Conversaciones con la Marcela

Byron R.Titus | Política y sociedad / TRANSFORMACIÓN

Hace unos días, recibí de mis colegas un mensajito de Twitter sobre el aniversario de un año de la ruptura de una relación de más de veinte años, rota en parte debido al machismo. Me recordó el pasaje de un libro que, sin exageración, vengo escribiendo a cuenta gotas por más de 15 años «Conversaciones con la Marcela» (por lo menos el título ya lo tengo). El tal libro –que quizás considere publicarlo aquí por entregas– se ha venido beneficiando de la orientación literaria de pacientes maestros como nuestro escritor (uno de los favoritos de mi difunto abuelo) Víctor Muñoz. Despacio pero con buena letra, nos recordaba nuestro maestro de 5º año de primaria, don Abelardo Martínez. En fin, allí vamos… paciencia Víctor, ya retomo el canutero en breve.

El libro en gotero trata la relación de dos jóvenes que se conocen en los años 70 en Estados Unidos, ella –Marcela– es chilena, miembro de una familia militante de la izquierda chilena, quien a raíz del golpe de Estado al presidente Salvador Allende resulta exilada en Francia, pero visita a unos amigos en EE. UU. donde conoce al guatemalteco –Vai–, quien por razones del conflicto armado en Guatemala se encuentra de paso por allí.

La relación casual los lleva a una comunicación permanente en persona cuando están en EE. UU. y por cartas cuando ambos andan viajando por otros destinos. En dicha relación desarrollan una conversación poco común para aquellos tiempos, donde tocan temas –ambos desde su punto de vista de género– sobre el amor, el sexo, la menopausia, la nostalgia, el machismo, la ideología, la utopía revolucionaria, en fin, varios temas. Y así es como relacioné aquel mensajito de Twitter con el libro en proceso, por su razón central «el machismo».

En una de esas conversaciones, Vai le comparte a Marcela que «en gran parte él atribuye el machismo –del que está consciente y en proceso de corregir– a su madre», quien desde niño tuvo para él trato preferencial, lo «sirvió», lo «atendió» y desde allí aprendió él ese privilegio (¿?) social por su condición, no solo de ser el mayor de los hijos, pero por ser varón, sobre sus hermanas. Pero no se queda allí, se extiende a la iglesia (empezando por la católica) y organizaciones sociales excluyentes con base al género.

Vai encuentra en Marcela el eco a sus suposiciones de que, como dicen, «algo anda podrido en Suecia», y que no es solo él el responsable de tan reprochable deformación machista, pero de que se trata de toda una tara social histórica. Vai se beneficia de esta comunicación abierta con Marcela y de la forma como ella le comparte su opinión de una manera directa, «de tú a tú» que antes no había podido disfrutar con sus amigas en Guatemala.

Vai concluye en su momento «por allí es donde le entra el agua al coco» «en la falta de oportunidad de conocerse y comunicarse de verdad», de igual a igual, así como Marcela suelta su opinión. Ella ha tenido la experiencia de crecer en un hogar literalmente machista y comunista, entre cuatro hermanos, dos mayores y dos menores. Y no solo ha observado la dinámica masculina en su esplendor familiar, pero la verticalidad machista del partido al que pertenecen sus padres, donde ambos son miembros con similares dedicación y entrega a la causa, pero el padre siempre recibe los cargos de mayor importancia, además, cuando la lucha clandestina, se asumió que él, por su condición de hombre, tenía más valor y capacidad de realizar tareas más difíciles, dirigiendo y participando.

Durante el desarrollo del libro, Vai va reconociendo que la opinión de Marcela es invaluable, es la afirmación a sus sospechas y es la brújula ideal para orientar su vida en la dirección correcta. Su primera y más ardua tarea es superar el machismo, y en paralelo toma conciencia de su alcoholismo, el que ha justificado en la nostalgia del destierro que se le ha ido metiendo hasta pasar a ser una forma importante en su vida. Como Marcela le dice… «Tú ya no tomas el trago, el trago te toma a ti».

Con Marcela, Vai empieza a atar las enseñanzas de todas sus amigas y relaciones anteriores. Se lamenta de oportunidades desperdiciadas, de no haber sido mejor con ellas y a la vez se siente muy culpable de haber sido tan machista e ignorante con otras. Vai reconoce, en uno de esos párrafos, «de esas mujeres he aprendido a ser el hombre que debo ser». En el mensaje de Twitter su autor también reconocía que había aprendido a ser menos egoísta y más consciente de su situación.

De la misma forma, todos debiéramos de reconocer la dedicación y enseñanzas recibidas de nuestra pareja, en mi caso de mi esposa Diamly Titus, de quien estaré, contra viento y marea, en deuda el resto de mi vida. Gracias Di.

Byron R.Titus

Originario de los Llanos de Gerona (barrio Gerona), zona 1, ciudad de Guatemala. Hoy, ciudadano del mundo. Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Amante de la libertad y las artes. Reside fuera de Guatemala.

Transformación

Un Commentario

Gian Villatoro 25/08/2020

Debes continuar con tu objetivo de publicar el libro. Aunque las cosas que uno haga no lleguen a tener el impacto que uno desea, hacerlas es lo que verdaderamente cuenta. Absolutamente todos vamos cambiando conforme pasan los años y es precisamente en nuestras casas en donde llegamos a aprender lecciones muy profundas que nos transforman y nos ayudan a comprender la vida de una manera que sin la experiencia de convivir con tu esposa, quizá nunca hubieras podido aprender. En un momento dado todos pensamos que tenemos la razón, nos llegamos a convencer que nuestro punto de vista es el correcto y más apropiado, pero no es sino hasta pasado un tiempo que todos llegamos a comprender que aún cuando en cierta forma teníamos la razón, nuestras contrapartes no estaban totalmente equivocadas tampoco, porque al final de cuentas cada quien tiene sus propios sentimientos acerca de todo. El milagro ocurre cuando Dios nos permite ver el otro ángulo de las cosas, aunque hayan lágrimas en ocasiones, y que entonces podamos hacer los cambios que necesitemos por el bien de nuestras propias familias y nuestras comunidades.

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