Luís Eduardo Ramírez | Arte/cultura / ¡QUÉ FUSAS!
Cielo rosado y tiempo naranja
Me pregunto si sirve de algo el estoicismo en estos tiempos.
Reflexiono si el civismo sirve de algo.
Y la franqueza, ¿tiene mérito o merece cumplido?
¿Es acaso útil tomar parte por una estrategia u otra?
Servirá de algo la costumbre y la distancia.
A dónde nos lleva este tiempo naranja,
por qué nos cubre este cielo rosado.
Es acaso el momento de borrar las clases.
Se irán sin duda los prejuicios cuando todos los perjuicios nos alcancen a todos.
No alcanzará ningún conocimiento, ninguna locura,
ni el ingenio ni la fuerza ni la bravura…
Y entre ironías y soberbia y lágrimas, iremos siendo menos.
Y la queja y el lamento se irán con el viento.
No importarán iras ni templanza.
Quiere solo el universo su energía de vuelta
y de sus átomos la transformación…
Ahora pienso si sirven de algo el oro
o divisa cualquiera.
O el palacio, el atuendo,
la máquina, el hábito o vicio cualquiera.
El protochapín
El protochapín mide 1.63,
tiene una mujer que se sabe y a la que da.
Es platicador y aunque no tiene ni muchas aulas ni muchas millas, dice siempre cosas convincentes.
Come frijoles, cocina otros tres platos para sus amigos,
les da la bienvenida sin tanta pompa, pero con una cerveza fría, café y charla,
a veces ofrece vino.
Sabe hábilmente pintar a su patria y despintar las otras,
aunque estas le procuren.
El protochapín lee a Vidaurre y se ríe,
y en efecto tiene un español deplorable,
sublime otras veces.
Tiene ínfulas de héroe, de bohemio, de buen hijo y es limitado pa’ comprender acertijo.
Ha estado en Praga, pero se embelesa con los maizales que hay entre Atitlán y Tecpán.
Se cree lo de la Florencia de Guatemala y lo del lago más bello del mundo y va por el mundo como vagabundo.
El protochapín en la diáspora sorprende, sea por su silencio, por su elocuencia tremenda, sea por su tremenda pasividad, sea por su acto determinado.
Toca marimba con concentración,
pero no canta mal las rancheras.
Tiene siempre una buena botella de ron en casa
pa’ un trago en soledad,
pa’ un amigo, y café instantáneo, o ya si pretende, en paquete o filtro y cafetera,
y por supuesto hace el café flojo,
cual agua de calcetín.
Come sus leguminosas entusiasta,
pero no desprecia croissants ni mejillones,
ni olvida su granizada con sal, limón y pepita.
Si puede va algún restaurante de Arguiñano,
y si está en el País Vasco, come un filete grueso,
medio crudo y unas copas de cidra.
No se olvida nunca de las tortillas y hasta las extraña, ni que chapió con machete o guadaña
o que chupó guaro y jugo de caña.
Flirtrea bien romántico, a ratos libidinoso.
Extraña sus elotes en la diáspora.
De puntual agenda o de vida espontánea y ratos.
Si quiere secunda las causas de los amigos,
pero si no quiere nada lo mueve y mueve nada.
Los cuadros que pinta de minimalistas poco tienen,
pero pinta bien y siempre consigue mecenas.
El protochapín dice palabras buenas y obscenas,
debate en tiendas, academias y bares,
con la mujer en el lecho… malabares.
Luís Eduardo Ramírez

Todo lo relacionado con «el uso de los dedos y lengua» es lo mío, y cuando digo esto, me refiero al gusto por las armónicas en tonos C, D, G y A. Y claro, los instrumentos de cuerda, sean pulsadas o frotadas, además de aquellos de acción de tecla. Por otro lado, el interés por las coyunturas, las culturas y la música.
Correo: jails817@gmail.com
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