Condiciones para la lucha contra la corrupción en Guatemala

Edgar Florencio Montúfar Noriega | Política y sociedad / IDEAS AL AGUA

La pregunta que está en el ambiente es ¿se puede ganar la batalla contra la corrupción? Se pensaría que quien desea una respuesta negativa es el grupo de los que se han beneficiado, se benefician o esperan beneficiarse de la corrupción y que quienes desean una respuesta afirmativa son aquellos que han sido víctimas de la corrupción y la impunidad.

Personalmente planteo que el problema en Guatemala no es la corrupción, es el autoritarismo que ha permitido a algunos pocos concentrar el poder, y con ello la riqueza de este país. Pero en los últimos años la riqueza se ha ido concentrando en un grupo cada vez más heterogéneo, en el cual han existido beneficiarios y víctimas de la corrupción. Esta diferencia hace que quienes han sido afectados por la corrupción sientan la necesidad de superarla (aunque es probable que en algún momento les haya beneficiando) y que quienes se han beneficiando únicamente prefieran mantenerla.

Por otro lado está la clase política, un grupo de personas que ha estado al servicio del grupo que concentra la riqueza en Guatemala. Una buena parte de la clase política no se percató de las fracturas en el grupo económico, lo que le impidió adoptar una postura reformadora del sistema político y de justicia en pro de eliminar la corrupción en su momento. Han estado tan preocupados en mantener el statu quo que no se percataron de la necesidad del cambio. Quienes se han beneficiado dentro de la clase política son los políticos periféricos de oposición que, sin saberlo, al inicio empezaron a ser levantados por la ola contra la corrupción y que luego, al darse cuenta, se ubicaron en ese discurso vinculándose a las organizaciones claves.

Hoy lo que se observa es una disputa por ser los ganadores de la lucha contra la corrupción. Unos apelando a que se puede lograr con la institucionalidad local (en lo que buena parte de la ciudadanía ya no cree), mientras otros plantean la necesidad de la cooperación extranjera para lograrlo. Aquí la división es categórica para el análisis, aunque existen posiciones intermedias.

Los datos del Barómetro de las América ubican a la Cicig como la institución con mayor credibilidad en Guatemala, con el 70.1 % de las persona entrevistadas. La Cicig es seguida por los medios de comunicación (61.9 %), el Ministerio Público (57.8 %) y el Tribunal Supremo Electoral (53.4 %), que en su mayoría (sobre todo los medios) se han ubicado junto a la Cicig en la lucha contra la corrupción. Junto al Tribunal Supremo Electoral está la Municipalidad capitalina con 53.4 %. El Ejecutivo, el Congreso y los partidos se encuentran por debajo de 50 %.

Ante esta situación, el discurso de la cooperación extranjera para superar la corrupción se encuentra mejor ubicado socialmente, por lo que el esfuerzo del otro discurso (el de superar la corrupción desde la propia institucionalidad) recurre al desgaste de las instituciones de cooperación y apoyo internacional, o al enfrentamiento con ellas.

Bueno, pero la respuesta a la pregunta con la que inicia este texto es que sí. Sin importar si gana el discurso de la institucionalidad local o si gana el discurso de la necesidad del apoyo internacional, se tendrá que en esta época se superó la corrupción. Recuerden que la historia nos ha enseñado que la escriben los vencedores.


Edgar Florencio Montúfar Noriega

Hijo, padre, esposo, hermano, sociólogo y pecador creyente que vuelve a pecar

Ideas al agua


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