Con la boca es fascinante

Ju Fagundes / SIN SOSTÉN

Si bien todas las partes de nuestro cuerpo, según lo estimulemos, nos conectan con la sensibilidad erótica, la boca es, por sobre todo lo demás, el instrumento más dispuesto y adecuado para estimular sensaciones y producir placer.

Labios, lengua, dientes sirven no solamente para tomar y masticar alimentos. Son vínculos directos y valiosos para propiciar a otro sensaciones más allá de las gustativas. Sí, nos sirven para alimentarnos, pero son también el instrumento más que adecuado para darnos y dar al otro placer y satisfacción.

Con la boca besamos, y hacemos caricias en la piel y el cuerpo de quien en ese momento nos interesa agradar, excitar, satisfacer. La boca nos proporciona el placer de dar placer, en ese mágico dar y recibir que es dos en uno, porque quien besa y acaricia con la boca también se excita, también se da placer. Rozar con los labios la piel ajena, si se hace con interés erótico, nos hace vibrar hasta lo más recóndito de nuestra sensualidad. Acariciar con la lengua las distintas partes del cuerpo del otro es más que una caricia, un acto que estimula el deseo sexual en el otro y, de paso, también nos excita y entusiasma.

Con la boca generalmente empezamos el juego sexual y, si se tiene un aliado interesado en disfrutar juntos y con calma, también puede ser útil e indispensable para el final. Si a las mujeres nos encanta besar, acariciar con nuestros labios y lengua el cuerpo de quien compartimos caricias y deseos sexuales, nos fascina y puede llevar a la locura que nos besen y acaricien. Más aún, si labios y lengua se comportan como reverentes adoradores de nuestros puntos eróticos por excelencia.

Las caricias en nuestros senos son deliciosas y estimulantes, sentir unos labios recorriéndolos y, sobre todo, acariciando su parte baja es de locura, como de locura pueden ser insinuados mordiscos en los pezones, succiones de sus puntas. Nuestros pechos no están solo para amamantar, son fuente importante de placer erótico, y acariciados con labios, lengua y dientes pueden darnos, a ambos, esa excitación lujuriosa que nos hace sabernos seres hechos para disfrutar los placeres del cuerpo.

Fotografía tomada de Pinterest.

Pero la mejor manera de estimularnos y producirnos placer es una boca acariciando, delicada y cuidadosamente nuestro sexo. No importa la posición de uno u otro, es un momento de estímulo que, provocadoramente realizado, puede convertirse en memorable. No hay en ello dominación ni humillación del otro, es un momento espectacular, en el que el deseo y disposición de nuestro acompañante es puesto a prueba. La caricia exige un trato suave, cauteloso, dinámico y creativo. Es, en sí mismo, un acto de adoración al placer, porque quien lo practica, como quien lo recibe, está dispuesto a alcanzar y darse el mayor y más prolongado placer posible.

A diferencia de la penetración, que puede convertirse en un simple acto de posesión, las caricias bucales en el sexo son el acto más claro de entrega mutua. Son, al final de cuentas, dos bocas que se encuentran y entregan, una en la caricia que estimula las más íntimas terminaciones del cuerpo de la otra que se abre y ofrece, húmeda y expectante, al deleite de quien la mima y provoca.

No hay porque rehuir a realizarlo. La intensidad de la caricia, si bien puede ser más delicada y suave si no existen vellosidades que lo compliquen, su presencia tampoco tienen porque inhibirlas. Por algo Coubert, en el ya lejano 1866, cuando dibujó el incomparable Origen del mundo, usó toda la calidad de sus pinceles para hacerlas presentes, aunque también hay que reconocer que Goya, en su Maja desnuda, apenas si las insinúa.

El encuentro de labios diferentes, el jugueteo de una lengua entre sus pliegues, al cálido resuello de una respiración ansiosa resultan incandescentes, capaces de transformar las miles de terminaciones nerviosas en un solo haz de placer, en una explosión erótica incomparable. Y no hay que esforzarse con buscar puntos o protuberancias eréctiles, las caricias suaves, húmedas, acompasadas, hacen que aparezcan, se pronuncien y se transformen en el foco de placer y satisfacción.


Fotografía tomada de Tumblr.

Ju Fagundes

Estudiante universitaria, con carreras sin concluir. Aprendiz permanente. Viajera curiosa. Dueña de mi vida y mi cuerpo. Amante del sol, la playa, el cine y la poesía.

Sin sostén

Un Commentario

Benjamín Hugo Gálvez. 18/04/2018

Es excelente romper paradigmas. Ser uno mismo. Que nada te inhiba. Viva la Libertad. Felicitaciones Ju Fagundes.

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