¿Cómo afrontar un ambiente obesogénico?

Susan Aragón Ruckwardt | Para no extinguirnos / CAMBIO DE HÁBITOS

Cada día, la niñez está más expuesta a un entorno en el cual se dificulta realizar un estilo de vida saludable. Actualmente vivimos en un ambiente obesogénico (entorno que fomenta la ingesta calórica elevada y el sedentarismo) en el que se tienen barreras o se desalienta la alimentación saludable y la actividad física; en donde nuestros niños y niñas tienen más disponibilidad y accesibilidad a un alimento chatarra, que a una porción de fruta o verdura. Consecuentemente, se desencadena un problema de salud pública, debido a que los niños y niñas que presentan obesidad tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta, con altas probabilidades de presentar enfermedades no transmisibles como la diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Para transformar un ambiente obesogénico en un entorno saludable, es necesario promover la implementación de políticas públicas coherentes para aumentar el consumo de frutas y verduras en la población infantil, y reducir el consumo de bebidas azucaradas y productos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Adicionalmente, los legisladores deben implementar políticas que contribuyan a la protección de la población infantil frente a los efectos de la promoción y la publicidad de las bebidas azucaradas, comida rápida y productos de alto contenido calórico.

Es aconsejable incluir en el Currículum Nacional Base , la formación nutricional en temas de malnutrición, refacciones nutritivas, desarrollo de actividad física, importancia de las frutas y verduras, consecuencias del consumo de comida chatarra, incentivar el consumo de agua potable, inocuidad en los alimentos, conocimientos de tradiciones agrícolas, entre otros. Es importante que los centros educativos públicos garanticen alimentos inocuos y saludables (por ejemplo, desayuno, almuerzo o refacción), que simultáneamente brinden acceso gratuito de agua potable a través de bebederos o filtros de agua y que promuevan actividad física diaria a través de descansos activos mediante ejercicio físico y recreos activos.

La participación de los padres de familia en el hogar es fundamental. Ellos pueden incentivar a través del ejemplo a sus hijos e hijas a realizar un estilo de vida saludable; deben poner a disposición en el hogar bebidas y alimentos saludables e inocuos, fomentando el consumo de frutas y verduras diariamente en los distintos tiempos de comida, reduciendo el consumo de bebidas azucaradas, integrando a la familias en actividades físicas, como realizar paseos en familia o participar en juegos activos.

La prevención es la mejor opción para reducir la prevalencia de la obesidad infantil, siendo necesaria la voluntad y el compromiso político en el corto, mediano y largo plazo, con el involucramiento de los centros educativos, sociedad civil, y la participación de los padres de familia, en la creación de entornos más saludables para la niñez.


Fotografía tomada de El Semanario.

Susan Aragón Ruckwardt

Nutricionista, dispuesta a apoyar a las personas a mejorar su salud a través de la alimentación. Aprecio disfrutar de un plato de comida hecho con esmero y cariño. Amante de los postres y del mar, agradecida por toda oportunidad de superación, y en busca de ser mejor cada día, como profesional y como ser humano. Tengo el propósito de compartir lo aprendido y brindar recomendaciones que ayuden a las personas a informarse sobre alimentación y a exhortarlas a atreverse a realizar cambios positivos y cotidianos que contribuyan a su bienestar.

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