Citas de coyuntura

Francisco Cabrera Romero | Política y sociedad / CASETA DE VIGÍA

La coyuntura guatemalteca siempre da para muchas cosas. Este es un país donde no solo se perdió la cordura, sino que quizá nunca se tuvo. Aún en medio de esa rara cotidianidad, ha sobresalido la brillantez de muchos de los mejores hijos de esta tierra, que han sabido plasmar en palabras bien articuladas, su vivencia o sobrevivencia en esta, a veces, incorregible cultura de la contradicción.

La literatura nacional ha recogido las mismas contradicciones expresadas en su momento, aunque a pesar del tiempo transcurrido mantienen vigencia. Aquí cito algunos trozos que bien recogen las lógicas de hoy:

Primero. No sorprende que haya quien abuse del poder, desde adentro como desde afuera del Gobierno. Pero es al menos «rastrero» que haya quien lo justifique. Para ambos, un trozo de Vámonos patria a caminar, de Otto René Castillo:

Subo las letras del alfabeto hasta la A que desemboca al viento llena de alegría y vuelvo a contemplarte como eres, una raíz creciendo hacia la luz humana con toda la presión del pueblo en las espaldas.
¡Desgraciados los traidores, madre patria, desgraciados.
Ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte!
¿Por qué nacieron hijos tan viles de madre cariñosa?

Segundo: Para quienes aún añoran el pasado militar y militaresco. De los grandes generales que «descendían a la Presidencia», un trozo de Guatemala, las líneas de su mano, de Luis Cardoza y Aragón:

Nulos, sangrientos y fecales
Los tiranos guatemaltecos tienen, por tradición, un profundo terror a los temblores porque demuestran al pueblo que, después de todo, hay fuerzas más allá de su control. Cuando un temblor y una erupción volcánica destruyeron docenas de pueblos en las tierras altas en 1902, Cabrera despachó pregoneros para proclamar que el epifoco del disturbio estaba en México y que nada serio acontecía, entre los restos de lo que había sido Quetzaltenango, el pregonero tenía que sostener una linterna prendida en pleno día para leer el manifiesto, tan negro estaba el cielo de ceniza volcánica. Pero leyó. Y después, como una idea tardía, uno de los poetas de la Corte de Cabrera admitió en una cola que la tierra había temblado, pero que Estrada Cabrera, aferrándola por los polos, la había inmovilizado en su lugar.

Tercero. Para quienes no han entendido la cosa, pero despotrican contra todo lo que no encaja en sus esquemas mentales (consistentes en que lo que hace el Mal está mal y lo que hace el Bien está bien). Y que a pesar de ser asalariados de a pie que los fines de semana van a McDonalds, hacen suyos los argumentos de quienes el fin de semana viajan en jet privado, un trozo de La oveja negra y demás fábulas, de Augusto Monterroso:

La cucaracha soñadora
Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.

Cuarto. Para quienes hoy se atragantan de soberanía y tratan de llenar de gloria la vergüenza de la guerra contra su propio pueblo desarmado, un poema, de Manuel José Arce:

Equis-equis
–No, no es él. –Sí, sí es él. –No, no es él. No es posible que esto pueda ser él. –Mira la cicatriz de la vacuna. –No, no es él. –Mira la corona de la muela que le puso Miguel hace seis meses. –No, no es él. –Yo pienso que sí es él. Que esta vez sí es él. –No, no es él. Como podría ser él si no tiene ojos. Como podría ser él si no tiene sus manos laboriosas. Como podría ser él si le han cortado sus semillas de hombre. Como podría ser él sin su guitarra ni su canción, sin aquel ceño duro ante el peligro, sin aquella sonrisa en el trabajo. Sin su voz pronunciando el pensamiento, sin su tonta manía de regalarme flores. Como podría ser él. No es él. Te digo que no es él. No quiero que sea él.

Quinto. Hay quienes creen que solo sus enemigos políticos se han cantado en los demás. Pero quisieran hacer lo mismo y lo harían si pudieran. Para ellos, esta pieza de Humberto Ak’abal:

Quisiera
Los pájaros cantan en pleno vuelo,
y volando cagan,
me les quedo viendo,
y mis miradas los siguen
hasta donde termina
la pita que les dan mis ojos

Cómo quisiera ser pájaro,
y volar, volar y volar,
y cantar, cantar y cantar,
y cagarme de buena gana
sobre algunos y algunas cosas.

La rica coyuntura larga que vive el país da para todo, incluso para repensar la buena literatura. ¡Escoja su trozo!


Imagen principal tomada de Boredpanda.

Francisco Cabrera Romero

Educador y consultor. Comprometido con la educación como práctica de la libertad, los derechos humanos y los procesos transformadores. Aprendiente constante de las ideas de Paulo Freire y de la educación crítica. Me entusiasman Nietszche y Marx. No por perfectos, sino por provocadores de ideas.

Caseta de vigía


2 Commentarios

Katy 09/05/2018

Genial. Gracias Francisco por compartir tan entrañables extractos literarios. Me quedo con la del hermano H. Ak’ab’al. Abrazos fraternos!

    Francisco Cabrera Romero 12/05/2018

    Gracias Katy!
    Esa pieza de Ak’ abal es muy buena, como casi todas las que ha hecho.

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