-Luis Ricardo López Alvarez / CATÁBASIS–
El texto a reproducir a continuación fue escrito por el Prof. Marcelo Prieto, quien amablemente me pidió pudiera cederle este espacio para hablar un poco de la situación de la educación en Guatemala, o al menos como percibe que esta se encuentra:
Invocando el artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala.
Escribo con la vista puesta en el futuro; esperando que el siguiente escrito no trascienda al punto de convertirse en un texto de referencia para trilladas o vacías capacitaciones pedagógicas en semanas de vacaciones del alumnado; o para días especiales de formación docente, que usted profesor que hoy me lee no sea obligado o románticamente motivado a tomar este artículo como un texto de inspiración.
Si mis letras no llegan a tal grado de prostitución intelectual, como al que se han visto tantos otros textos, entonces me daré por satisfecho.
Hoy escribo a ustedes lectores sobre un proceso que, aunque ha tenido orígenes muy humildes, se ha fortalecido con el paso de los siglos para convertirse en un acto de naturaleza muy noble. En nuestro país en particular se ha transmutado en una cosa de lo más absurda; y que sin mayores miramientos o palabras sofisticadas he decirles que hoy vengo a hablarles del aspecto emocional de la docencia.
En la actualidad hay algunos docentes que persiguen el sueño en el pasillo interminable de llegar a ser o tener un sistema educativo tal y cual Finlandia. Nos llenamos la boca compartiendo extractos de documentales o de cápsulas noticiosas sobre lo avanzados que están en este país nórdico, de la poca o nula tarea que dejan a los alumnos; de lo plenos que se sienten los muchachos al buscar el conocimiento y no que los docentes intenten insertarles por la fuerza miles de datos a propósito de la memorización.
Del respeto y la valorización al trabajo docente, donde sus vacaciones y tiempo de estudio son respetados, en un país en el que los salarios de los docentes se compensan con el esfuerzo que estos entregan día con día para formar a sus futuros líderes. Y sí, quisiésemos se nos pagara el equivalente en euros; que por lo menos compensara la entrega con la que cuidamos a la criatura de otro individuo que poco o nada sabe de los esfuerzos que toma convivir con ese niño maleducado y berrinchudo más o menos 40 horas a la semana.
Pero aceptémoslo, no somos ni vivimos en Finlandia; ni siquiera competimos con ellos en los índices de libertad económica, desarrollo humano, respeto a los derechos humanos o a la libertad de prensa. No tenemos sus índices de lectura y ni siquiera nuestras «milagrosas» pruebas estandarizadas ministeriales compiten con las pruebas PISA.
Y es quizá tan solo un ejemplo de muchos otros países que han alcanzado mayor desarrollo en la educación que nosotros. Cuente el caso de Singapur, Taiwán, Canadá, Chile; o baste, para hacerlo justo por compartir un mismo camino histórico, la República de Costa Rica.
No con esto quiero decir que nuestro país sea malo o que esté integrado por personas incapaces; sino que vamos en camino al desastre, y a mi parecer no es por la cantidad de horas que no le estamos dedicando al estudio de la matemática o el inglés (que bien es sabido son los pilares fundamentales que, para el estigma social, todo adolescente o niño debe dominar para no ser tachado como un verdadero idiota).
Se nos dice que debemos crear un vínculo emocional con el estudiante y existen casos en los que se restringe el mínimo acto de disciplina, donde una sanción por un comportamiento indebido es anulada inmediatamente por instancias superiores dado que los padres del estudiante causarán gran problema, son miembros de iglesia, familiares de accionistas o donadores generosos para proyectos educativos futuros.
Vivimos en un país en el que ocurren casos en los que se da preferencia a la cobertura de contenidos sobre el aprendizaje de los mismos (sin importar la heterogeneidad de necesidades o formas de aprender que pueda tener el grupo).
