No se necesita ser un cinéfilo/cinéfila para apreciar una buena película. El séptimo arte reúne en sí un lenguaje simbólico al alcance de cualquiera que tenga a disposición los insumos para decodificarlo: sala de cine, televisión, computadora, tablet o celular.
Es verdad que hay películas que muestran cierta complejidad en el desarrollo de la trama, pero si el/la guionista o director/directora no son capaces de entregar la historia con cierta comprensión implícita, habrá fallado en su intención de comunicar a través del arte. Porque al fin y al cabo, el arte, aunque pareciera ser un mero acto catártico del autor, al ser expuesto ante otras percepciones tiene un fin comunicador.
La diferencia entre un espectador que disfruta ver películas y la cinefilia está en el amor que se le profesa a develar cada detalle de la producción de una historia, en lograr un mejor entendimiento de la intención del guionista y director a través de conocer el proceso de pre y posproducción, es decir, ir un poco más allá de lo presentado en pantalla, es una pasión expresa al mundo cinematográfico.
Mi reivindicación como cinéfila sucedió un día entre semana, pasado el mediodía. Llegué a las puertas de una de esas cadenas de salas de cine que operan en el país y me dirigí al área de taquilla a comprar la entrada para la película El viaje de la Nonna, que se proyectaba en el marco de un festival de cine mexicano. Quien me despachó pareció no haber comprendido mi petición al inicio, se alejó y habló con quien aparentaba ser un tipo de supervisor, los dos me veían a distancia con cierta curiosidad, después de una breve discusión y de que el supervisor afirmara con un leve movimiento de cabeza, el joven sonriente regresó a su caja y me entregó, finalmente, la entrada.
Cuando llegó la hora me acerqué al pasillo, allí una joven que se encargaba de revisar y recibir las entradas, tras ver la mía, dejó su quehacer para acompañarme hasta la puerta de la entrara de la sala que me correspondía. Ingresé agradeciendo el gesto a mi guía y sin hacer mayores preguntas me dirigí a la butaca que se encontraba en el medio de todas las demás butacas, mi lugar predilecto, y esperé paciente el inicio de la función. Durante los anuncios me di cuenta de que nadie más había ingresado a la sala, estaba completamente sola en aquel inmenso lugar frente a una pantalla gigantesca. Los anuncios terminaron y apagaron las luces, todo se quedó en oscuridad y silencio por un momento. Entonces me di cuenta de que la persona a cargo del proyector no me había visto ingresar y pensaba que la sala estaba completamente vacía, así que agité los brazos y chiflé para llamar su atención, poco tiempo después volvieron a encenderse las luces tenues de los pasillos y la película empezó.
El viaje de la Nonna es una comedia ligera que denota un buen trabajo de dirección y producción, pero mis ganas de reír, llorar y todas esas emociones a flor de piel tenían que ver más con el momento que vivía que con la misma película. Me sentí una guionista de la talla de Woody Allen realizando su privilegiada tarea, observando minuciosamente cada aspecto de aquella película, los diálogos, la locación, los personajes, las huellas que dejan a veces las ediciones, entre otras tantas cosas. Mi euforia llenó por completo el lugar, me di cuenta entonces de la pasión que me inspira el séptimo arte.
Imagen tomada de: http://www.posta.com.tr/bu-hafta-9-yeni-film-vizyona-giriyor-videosu-1297867
Claudia Pivaral

Cinéfila, guionista, documentalista, escribiente y persona en constante aprendizaje. Disfruto tanto del cine clásico como del actual. Estudié la Licenciatura en Letras en la Universidad San Carlos de Guatemala. En mi consciencia está suscrito que el arte no es un agregado cultural, sino la base de las grandes civilizaciones.
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