Centenario de la Revolución rusa

-Edgar Ruano Najarro / LA RAZÓN DE LA HISTORIA

En el 7 de noviembre próximo se cumple el centenario Revolución rusa de 1917, la cual provocó la caída del régimen autocrático zarista y la creación posterior de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), que según la doctrina de sus dirigentes, fue el primer Estado socialista encabezado por obreros, campesinos, soldados e intelectuales. A la altura del año 17 del siglo XX, el movimiento obrero contaba ya con más de un siglo de haber surgido en la historia europea y había seguido dos líneas de desarrollo y acción: a) la creación de organizaciones obreras, como los sindicatos y uniones obreras, por un lado, y por el otro, en organizaciones políticas que representaban los intereses obreros frente al resto de fuerzas políticas de la sociedad; b) las luchas netamente obreras traducidas en los movimientos por la reducción de la jornada de trabajo y el aumento de los salarios y otras demandas, así como las luchas obreras de carácter político, como fue el caso de su importante papel en las revoluciones europeas de 1848 y especialmente la revolución conocida como la Comuna de París de 1871, que fue el primer experimento del control de Estado por parte de fuerzas sociales en el que los obreros tenían un destacado papel.

Por ello, la Revolución rusa cobró gran relevancia no solamente en Europa, sino en el resto del mundo, porque constituyó la concreción de un sueño largamente acariciado por los obreros y pensadores socialistas de todo el mundo, es decir, el “asalto al cielo” que significaba la toma del poder por los sectores populares con los obreros a la cabeza. Esta revolución rompió radicalmente con la tradición revolucionaria europea que estaba impregnada por las ideas y el ejemplo de la Revolución francesa de 1879, en especial porque el motor social y político eran sectores trabajadores dotados con la ideología socialista que había surgido en el siglo XIX al amparo de las luchas obreras y que tenía como mayor y principal exponente al marxismo. La creación del Estado socialista en Rusia en 1917 fue, pues, la realización de los anhelos de las luchas obreras y a la vez el inicio de un ciclo de revoluciones que, según fue interpretado en esos días, habrían de sepultar al capitalismo y harían surgir el nuevo orden socioeconómico tantas veces anunciado y teorizado en el siglo XIX.

No obstante, la revolución proletaria de contenido socialista se pronosticaba en los países más capitalistas de la época como Inglaterra, Francia, Alemania y otros, lo que significaba en las sociedades de mayores contingentes obreros o, lo que es lo mismo, que sus relaciones sociales eran más simples en el sentido de que el capitalismo borraba los vestigios sociales de antiguo régimen expresados en las divisiones de casta y por ello la tensión social más importante que se abría paso era la que se registra entre el capitalista y el obrero. Pero, no fue así, la revolución socialista se produjo en Rusia, en cuya sociedad apenas se había abolido la servidumbre por decreto más no totalmente en la vida real, en la que operaban las relaciones de casta y en la cúspide social y política dominaba una nobleza encabezada por el zar. No significa que no hubiera obreros, pues el capitalismo ya había echado raíces en las grandes ciudades y en sectores importantes de mismo agro ruso.

Cómo fue posible esa revolución en Rusia, cómo se llevó a cabo y cuáles fueron las consecuencias para Europa y el resto del mundo, es uno de los grandes temas de la historia mundial contemporánea, ya que el siglo XX no puede conocerse ni explicarse en un sentido histórico sin tomar en cuenta la poderosa influencia de este acontecimiento revolucionario que contribuyó para darle forma a dicha centuria. No hay que olvidar que buena parte de la política doméstica en decenas de países en Europa y el resto del mundo giró alrededor de combatir a muerte las ideas socialistas o comunistas, tuvieran fuerza o no en una país determinado, todo para evitar que se siguiera el ejemplo de la Revolución bolchevique. La misma existencia de un Estado socialista era un hecho intolerable para el conjunto de naciones capitalistas que dominaban la economía mundial, con lo cual las relaciones internacionales terminaron por dar vueltas en torno a las relaciones con ese Estado.

Edgar Ruano Najarro

Guatemalteco sociólogo e historiador. Se ha desempeñado en la docencia universitaria. Ha publicado diversos títulos cuya temática ha estado relacionada con la historia política de Guatemala del siglo XX.

La razón de la historia

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