Luis Felipe Arce | Política y sociedad / EL CASO DE HABLAR
El término «chatarra» proviene del eusquero «txatarra» que significa: «lo viejo». En la actualidad, al hablar de chatarra nos referimos a una serie de conceptos especificos orientados al tema del reciclaje. Sin embargo, no podemos evitar abrir un abanico de variadas interpretaciones en distintos campos de la actividad humana.
Por principio, nos referimos a la gestión y el reciclaje de partes de metal de desecho; residuos férricos e industriales. Si lo aplicamos a los alimentos, nos encontramos con lo que se ha dado en llamar «comida chatarra», que es una serie de alimentos y bebidas de muy baja calidad que impactan, de manera negativa, en la salud del cuerpo –refrescos y bebidas con mucha azucar, exceso de dulces, chocolates, alimentos empaquetados hasta comida rapida– hamburguesas, pizzas, frituras y «alimentos» afines.
En las ciencias sociales y las ciencias humanistas, es cada vez más común oir hablar de «pensamiento chatarra».
Gabriel Zaid, en su libro El secreto de la fama (Lumen, México 2010), lo explica de esta manera:
La presión trepadora desemboca en el ascenso de los mediocres. Se supone que el darwinismo, ferozmente competitivo, debería entronizar a los excelentes, no a los incompetentes. La competencia trepadora no siempre favorece al más competitivo en esto o aquello, sino al más competente para competir, acomodarse, administrar sus relaciones públicas, modelarse a sí mismo como producto deseable, pasar exámenes, ganar puntos, descarrilar a los competidores, conseguir el micrófono y los reflectores… hacerse popular. La selección natural en el trepadero favorece el ascenso de una nueva especie darwiniana: el mediocris habilis.
Si nos detenemos a meditar con más detalle en el oportuno análisis de Gabriel Zaid (ingeniero, escritor, poeta y ensayista mexicano), nos daremos perfectamente cuenta de que su punto de vista se enmarca, tristemente y con renovada intensidad, en la realidad cotidiana de nuestros países.
La competencia trepadora, el ascenso social de la impresentable clase política nacional nos ha traido un sinnúmero de problemas, cada día más graves y de consecuencias impredecibles para nuestro futuro inmediato. Con la misma facilidad con la que venden «sus valores y principios», así regalan nuestros recursos naturales, la democracia y la soberanía nacional (caso «el tercer país seguro»).
La sociedad guatemalteca nunca ha funcionado como una sociedad en el estricto sentido contemporáneo, nunca hemos logrado sobrepasar la estructura colonial y neocolonial. El poder central ha perdido cualquier legitimidad y autoridad moral para estar al frente del Gobierno. El sistema imperante es injusto y dramáticamente antipopular –más falso que una realidad sostenible–. Se hace urgente y necesario, entonces, una nueva distribución del poder que le devuelva al pueblo la dignidad perdida, su valor humano, fortaleza a la autoestima y le de un nuevo sentido a la vida.
Las élites tradicionales se han envalentonado por sus beneficios, malamente obtenidos, y están dispuestas a no ceder ningún tipo de concesiones a todo un pueblo, cada vez más necesitado de reivindicaciones sociales –tan oportunas como largamente esperadas–.
El resultado de la amañada primera vuelta electoral del pasado mes de junio es el triunfo de la hipocresía, nos presenta un sórdido y oscuro panorama para el futuro de nuestro país. Los dos candidatos, ampliamente cuestionados y repetidamente reincidentes en la carrera por la Presidencia están, producto de esa recurrente y necia reincidencia, totalmente endeudados de campañas anteriores, deben hasta lo que tienen puesto y, más aún, innumerables favores recibidos… es tiempo de pagar las altas facturas que los llevaron a ser finalistas.
Ninguno de los dos contendientes –verdaderas «chatarras» en desuso– han presentado serios, analíticos y coherentes programas de gobierno. Eso sí, han utilizado los medios de comunicación y las redes sociales para acomodarse y hacerse populares, pero se han rodeado de viejos –cuestionados y reconocidos personajes– que nada bueno han dejado en su largo transitar por el trapecio de la irreverente, manoseada y descarada política criolla.
En lo absoluto, lo dos candidatos no representan un necesario cambio –ni medianamente aceptable–, son coyotes de la misma loma; atados a ilegítimos e inaceptables compromisos con reconocidos criminales, poderosas redes de influencia y defraudación al fisco, tráfico de drogas y cooptacion del Estado. Millones y millones de quetzales han sido desviados al no ir a parar a programas de beneficio para las grandes mayorías, sino a pocas manos de políticos avorazados que ya eran corruptos o se dejaron corromper.
Frente a esa incontenible masa de personajes, amparados y protegidos por impunes pactos de corrupción, se encuentra una izquierda fragmentada que nunca ha tenido arraigo popular y su poder de convocatoria y movilización es más metafórico que efectivo. Se necesita de una renovación del paradigma social, del mensaje a la población. Existe una confusa falta en el pensamiento programático y, ante todo, en su proyección hacia el movimiento popular en general.
