresidentes.
(3) Un tercer momento fueron las elecciones del 2006. Estos movimientos acumularon fuerzas populares en contra de la clase dominante, Oscar Arias derrotó en el 2006 a Otón Solís del PAC (Partido Acción Ciudadana) por una diferencia de 1.15 puntos porcentuales (42.2 6% contra 41.11 %). Quedando grandes dudas sobre tal resultado y mostrando que se tambaleaba el bipartidismo dominante. Una situación muy similar a la sucedida en estos tiempos en Honduras, con los mismos precedentes de que se había presionado al sistema judicial para que se permitiera la reelección en Costa Rica.
(4) El cuarto momento fueron las elecciones del 2014. En ellas el triunfo fue de un partido no tradicional, el Partido Acción Ciudadana y su candidato presidencial Luis Guillermo Solís. Un triunfo histórico incuestionable, dado por la participación masiva del pueblo costarricense, donde muchos de los que habían apoyado el Combo del ICE, habían votado contra el TLC y contra Oscar Arias fueron parte de este cambio esperado en la orientación política del país.
No hubo cambio, el proyecto neoliberal no se detuvo. Los resultados de este Gobierno deben ser analizados con mayor cuidado y en otro momento, ahora el país está a punto de elecciones, las encuestas [1] demuestran el golpe a los partidos progresistas que en las elecciones del 2014 fueron protagónicos. El desencanto y la indecisión predominan, a un mes de las elecciones, cerca de 40.4 % expresa que no votará o no ha decidido por quien votar, el Partido Acción Ciudadana (PAC), oficialista, apenas tiene 7.5 % de apoyo y el Frente Amplio 3.0 %.
Independientemente de los logros y fracasos del gobierno de Luis Guillermo Solís, hay algo que queda claro: decepcionó a su gente y logró, con un Gobierno mojigato, decepcionar a quienes creyeron en un cambio en la ruta a seguir.
Encuesta realizada por la empresa Opol Consultores en noviembre de 2017. Publicada en El Mundo Cr.
Imagen principal, Héroes por Fernando Zúñiga.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
4 Commentarios
Tiempo oportuno para la reflexión política
en perspectiva histórica. Veo el neoliberalismo en mezcolanza ambigua con la nueva izquierda latinoamericana; no hay vectores claros en lo sustantivo y sí estridencias escandalosas , cuando se nos viene encima una sociedad tecnologizada; permeable; amoral; con viento helado del otoño demográfico ;niveles de desempleo aterradores en ciernes…todo en un entorno de deficiente infraestructura; educación a la baja (pruebas Pisa); seguridad idem; la economía parece perder inercia ;y más .Tétrico sí, y lo que es claro es que el fenómeno es global con matices locales. El espectro político al menos, debería ofrecer pragmatismo, el país volverá a tirar los dados …
Gracias Doctor por ponernos a pensar.
Disfrute mucho tu artículo, diferim ios en algunos puntos pero nos respetamos y por eso eres un amigo a quien aprecio mucho. Felicidades
Raul, mis respetos. Se que diferimos,sin embargo creo que esa mente brillante te hará entender lo que realmente pasa en nuestro mundo, te estimo mucho, Saludos y Feliz Año Nuevo
Excelente recopilación histórico-política de la realidad costarricense de los últimos 40 años. Lobos hambrientos aún siguen detrás de la presa del Estado.
Dejar un comentario