-Jorge Mario Salazar M. / PALIMPSESTO–
En Guatemala nos hemos acostumbrado a los escándalos políticos. Casi los esperamos con ansiedad. Nos sentimos desolados y desorientados cuando esperamos el jueves de Cicig, o el viernes y hasta el domingo puede ser ese día cuando la justicia haga por nosotros los ciudadanos lo que no hemos sido capaces de lograr en las calles ni en las urnas electorales. Somos una sociedad que vive a la expectativa de soluciones a los problemas que vivimos sin aportar mucho para que se produzcan los desenlaces deseados.
Nos parecemos al personaje de la novela Después de las bombas del escritor guatemalteco Arturo Arias. Una vieja que se lamentaba que hubiesen cesado los bombardeos en una ciudad asediada por la guerra. Ella se quejaba de que ya no cayeran las bombas. Estaba tan acostumbrada a escuchar el sonido que emitían durante su caída libre desde los aviones que con esos sonidos calculaba el tiempo de su vida. Al llegar la paz, al cesar las bombas, su vida se dislocó en un tiempo sin medidas.
Así vive nuestra sociedad. En medio de una respiración amodorrada que se reactiva con cada escándalo que se le descubre a la administración pública. Escándalos que nos sirven como ducha matutina, que nos alegran el corazón y nos despiertan todos los órganos con la producción de endorfinas que hasta nos hacen cantar bajo la regadera. Así nos caen los escándalos, ya que por otro lado nos atormenta el silencio de los organismos de justicia cuando vemos como, utilizando su poder en las instituciones, las mafias, a quienes reconocemos todos los guatemaltecos, desmontan lo construido en estos dos años de lucha contra la impunidad y la corrupción.
El último embrollo del presidente por sus gastos suntuosos con dinero del Estado ha servido para diluir un poco el remesón de la elección del junior Arzú y otros 4 tránsfugas en la Junta Directiva del Congreso de la República. Esa Junta Directiva ilegítima que lidera las acciones legales en contra de la lucha anticorrupción. La ciudadanía se ha entretenido con indignación escuchando los pretextos de los funcionarios que intentan ocultar lo corrupto de la acción del presidente de comprarse cualquier lujo de manera espuria, echándole la culpa a cualquier funcionario, menos al verdadero responsable que es don Jimmy Morales y que debe pagar de su bolsillo sus regalitos y caprichos. Al fin y al cabo, estos escándalos menores reafirman el carácter de nuestro presidente, oscuro y turbio, retorcido y mordaz, para nada tonto. Eso sí, mal intencionado y resentido.
Pero el golpe de mano que puede significar el caso Odebrecht sí ha levantado todas las expectativas de la ciudadanía. La captura internacional de Baldizón, el defenestrado cuasi presidente, viene a demostrar que las identidades partidarias de los diferentes políticos de carrera son, ni más ni menos, nidos de parásitos en donde todos se revuelven en el mismo cieno al ser expulsados de un cuerpo enfermo. Sinibaldi financiaba a Baldizón. Ambos se beneficiaban del manto creado por Baldetti y Pérez Molina, con sus flancos protegidos por Sandra y Álvaro Colom. Hoy día, la defensa de todos ellos la dirige Alvaro Arzú, de la mano de su junior.
Interesante leer la lista de diputados que aprobaron los préstamos para el pago del contrato y mordidas de la constructora Odebrecht. No se salva ninguno. Ni siquiera los que no votaron a favor y el ruego a los cielos de esta ciudadanía sin manos, ni pies, ni voz propia es que una entidad ultrapoderosa recoja a todos estos políticos en una jaula de donde no salgan nunca. Pero esto es más difícil de lo que se cree. Cuando se dice poderes fácticos es que de verdad existen allí, a la vista de todos y tanto el mañoso Arzú como el tonto Jimmy se aprovechan de eso para pasarse la ley por el forro. En ese interregno no tienen acceso las protestas, los pronunciamientos y los recursos. No existe un poder ciudadano capaz de derrotar a los corruptos en el marco de la ley que ellos mismos manejan a su conveniencia.
Las reformas de leyes exigidas por la ciudadanía a partir de la crisis desatada por la pareja Pérez Molina-Baldetti han ido perdiendo contenido y se van convirtiendo en nuevas frustraciones sociales. Por un lado, abonando a una condición peligrosa de estallidos sociales de consecuencias predecibles y sin resultados positivos para el Estado de derecho. Y por otra parte, la profundización de la crisis del Estado fallido que sirve a las mafias y a los corruptos sin límites a su poder. La ciudadanía no ha aprendido de esta jornada de casi tres años que su única posibilidad de derrotar a toda la inequidad que nos gobierna está en la organización. Así, cada vez que una idea comienza a perfilarse como opción para articular los esfuerzos diversos y dispersos de ciudadanas y ciudadanos honestos que comparten la visión de un país diferente, los mismos actores se disparan en los pies. Esta coyuntura se nos va de las manos. La lucha jurídica del MP y la Cicig no será suficiente en los meses de vida que les queda. Habrá que redoblar los esfuerzos por la unidad o dedicarnos a pedir a los dioses y los superhéroes que nos salven.
Fotografía principal tomada de Pixnio.
Jorge Mario Salazar M.

Analista político con estudios en Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación. Teatrista popular. Experiencia de campo de 20 años en proyectos de desarrollo. Temas preferidos análisis político, ciudadanía y derechos sociales, conflictividad social. Busco compartir un espacio de expresión de mis ideas con gente afín.
Un Commentario
Excelente análisis es básico entender cómo los medios moldean el imaginario de la población urbana para que se preocupe por el día a día y sus problemas. Sin memoria histórica que permita la recuperación de la dignidad y participación política ciudadana en atención que es el soberano
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