Ciudad capital ¿verde?

Sindy Hernández Bonilla | Para no extinguirnos / SIMBIOSIS

Hace un año, en abril de 2018, la Asamblea General de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), concedió a la ciudad de Guatemala el título de «Capital verde iberoamericana», título que ostentará durante 2019.

Según la UCCI, la ciudad de Guatemala obtuvo este reconocimiento «por el compromiso adquirido al aplicar políticas públicas sustentadas en la gestión ambiental para la recuperación y restauración de áreas verdes y la consolidación de la biodiversidad urbana, algo que contribuye a la sustentabilidad y al desarrollo de la ciudad».

Siendo honestos, este título le queda muy grande a la capital. Es bien sabido que la municipalidad de Guatemala, lejos de impulsar políticas públicas serias y responsables para atender los graves problemas ambientales que aquejan a la población, los ha ignorado y ha sido más bluff.

Entre otros, se necesita una limpieza visual y auditiva de calles y avenidas; mejorar el manejo de desechos sólidos y líquidos; sanear y recuperar los ríos; normar el uso y consumo del agua superficial y subterránea; implementar transporte público amplio, limpio y seguro.

Por ejemplo, si analizamos este último aspecto, según las estadísticas de la Superintendencia de Administración Aduanera –SAT–, en un período de diez años (2008-2018), el parque vehicular registrado en el departamento de Guatemala se incrementó en 69 %. De acuerdo a la SAT, actualmente circulan más de 1 509 048 carros.
Amílcar Montejo, intendente de la Policía Municipal de Tránsito de la capital, señala que diariamente ingresan al parque vehicular de la ciudad de Guatemala 220 vehículos nuevos, bien sea vehículos recién adquiridos, motocicletas, transporte pesado u otros. Solo en la ciudad de Guatemala, diariamente, circulan cerca de un millón cien mil vehículos.

Así, el parque vehicular crece exponencialmente, pero las vías siguen siendo las mismas. En gran medida se debe a que el transporte público, además de ser obsoleto, opera bajo una serie de irregularidades que van desde el cobro mayor al valor autorizado del pasaje, el horario limitado en el que circula, las paradas de bus en mal estado o inexistentes, la inseguridad, el acoso principalmente a mujeres, entre otros. Este escenario obliga a la compra de vehículos, a la movilización en taxis o microbuses colectivos particulares, que cobran más caro y no están regulados.

Lo mismo ocurre con el uso de agua. No existe legislación ni políticas públicas orientadas a su adecuada gestión, ni a planes para la recuperación de zonas de recarga hídrica. La mancha urbana se está expandiendo por la construcción de edificios de apartamentos, de centros comerciales, de gimnasios y de otros comercios, y cada construcción conlleva la perforación de un pozo. Este exorbitante crecimiento está reduciendo las zonas de recarga hídrica. Prácticamente se está agotando el recurso hídrico.

Así, se podría continuar argumentando por qué la ciudad de Guatemala está lejos de ser una capital verde y, por el contrario, va en camino de ser una capital gris, plagada de carros, de contaminación y sedienta. Por esto y más, quedan muchas dudas sobre los criterios para otorgar a una ciudad como la de Guatemala el título «Capital verde». Lejos de sentir orgullo, debería alarmar que los próximos cuatro años la ciudad de Guatemala vaya estar en manos de una municipalidad que se mofa de las apariencias o incluso de una peor.


Sindy Hernández Bonilla

Amo la naturaleza y por ende la vida. Me apasiona trabajar y siempre estoy aprendiendo. Tomo en serio y empeño lo que hago: el trabajo, mis relaciones, mi entorno. Escribir es un ejercicio que además de estimular mi creatividad, permite compartir algunas de mis inquietudes y reflexiones principalmente de la biología o la ecología.

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Correo: sindyhernandezb@gmail.com

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