¿Cómo se fabrica el consentimiento en los medios? (II)

Matheus Kar| Literatura/cultura / BARTLEBY Y COMPAÑÍA

«Nos mean y los periódicos dicen: llueve». Eduardo Galeano tiene razón. Los medios de comunicación son utilizados para propagar la agenda económica y política, pero muy pocas veces la agenda ciudadana.

El quinto filtro utilizado por los medios de comunicación para fabricar el consentimiento –manipulación mediática— descrito por Noam Chomsky y Edward S. Herman, en Los guardianes de la libertad, es el anticomunismo. El anticomunismo como tal no existe, es un término empleado para describir un fantasma temido por las élites políticas. Es utilizado para propagar el miedo, un miedo ficticio creado por los medios, restar simpatizantes o posibles simpatizantes y adherirlos al bando opositor. En los años 60, los gobiernos capitalistas y liberales temían a la ideología comunista, por lo mismo, se encargaron de abolir cualquier otro gobierno con tendencias socialistas o, dada la paranoia, cualquiera que se asemejara a dicha ideología. Hoy en día la retórica anticomunista está en desuso, ahora se utiliza el antiterrorismo o antidroga. Esta nueva retórica es utilizada como pretexto para invadir países y corromper la democracia.

Guatemala ha sido conocedora, espectadora y víctima del anticomunismo: el 1º de mayo de 1954, tras que el Gobierno de Guatemala confiscara miles de hectáreas de tierra ociosa a la United Fruit Company, como parte de la reforma agraria, la radio Voz de la Liberación −parte de la operación Sherwood, patrocinada por la Central de Inteligencia Americana (CIA)− principió sus transmisiones clandestinas para promover el anticomunismo y para, tal como lo decían, «dar a conocer la verdad del momento político en Guatemala, los progresos irrefutables del gran Movimiento Libertador […] y le demostramos palpablemente el crimen de la dominación comunista». A este suceso histórico y sistemático se le conoce como el golpe de Estado en Guatemala de 1954. La manipulación mediática de la época coadyuvó al derrocamiento y exilio de Jacobo Arbenz Guzmán y dio fin a lo que muchos historiadores han llamado el mejor episodio de la vida política guatemalteca: la Primavera Democrática.

Hoy en día los conflictos estatales, especialmente los concernientes a la lucha contra la corrupción también utilizan el filtro del anticomunismo en los medios. La polarización descrita por el Dr. Mario Roberto Morales (Premio Nacional de Literatura) respecto al conflicto intraoligárquico (nueva y vieja oligarquía) es un buen ejemplo de esto. La dicotomía Morales-Velásquez (puesta de moda por ciertos medios de comunicación dirigidos sospechosamente a los jóvenes) empujó a la sociedad civil a aferrarse de uno de los bandos. El punto era, si querías ser un buen ciudadano, no ser anti-Cicig. Si lo eras, significaba que respaldabas al presidente Morales y a sus acciones, lo cual iba a significar una cuantiosa y siempre molesta cantidad de enemigos. En cambio, si eras anti-Morales, eras un buen ciudadano y te podías deslizar por la lógica cultural del momento sin ninguna dificultad, pues «todos» siguen la misma línea.

Si hacemos caso a las palabras sabias de Mario Roberto (incluso si la fundamentamos en la mezcolanza y fractura ética de grupos de trayectoria histórica y trayectoria de derechas en el Frente Ciudadano Contra la Corrupción), es bastante evidente que la pugna intraoligárquica es una realidad, una realidad que no se encuentra del lado de la agenda ciudadana.

Últimamente, Soy502, medio de comunicación hecho especialmente para jóvenes, le ha estado haciendo promoción a Eduardo Salcedo Albarán, un joven exitoso, intelectual, filósofo, creador del término «cooptación del Estado», en fin, «el Sherlock Holmes moderno que, con algoritmos, caza criminales». Se supone que el filósofo se ha encargado de asesorar a muchos investigadores, tanto del MP como de la Cicig. Por lo que se puede leer, él es el chico bueno, el «ideal del yo ciudadano». Pero algo sumamente sospechoso aparece al final de la nota: «Salcedo-Albarán reconoce que el trabajo que realiza el MP y la Cicig es insuficiente; considera que es necesaria una reforma política en el país que debe ser liderada por los ciudadanos y en especial por los empresarios, pues la puerta para que se establezcan estas estructuras ilícitas son los partidos políticos».

¿Es en serio? ¿Los empresarios? ¿Los mismos sujetos que tienen la garganta económica de Guatemala en sus manos?

Creo que estas son suficientes alertas para empezar a poner frijolitos sobre el cartón (de la lotería política) y pensar sobre por qué los medios de comunicación polarizan los problemas de corrupción política, elevando perfiles, ablandando hechos y sacando epítetos como este: «Edgar Melchor, del Partido Patriota al MP actual», «Ilse Álvarez de Espada, una de las favoritas de los anti-Cicig» y «Tamara de León, una candidata anti-Thelma Aldana».

Ahora la pregunta fundamental es ¿Por qué no hablan de la corrupción económica, por ejemplo, de Fundesa o de Dionisio Gutiérrez y aliados?


Imagen tomada de Noticieros Televisa.

Matheus Kar

(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).

Bartleby y compañía

2 Commentarios

Richard Shaw 25/04/2018

Wow…
Buenisimo…..
me gustaria tener los otros temas…
felicitaciones…

    Matheus Kar 03/05/2018

    ¿Qué otros temas? ¿Las otras entregas? Pues qué buena onda que te gustó. Podés buscar en gAZeta o en mi perfil de Facebook, allí están.

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