-Jaime Barrios Carrillo / TABLAS–
La historia del teatro guatemalteco del siglo pasado estaría incompleta sin Concha Deras. Actriz de carácter que sabía combinar el manejo perfecto de sus personajes, imprimiéndoles su impronta personal de emoción y movimiento en la escena. Concha Deras pertenece a un linaje de mujeres extraordinarias. Arte, conciencia social y solidaridad, eso era Concha.
Concha Deras fue también una trabajadora social y aspiró siempre a conectar el teatro con los asuntos sociales. Concha Deras egresó con la primera promoción de trabajadoras sociales en 1953, de la recién creada escuela bajo el auspicio del IGSS. De esa generación son Moli de Stahl, Olga Fuentes de Gracias (con un hijo desaparecido durante el conflicto armado), Julieta Fernández (asesinada años después por escuadrones paramilitares), Ruth García Granados, Consuelo Carrillo Meza y Lili “Chiqui” Zacrisson.
El 16 de marzo de este año regresaba Concha Deras a su casa en la zona 2, cuando unos hombres sigilosamente la siguieron e ingresaron a su vivienda para golpearla brutalmente. Este asesinato atroz de una notable anciana conmueve porque encierra, en su bestial crudeza, la Guatemala de 2017. Resaltemos una coincidencia terrible: ocho días antes habían sido quemadas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción en Pinula, las 41 niñas que hoy remuerden la conciencia nacional. Es decir un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Pero lo más sorprendente es que 64 años antes Concha Deras había laborado como trabajadora social en el entonces llamado Centro de Observación y Reeducación de Menores “Ciudad de los Niños” en Pinula. En 1953 el centro era famoso por sus métodos pedagógicos. Llegaban visitas de estudios de muchos países. De ahí que perturbe que Guatemala, desde 1954, haya ido como el cangrejo negro para atrás y en caída libre hacia un abismo de violencia, crueldad, injusticia e impunidad que no tienen parangón en América Latina, al grado de hablarse de un Estado fallido.
Fue en aquel emblemático centro de reeducación de menores donde Concha pudo ejercer sus conocimientos y, dentro de los programas culturales, fue descubriendo otra de sus pasiones: el teatro. Pequeñas piezas se montaban con las internas y los internos bajo su guía.
A finales de los años cincuentas, luego del el retorno desde Francia del dramaturgo Hugo Carrillo, se comenzaron a a montar obras de vanguardia con contenidos sociales y psicológicos. Carrillo promovió toda una generación de actrices con nombres hoy emblemáticos, como Samara de Córdova, Consuelo Miranda, Matilde Montoya y no podía faltar Concha Deras.
Recordamos el montaje de La calle del sexo verde del mismo Carrillo, durante el IV Festival de Teatro Guatemalteco de 1965, donde Concha Deras hizo el papel de Niña, Iris Álvarez, el de La mujer de verde y Norma Carrillo (asesinada en 1984) interpretaba a La limosnera. En una entrevista a Marta Sandoval, Concha afirmaba, en ocasión de los 10 años del fallecimiento de Hugo Carrillo, que “ La calle del sexo verde verde hizo escándalo porque salía una prostituta y un homosexual. Fue arrolladora esa obra, tuvo gran aceptación, nunca hubo butacas vacías”.
Concha Deras llegó a ser más que amiga de Carrillo. Eran unión indivisible de espíritus. Dos personajes de la época de oro de las tablas nacionales. “Mujer y gaviota”, la llamaba Carrillo. Nos acordamos de La casa de Bernarda Alba de Lorca, también en los años sesentas, cuando Concha hizo el papel de una de las hermanas y de Caja de arena, con Herbert Meneses, por el año 69 en el entonces teatro Gadem.
Con el asesinato de Concha Marina Deras perdemos todos: sus familiares, sus amigos, el arte y el teatro nacional. Una de sus últimas actuaciones fue en un corto Youtube en 2015, producido por Gustavo Maldonado y José Guillermo Morales. Concha aparece pidiendo a las nuevas generaciones: “Muchá hay que cambiar el mundo, esto apenas comienza”.
Imagen tomada de ElPeriódico.
Este texto fue publicado por primera vez en ElPeriódico.
Jaime Barrios Carrillo

Columnista, escritor, investigador, periodista nacido en 1954 y residente en Suecia desde 1981, donde trabajó como coordinador de proyectos de Forum Syd y consultor de varias municipalidades. Excatedrático de la Universidad de San Carlos, licenciado en Filosofía y en Antropología de las universidades de Costa Rica y Estocolmo.
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