Donde se prestan en contubernio maestros o autoridades no éticas (que no ilegales) a saturar a los estudiantes de textos educativos, y a venderle al padre de familia o al estudiante la necesidad de los mismos, o aun dejarse manipular por el mismo padre de familia de la importancia de cubrir, cual crítico literario estructuralista, la totalidad de las actividades so pena de que el libro ¡ha salido carísimo!
Donde la creatividad del estudiante se mina.
Donde la educación no es laica verdaderamente y hay docentes que no conocen más allá de sus prejuicios religiosos para instruir al estudiante en una conducta sana.
Donde el estudiante se abalanza cual hambriento a la necesidad de obtener el estímulo conductual de los puntos de zona, o del examen; por sobre el deseo de aprender, descubrir, inventar o generar.
Donde se viola el derecho otorgado por el artículo 71 de la Constitución de la República de Guatemala.
Donde el fin último de la educación, para algunos, es obtener un empleo estable en una empresa o el Gobierno, o el ingreso a una universidad de renombre.
Donde no se verifica ni se consulta a los docentes sobre la necesidad de formación que requieran o consideren con respecto a su área; sino al arbitrio de algún original especialista en recursos humanos, psicología industrial o general que para las sesiones con docentes disfruta de bajar chuscos y trillados videos de YouTube que presenta como si el grupo estuviera compuesto por niños de tres años y no por adultos con criterio.
Donde no se enseña desde casa a formar relaciones sanas y a distinguir contextos, para que el estudiante reconozca en su docente una figura de respeto, de confianza y apoyo; y no el amigo o el padre ausente.
Donde desde casa no se enseña a formar carácter y a afrontar la diversidad de pensamiento, ideologías, credos o criterios; y se crean monstruos fanáticos religiosos o zombis de derecha o izquierda que llegan tan solo a perfeccionarse al salón de clase.
Donde nuestra cultura no censura de forma efectiva, pero no plantea caminos para que el docente o el que así se llama, no se aproveche de creaturas indefensas y les haga victimas de sus más funestas y lascivas fantasías; o coaccione para sacar de la sobreventa del servicio algún beneficio económico a cambio de comportamientos no éticos.
Donde autoridades educativas esperan que a sus funciones docentes se le aúnen las «funciones docentes que considere la empresa», las «funciones morales y paternales (obviamente omitidas en casa)», los entuertos (provocados por docentes incomprensivos que tuviera el alumno en el pasado), las necesidades emocionales que el niño y el adolescente atraviesan en sus distintas etapas de desarrollo; las precarias condiciones de los salones (en instituciones públicas y privadas); el poco tiempo que se dispone para planificar, desplanificar y replanificar contenidos; la colosal cantidad papeleo por completar, las necesidades personales de cualquier ser humano sano tiene; se toque las campanas, se dicte misa, recoja las limosnas, barra la entrada y confiese a los feligreses.
Y todo esto sin incluir factores sociales, políticos económicos y la situación de la violencia.
Señores no estamos para nada cerca de un progreso educativo, ni en el ámbito público o el privado, en tanto se mantengan actitudes de preferencia sobre la memorización por sobre la generación de contenidos, donde no se dé autonomía al estudiante para alcanzar su conocimiento por sí mismo; en tanto no eliminemos o busquemos otro proceso que no condene al estudiante a un proceso skirneriano de lucha entre castigo y recompensa (entre aprobado y reprobado; entre estrellita en la frente u orejas de burro).
Necesitamos un cambio de perspectiva, de cultura y de hábitos que muy probablemente no llegará hoy, ni mañana: quizá en 2022 no habremos de conocerlo aún. Ni aun cuando dejemos de compararnos con Finlandia o Singapur. Quizá no llegue nunca y eso es lo más doloroso y honesto del proceso.
Luis Ricardo López Alvarez

Escritor, docente y lector. Licenciado en Letras por la USAC yProfesor en Lenguaje y Ciencias Sociales por la UFM. Miembro del colectivo Testosterona Literaria.
Un Commentario
Gracias por participar Dolores ^_^
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