Con problemas morales

-Jaime Barrios Carrillo / SIGNOS

Me fue un tanto difícil decidirme por el título de esta primera columna en gAZeta, dudé entre la alternativa de “La maldita comedia” y el escogido. Porque en esta conspiración para defenestrar el proyecto de la CICIG, han coincidido las fuerzas más tenebrosas del país (El Taquero, Fundaterror, Joviel, la banda del FNC y su fundador, el coronel prófugo Ovalle, el otro prófugo Sinibaldi, el arcángel de los canales abiertos, los presos VIP del Mariscal Zavala y otras malas hierbas). Puede sin duda hacerse un símil de la bajada al infierno de Dante, es decir, traspasar la puerta donde “termina la esperanza”. Una conspiración donde la parte visible es un comediante metido a estadista.

No estoy afirmando que todos aquellos que abogan por la partida de Iván sean corruptos o partícipes de esta maldita comedia. Los veo más bien como víctimas de la desinformación, de las campañas de descrédito y estigmatización perversa de los calls center, además de un efecto de la campaña en los canales abiertos y las radios manejadas por un extranjero cuya esposa está prófuga por corrupción. No es ningún ángel, sino un endemoniado corrupto que tiene a Guatemala bajo la férula de su monopolio mediático obtenido en oscuras componendas.

La crisis que ha hecho bambolear al país, creando dudas, polarizaciones ideológicas, difusión masiva de falsa información y mucha indignación tiene un responsable directo: Jimmy Morales. El presidente sigue siendo el principal operador de un aparato que actúa en la penumbra del anonimato, a veces se le denomina la juntita, para defender el sistema de corrupción estructural y sellar la impunidad más infame.

Resulta grotesco, aunque explicable por las conexiones de FNC con PP y Líder, y las de Jimmy con Mariscal Zavala, que el propio presidente de Guatemala encabece una campaña para sacar a la CICIG, en lugar de conformar un gobierno que colaborara en la lucha frontal contra la corrupción.

Muchos le advirtieron a Jimmy Morales que se apartara de esas estructuras ligadas a la criminalidad, que desoyera a la juntita, que se rodeara de gente ética, que hiciera equipos competentes. Hoy no puede decirse más que no escucha, porque la verdad es que siempre escucha, pero solo desde el lado de la juntita, al formar parte de la misma.

La característica falta de transparencia del presidente se unió a la torpeza jurídica de sus asesores con patéticas formas de comunicación: retórica contradictoria e inconsecuente, acorde a la manera de pensar, sentir y actuar de las estructuras corruptas enquistadas en el Estado que ahora se quitan la máscara. Son tanto corruptos como ladrones.

Como un aprendiz de brujo, Jimmy fue descubierto gracias a la filtración de información de sus planes de viajar a pedir la remoción de Iván Velásquez. En su enojo y frustración, puso en primera instancia al canciller a informar que esa no era la agenda. Después vino la confusión, órdenes contradictorias y desesperación que condujeron a la destitución del canciller y de uno de los vicecancilleres. La vicecanciller Diéguez, diplomática de carrera, renunció luego por dignidad. No le queda más que nombrar a una persona cercana a él, pero que tiene un proceso penal en su contra, acusada de una adopción ilícita. Todo lo anterior hace que la imagen del gobierno de Jimmy en el mundo esté muy desprestigiada. Jimmy está aislado internacionalmente y se apoya, en lo interno en los sectores más nefastos.

La justicia no es negociable. Sabia y digna frase que debe llevar a la reflexión y sobre todo a la acción. Esta no es una lucha entre izquierdas y derechas.

El CACIF pidió diálogo. Antes lo había hecho la fiscal general Thelma Aldana y el nuevo PDH. Pero Jimmy no puede dialogar sino consigo mismo y su juntita. No escucha a Guterres, ni a la ONU, ni a los embajadores, en lugar de esto continua poniendo a su torpe interlocutor Mérida en Estados Unidos a criticar a Guterres y a extorsionarlo culpándolo de antemano por la violencia que habrá si Iván Velásquez no se va. Pero, ante todo, Jimmy no escuchó jamás a la mayoría del pueblo, a los alcaldes honestos, a la prensa decente. Ahora escucha pasos de animal grande. Muy grande. Así son los animales que caminan al abismo. La corrupción no es obligatoria. 

Jaime Barrios Carrillo

Columnista, escritor, investigador, periodista nacido en 1954 y residente en Suecia desde 1981, donde trabajó como coordinador de proyectos de Forum Syd y consultor de varias municipalidades. Excatedrático de la Universidad de San Carlos, licenciado en Filosofía y en Antropología de las universidades de Costa Rica y Estocolmo.

Signos

Un Commentario

La Quijota 09/11/2017

En todo lo que has escrito te doy la razón, solamente hay un aspecto que talvés por estar viviendo tú, lejos, muy lejos, no lo has evidenciado como los que vivimos, escuchamos y aguantamos todos los días las noticias en éste país. Iván Velásquez se ha extralimitado en sus funciones y por ende, Thlema Aldana. Su presencia inesperada en algunos organismos del estado se ha visto y se ha sentido como una presión política y no como lo que a distancia debería ser: una colaboración y ayuda para que el país pueda llegar por sí mismo a controlar las investigaciones y presentar procesos judiciales con suficientes y efectivas pruebas que lleven a procesos judiciales firmes. Las investigaciones se han vuelto «cacería de brujas» y con la figura de «testigo protegido» y en base a las declaraciones de éstos, se apresan a personas sin darles el derecho de declararse inocentes hasta que el sistema judicial no pruebe lo contrario. Flagrante falta a la Constitución que dicta la presunción de inocencia. Tu sabes Jaime que una vez se ha informado a la población de un posible delito de una persona X, es sumamente difícil volver a cambiar la mentalidad de quienes han escuchado que fulano o sutano es un ladrón.
Es como derramar una cubeta de agua por la tierra. Cuanto de ella podrás volver a recoger? Me parece que todo esto es producto del abuso de poder y de querernos hacer pensar que la CICIG debe ser «todo poderosa». Nuestra soberanía sigue siendo pisoteada, unas veces por unos y otras veces por otros.

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