La legitimidad social no se alcanza con implementar todo un proceso eleccionario –nada transparentes y manipulado antojadizamente–. La legitimidad se consigue mediante el consenso al interior de la masa votante en elecciones libres en la que participen, sin ningún tipo de restricción, todas y cada una de las corrientes en pugna… que incluyan a la totalidad del abanico ideológico en un participativo y democrático juego de ideas, principios y programas.
En el país de la violencia sin castigo y la justicia sin fuerza, el actual proceso no es representativo. Se bloqueó y descalificó la participación de protagonistas sociales de peso comprobado que estaban comprometidos, eso sí, a romper con el orden establecido e implementar políticas públicas más coherentes, necesarias y prioritarias.
La conocida clase trepadora se volvió a salir con la suya –entre pactos espurios y deshonestos–, está negociando bajo la mesa cualquier tipo de turbias componendas. El panorama de cara a los próximos cuatro años se proyecta cada vez más oscuro y desalentador. En lugar de avanzar en busca de un futuro promisorio, hemos y seguiremos retrocediendo.
La realidad subyacente
Guatemala, hoy por hoy, es una república colapsada, cooptada y muy vulnerable; nada funciona como debe, la turbulencia política, los desórdenes sociales, el caos financiero, la falta de certeza jurídica, el narco Estado, entre otros males mayores, han hecho que la sociedad entera se haya sumergido en un barril sin fondo, en una situación caótica con resultados nefastos, cada vez más recurrentes y perniciosos para una sociedad como la nuestra, enfrentada a crisis profundas que se reproducen en todos los niveles y espacios del entramado económico, político, legal, social y cultural.
Vivimos en una sociedad incoherente que sin embargo muestra, a pesar de todos sus clavos y filosas espinas, esperanzadoras señales por alcanzar un nuevo orden surgido de la misma condición caótica en la que nos encontramos. Sumergidos en el fango, después de incontables años de despreocupación, indiferencia y desmedido saqueo continuado.
Esta, y no otra, es la realidad con la que se encontrará el «nuevo ungido», una realidad que ninguno de los dos protagonistas principales de la presente novela de terror está preparado para afrontar… mucho menos corregir, enmendar y superar.
Son «herederos» de los desatinos y caprichos de nuestro Nutty Professor –Profesor Chiflado Tropical– un payaso cínico y remendón… un ridículo personaje que hizo las del pato… la cagó de entrada y la cagó de salida.
El señor Morales «aventajado abanderado» del gobierno saliente que es la cara de la destrucción personalizada y del sistema de corrupción generalizada que recibió del pueblo una Guate-mala y la entregará Guate-peor.
La política es, fundamentalmente, un duro aprendizaje de la decepción. La estrategia de ganar elecciones es muy… muy diferente a la tarea de gobernar. Existe una incompetencia generalizada a la hora de analizar prioridades, resolver problemas y tomar las mejores decisiones. Esto provoca una calesita interminable de promesas, falsas espectativas, frustraciones, engaños y desengaños.
«Cuando era joven había decidido ser pianista en un burdel o político profesional. A decir verdad, no hay mucha diferencia».
Harry S. Truman
A decir verdad… ninguno de los dos personajes «designados» tiene la competencia y la solvencia moral para gobernar responsablemente ni hacer realidad el sueño de los muchos. Su período de gobierno no se saldrá de los cánones establecidos… se seguirá con el despilfarro, la improvisación y el robo a manos llenas.
«Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano, por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir dichos problemas. Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre».
Ángela Merkel
Luis Felipe Arce

Guatemalteco. Ingeniero civil, por varios años gerente de Producción para Centroamérica de una importante corporación mundial dedicada a la fabricación de materiales refractarios y aislantes. Actualmente, consultor independiente.
Correo: luisarcef@yahoo.com
3 Commentarios
Gracias por tu comentario estimado Arturo.
Efectivamente todos lo sabemos y la única solución ideal para cambiar nuestros recurrentes males es cambiar de raíz a los negligentes votantes, los ciegos guatemaltecos, que son cerrados ante las evidencias y vuelven cada cuatro años a votar por los mismos.
Al día de hoy, a menos de 15 días de la segunda vuelta YA TODO ESTÁ DICHO, quede quien quede SOLO SERÁ POR LA DECISIÓN DE LA CIEGA MANADA.
El único camino que va quedando es una revolución pero, estoy seguro, que no la veremos en nuestra generación, ni en la que siguiente, tal vez la que se está formando ahora con otros valores y otro concepto de vida.
Hay cuatro ingredientes básicos para hacer crecer una simple revuelta en revolución: planteamientos vanguardistas de los ideólogos, el acelerado descontento pupolar, la presencia de verdaderos y carismáticos líderes y la pasividad o deserción del ejército -al servicio de la opresión- ninguno de estos cuatro elementos existe actualmente en el país. La ignorancia y la manipulación de la población votante es evidente… mientras éste parámetro se mantenga, nunca se podrá pensar en un verdadero cambio. Es lastimoso…. pero es la realidad.
DE acuerdo con tu apreciación mi querido Guichín; pero…… eso ya lo sabemos; cual es la propuesta?. Un abrazo fraternal.
Gracias por compartir tus reflexiones, que deberían de ser las preocupaciones de todos los ciudadanos responsables para discutirlas y ver si se le encuentra alguna salida a la problemática político-económico-social.
Un fraterno abrazo desde la distancia. Tu amigo Cebolla
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