Matheus Kar | Arte/cultura / BARTLEBY Y COMPAÑÍA
Mucho se ha dicho sobre este dibujo hecho por Leonardo da Vinci. Los comentarios, sin embargo, se han centrado en las proporciones perfectas del dibujo y han dejado de lado la línea de pensamiento que tomaba auge en ese tiempo: el Renacimiento. Y aunque muchos sincronizan las intenciones del científico italiano con el espíritu de la época, arrinconan estas intenciones al hombre y no a la obra en su metalenguaje. Como se puede observar, es un hombre desnudo pero con mucho cabello. Esta melena bien podría simbolizar las ideas, un hombre cargado de ellas o con exceso de ellas. El primer plano de la imagen muestra al hombre con los brazos abiertos y las piernas juntas formando una «T», como una cruz. El segundo plano muestra a un hombre con las piernas y brazos extendidos, como si tratara de aferrarse a los muros o se hubiera liberado.
La imagen está situada en el Renacimiento, la época cuando inician los problemas maritales entre hombre y teología. Este hombre, el del segundo plano, está encerrado en un círculo. El primero lo está en un cuadrado. Si revisamos algún libro de Historia, si es que hiciera falta, podremos notar que en esa época todavía habían reminiscencias de la «Tierra plana» y esta como centro del universo. El círculo claramente representa lo contrario: las propuestas de Copérnico, Galilei y Kepler. La temática de la obra, por lo tanto, es el triunfo de la ciencia sobre la religión.
Este comentario podría ser un poco más atrevido, incluso se podría aseverar que da Vinci ya intuía, de cierta manera, la dicotomía nietzscheana de lo apolíneo y lo dionisiaco. William Blake realizó dos obras plásticas muy similares: los dibujos de Newton y Nabucodonosor. Ambos representan dos hombres desnudos apoyados sobre las cuatro extremidades.
El primero representa a Isaac Newton, hombre brillante de Ciencia. Con la mano izquierda sostiene un compás y con la derecha señala un trazo. Este Newton, se puede notar, se encuentra al aire libre, está ventilado; aunque también podría estar al lado de un camino. Los caminos representan puntos de partida, intersecciones, encuentros, llegadas. Casi siempre, en ellos, existe la posibilidad de abordar a alguien. Estos abordajes siempre suelen ser con el lenguaje. Al igual que la mayéutica o la tarea peripatética del sofista, el lenguaje solo puede ser con los otros.
Otro detalle (no sé si alguien lo ha notado) es que no existe una división clara entre la toga de Newton y el papiro donde escribe. Por lo que se puede decir que el papiro es una extensión de sus vestiduras, o son sus vestiduras. Así, este lenguaje, el de los números, es una vestidura que usa para estar con los otros. Vestir y comunicarse, como se sabe, son convenciones sociales, normas de convivencia. ¿Acaso nos estará diciendo Blake eso?
El segundo muestra a Nabucodonosor II, rey babilonio del Antiguo Testamento. Newton, por estar desnudo, se asemeja a los filósofos griegos. El rey babilónico, siempre desnudo pero a cuatro patas, es la estampa del hombre que abandona la razón por buscar las pasiones. La barba del rey, otro interesante detalle que los diferencia, también se arrastra. La boca, como se sabe, es el conducto del habla y del lenguaje, una extensión del pensamiento. La barba, en muchos casos, está relacionada con el salvajismo y las montañas, con los cazadores y los leñadores. Estos hombres de montaña, en su mayoría, son hombres solitarios, no suelen hablar. Y si no hablan, dispensan del lenguaje, del logos. El rey babilonio, por lo tanto, no solo representa el salvajismo, sino también la pérdida del lenguaje. Si la metáfora fuera justa, la barba es una escalera, una escalera por donde se baja el lenguaje. Otra vuelta de tuerca: Nabucodonosor es la imagen del lenguaje abandonando la nave antes de que se hunda.
Leonardo da Vinci, anterior a Blake, parece haber sintetizado estas dos posturas en una sola imagen: la del hombre sin lenguaje y la del hombre con el lenguaje. Lo dionisiaco (aquello incomunicable) y lo apolíneo (razonable hasta cierto punto). Regresando al Hombre de Vitruvio, si se observa bien, no es un hombre sonriente, animoso o vulgarmente feliz. Más bien parece estar angustiado, como si algo lo molestara. Algo que es sumamente interesante son las proporciones del dibujo, son matemáticamente exactas. Pero esa exactitud, según Nietzsche, no lo salva del sufrimiento, únicamente lo encubre. El Renacimiento, posiblemente, lo que logró fue amistar al hombre salvaje con el racional. De alguna forma, se racionalizaron los salvajismos. La irracional quema de brujas fue desplazada por la lobotomía científica. Quizá por eso Freud, en pleno siglo XX, aseguró que, pese a todo, el hombre sigue esclavo de sus pasiones, pero las racionaliza de una forma socialmente aceptable. Dijo que el altruismo no es más que otra forma de expiar la culpa excesiva.
Imagen principal, Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, fotografía por Luc Viatour, tomada de Wikimedia Commons.
Matheus Kar

(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).
3 Commentarios
Para compartirles que en el libro: El hombre de Vitruvio descifrado (2017), se muestra la matemática y geometría que hace 500 años dejo oculta Leonardo Da Vinci; del mismo modo sabían ustedes que la mayoría de las proporciones que dejo escritas en esta hoja, al aplicarlas a su modelo no se cumplen, como se demuestra en el siguiente vídeo (Las medidas falsas de Vitruvio):
https://www.youtube.com/watch?v=0gkMTiTJ-r4
Muy buen texto Matheus, realmente he quedado admirado!
Saludos
Jaime
Muy interesante el artículo. El hombre con lenguaje y el hombre sin lenguaje. Lo dionisíaco y lo apolíneo. Lo instintivo y lo racional. El paralelismo entre Da Vinci y Blake. Abre una perspectiva para ver e intepretar lo que somos, el hombre, la humanidad. Lo que debemos descubrir del Renacimiento, ese cruce de racionalidad y salvajismo. Felicidades, Math y a los amigos de Gazeta.
Dejar un comentario