Carta a un compatriota

Tomás Rosada | Política y sociedad / MIS CINCO LEN

Estimado Luis, creo que nunca nos hemos visto en persona, o quizás alguna vez en algún evento público en Guatemala. No me acuerdo la verdad, y tampoco importa. Te he leído varias veces y en más de una ocasión me has hecho reflexionar. Por eso me tomo la libertad de escribirte, porque creo que es del intercambio de ideas que surgen las soluciones auténticas a cualquier problema.

Esta vez te tengo que decir que me sorprendió enormemente tu posición con relación al censo y el valor de la estadística. Tanto que por un momento pensé ¿será un recurso literario el que está usando para darle nitidez al argumento? Algo así como aquel “érase un hombre a una nariz pegado”… Es cierto que la hipérbole funciona en ocasiones. Pero luego también pensé ¿y si no? ¿y si está hablando en serio? Y allí me entró una enorme preocupación y necesidad de ponerlo por escrito y generar una conversación. (Dicho sea de paso, te lo agradezco. ¡Llevaba más de dos meses de sequía editorial!).

Me puse a imaginar por un instante el mundo que nos estás proponiendo. Uno en donde no tengamos materia prima para generar evidencia. Uno en donde la política pública se haga estrictamente de manera intuitiva, casi que sacando el dedo por la ventana para olfatear para dónde sopla el viento.

Pensé también en mi experiencia profesional y académica. ¿Qué hubiera hecho yo sin los censos de población y las encuestas de condiciones de vida para aprender a hacer líneas de pobreza, mapas de pobreza y para construir tipologías que luego nos permitieran diferenciar entre pobres crónicos versus inerciales, por ejemplo? ¿Cómo habría podido escribir mi disertación doctoral, intentando seguir los trabajos de François Bourguignon y Francisco Ferreira, para hacer análisis de desigualdad en Guatemala?

Me pregunté también cómo podríamos haber tenido en el FIDA, mi anterior empleador, una discusión sobre el tamaño del sector rural en América Latina y la validez de la definición de países de renta media, y lo que eso implica a las instituciones multilaterales, sin saber de qué sujeto estábamos hablando. Pensé también en las interminables discusiones que hoy se tienen aquí, en el Banco Mundial, sobre las dinámicas y procesos de toma de decisión “puertas adentro” del hogar, un fenómeno del que sabemos tan poquito, justamente porque los datos que hay disponibles no nos lo permiten.

Y así estoy seguro de que podríamos seguir buscando y encontrando más ejemplos en países en desarrollo en casi todos los campos, pero también en países desarrollados. Échale un vistazo por ejemplo este video sobre una discusión muy interesante que está teniendo lugar en los Estados Unidos. Los censos y las encuestas fueron y siguen siendo una invaluable herramienta de análisis y propuesta en todo el mundo.

Estarás de acuerdo conmigo en el valor de la evidencia para poder avanzar y salir del atraso, como también estoy yo de acuerdo con vos en que es necesario garantizar que la información tendrá un uso adecuado. Lo que no podemos permitirnos es tirar el agua sucia del baño con el bebé adentro. Un abrazo a la distancia, Luis.


Tomás Rosada

Guatemalteco, lector, escuchacuentos, economista y errante empedernido. Creyente en el poder de la acción colectiva; en los bienes, las instituciones y los servidores públicos. Le apuesta siempre al diálogo social para la transformación de estructuras. Tercamente convencido de que la desigualdad extrema es un lastre histórico que hay que cambiar en Guatemala. Por eso, y sin querer, se metió al callejón del desarrollo, de donde nunca más volvió a salir. Algún día volverá a levantar el campamento y regresará a Guatemala para instalarse en el centro —allí cerquita de donde dejó el ombligo—, para tomar café, escribir, escuchar y revivir historias de ese país que se le metió en la piel por boca y ojos de padres y abuelos.

Mis cinco len

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