Susan Aragón Ruckwardt | Para no extinguirnos / CAMBIO DE HÁBITOS
Uno de los desafíos de Guatemala es la desnutrición crónica que afecta a 46.5 % de las niñas y los niños menores de cinco años; lo cual se desencadena por la falta de acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes, y se asocia con precarias condiciones de acceso a agua y saneamiento, prácticas alimentarias inadecuadas, bajo acceso a los servicios de salud, entre otras. La desnutrición expone a los niños y las niñas a un alto riesgo de muerte o de enfermarse gravemente como consecuencia de infecciones en la infancia, como la neumonía, la diarrea, el sarampión, el VIH y el sida.
Los efectos que tiene la desnutrición crónica son irreversibles; es por ello que el Gobierno, las municipalidades, los ministerios correspondientes y la sociedad civil debemos prestar más atención en el desarrollo de programas y proyectos, y en la asignación de recursos financieros que contribuyan a mejorar las condiciones de vida y prevenir la desnutrición infantil. En especial, que se realicen intervenciones en los primeros 1 000 días, comprendidos desde el embarazo hasta los dos años de vida de los niños y las niñas. Este es un período oportuno y fundamental para el crecimiento físico, desarrollo cerebral, desarrollo de las destrezas sociales y emocionales de las personas. Otra particularidad durante este período es que nuestros genes se encuentran abiertos a leer señales del medio (como la alimentación, el estilo de vida, el estrés y el comportamiento), tanto positivas como negativas, las cuales pueden modificar la expresividad de determinados genes para cambiar la salud, no solo de las personas que están expuestas a ellos, sino también la de sus descendientes.
De cada dos niños y niñas menores de 5 años, uno presenta desnutrición crónica, la cual se manifiesta con menor estatura para la edad y sistema inmune débil. La desnutrición crónica no es perceptible a simple vista, como cuando se observa a un niño o niña con desnutrición proteico-calórica con el abdomen inflamado (kwashiorkor), delgadez extrema (marasmo) o el cabello ralo y descolorido.
Un niño/a desnutrido crónico tiene mayores dificultades, debido a una inadecuada ingesta de micronutrientes específicos (como hierro, zinc, ácido fólico y yodo) que perjudican el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso y, consiguientemente, el rendimiento escolar. Estudios realizados en Guatemala, Brasil, India y Sudáfrica han documentado que la desnutrición en las primeras etapas de la vida tiene consecuencias en el futuro, asociadas a educación, productividad e ingresos económicos.
Es por ello que, para prevenir la desnutrición crónica, se debe iniciar desde el cuidado de la mujer embarazada. Es importante el control adecuado del aumento de peso gestacional, el monitoreo de la presión arterial, la evaluación del crecimiento y desarrollo fetal. Durante este periodo se debe llevar una dieta saludable y equilibrada que incluya alimentos nutritivos como carnes magras, cereales, legumbres, frutas, verduras, productos lácteos de bajo contenido en grasas.
Brindar lactancia materna durante las primeras horas del recién nacido es esencial; pero como todo proceso, este necesita de apoyo y aprendizaje en cuanto postura, agarre, succión e higiene. La leche que produce la mujer durante los primeros días después del parto (el calostro), al proporcionársela al recién nacido, contribuye a la protección contra infecciones, ayuda a madurar el intestino previniendo alergias, aporta hierro en cantidades pequeñas de fácil absorción, proporciona vitaminas y agua en cantidades suficientes, entre otras. Luego de algunos días, la cantidad de leche aumenta, los pechos se llenan, se ponen duros y pesados; y es cuando se comienza a dar leche madura. La lactancia materna exclusiva es lo mejor hasta que el niño o niña tenga seis meses.
Comenzar a introducir gradualmente los primeros alimentos que complementen la lactancia materna a partir del sexto mes de vida, permite cubrir las necesidades nutricionales que van cambiando conforme avanza la edad. Probar nuevas texturas es una experiencia sensorial única y de aprendizaje para los niños y niñas; que va modificándose en cuanto a consistencia, variedad de alimentos y número de comidas.
Los cuidados de la mujer en edad fértil, lactancia, y los primeros años de vida son clave para que los niños y niñas puedan crecer favorablemente, tengan óptimo desarrollo cognitivo que les facilite su aprendizaje y que en el futuro sean adultos saludables y productivos para la sociedad.
Imagen tomada de El cronometro, cada segundo cuenta ¡GUATE AMALA!
Susan Aragón Ruckwardt

Nutricionista, dispuesta a apoyar a las personas a mejorar su salud a través de la alimentación. Aprecio disfrutar de un plato de comida hecho con esmero y cariño. Amante de los postres y del mar, agradecida por toda oportunidad de superación, y en busca de ser mejor cada día, como profesional y como ser humano. Tengo el propósito de compartir lo aprendido y brindar recomendaciones que ayuden a las personas a informarse sobre alimentación y a exhortarlas a atreverse a realizar cambios positivos y cotidianos que contribuyan a su bienestar.
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