¿Cómo comenzó todo? Es decir, tu incorporación al teatro.
Yo nací en Guatemala y desde niña la danza me pareció mi vocación irrenunciable. El baile, el canto, la palabra hecha cuento, chiste o poesía, la fiesta, la reunión entre amigos, gratuita y solidaria, las aprendí con mis padres de los que seguramente heredé el amor y el respeto a la vida. Gracias a la escucha de mi madre cruzamos la puerta de la Escuela Nacional de Danza y ahí me quedé durante más de 15 años, primero en la Escuela y después en el Ballet Guatemala. La posibilidad de una expresión propia, más allá de los códigos del ballet, fue llegando gracias a la ética y el compromiso de artistas que fueron claves para mi quehacer: Christa, Iris, Roberto, Joaquín… Maestros que, además de técnicas, me transmitieron confianza y me dieron aliento para encontrar mi camino.
El encuentro con el teatro fue inevitable y mi participación en la fundación de Teatro Vivo aparece como posibilidad concreta de conectar corazón y cabeza, cuerpo y espíritu, conciencia individual y colectiva, desarrollo individual y participación social.
Se acaban los 70, renuncio al Ballet Guatemala porque siento que el molde de la danza clásica contrae mis músculos y paraliza mi cerebro. Participo en las creaciones deTeatro Vivo con Pisto, El mundo de los burros, Los unos y los otros y Tzul-Uman-Achí. Luego se produce la ocupación de La Galera, un intento de compartir espacios, alternativas y proyectos entre gente de teatro, músicos, escritores, pintores y otros soñadores valientes y marginales, sin olvidar a Efraín, niño-anciano de la calle, que también buscaba abrigo bajo las láminas de La Galera.
¿Cómo fue el proceso del exilio?
Se inician los 80, la efervescencia social es grande y la represión cada vez más violenta. Entretanto yo, como dice Viglietti en su canción Estados de ánimo:
Canté como si supiera
con el aire de mi pueblo
al borde de la alegría
la muerte nos quitó el sueño
los horrores del poder
son tantos tantos y tantos
contra ellos canto.
Teatro Vivo (es decir, Abel, Edgar y yo) sale de Guatemala el 31 de julio de 1980. Se inicia entonces el exilio en México, el trío se vuelve dúo, y al final quedamos una pareja, para la cual, a pesar de todo, continuar con el teatro es una evidencia: no sabemos, no queremos, no podemos hacer otra cosa. No hay nada tan claro como que ése es nuestro camino. Al cabo de un tiempo, el exilio se vuelve gira y la pareja se vuelve núcleo de un grupo itinerante al que se suman David, Pierre, Donald, en giras constantes por Sur, Centro y Norte América.
En el 84 finalizamos una gira en Europa y nuestro regreso a México se hace imposible. Empieza el exilio en Francia y una nueva crisis de grupo nos reduce nuevamente a dúo. En breve viajamos a España, donde después de intentar reencontrarnos con García Muñoz, primer director de Teatro Vivo, iniciamos la creación de Ixok, obra basada en testimonios de indígenas desplazadas por la guerra, alimentada de respeto y de nostalgia. Por esos años también creamos Tropical Connection con la que giramos por Alemania, pero fue Ixok la pieza que nos permitió, a finales de los 80, recorrer numerosos países de Europa y volver a América para presentarnos en Canadá y en México.
México, 1990, Guatemala nos siguió quedando lejos, sin embargo, el reencuentro con Abel ocurrió fluido e inmediato. Abel vino a reunirse con nosotros en Francia e intentamos un nuevo comienzo, así nació Tierra pieza dirigida por Edgar y en la que participaron Abel, Pierre y Ricardo. Mientras ellos giraban por Alemania, Austria o Francia, yo me quedaba en casa dedicada por entero a la maravillosa experiencia de la maternidad.
¿Por qué termina el Teatrio Vivo?
Las dificultades económicas, las diferencias estéticas, las complejas relaciones personales y quién sabe cuántos otros misterios más nos impidieron continuar trabajando en grupo. Después de 4-5 años de compartir giras, proyectos, vida. Edgar y yo nos encontramos nuevamente asumiendo a dos el proyecto profesional. Nos instalamos en L’Ariège (sur de Francia) Ahí nace nuestra segunda hija, ahí creamos Ay ay ay café y la que sería nuestra última creación, Xocoatl.
Cuéntanos de tu primer regreso a Guatemala.
En el 2000, por fin regresamos a Guatemala para presentar Ixok, enorme experiencia que de alguna manera cerraría el ciclo, de trabajo y de vida común. Después del 2000 la pareja se disuelve, y aunque durante algunos años seguimos presentando Ixok, Ay ay ay Café y Xocoatl, no creamos nada nuevo juntos y las giras van poco a poco disminuyendo.
Yo continúo mi camino en el teatro profundizando en el trabajo «unipersonal», acercándome al cuento, al trabajo de payaso y volviendo a la danza. Alternando colaboraciones con teatristas de la región y creaciones propias, animación de talleres, coordinación de creaciones colectivas con jóvenes, niños y mujeres dentro de un marco escolar y o asociativo.
A qué te llevó lo anterior al regresar a Francia.
El 2008 es el año de la creación de la Mujer Esqueleto y el 2010 junto al músico argentino Gabriel Jordán la fundación de la compañía Cimi’mondes.
Juntos hemos creado tres espectáculos:
La ilusión de la serpiente de dos cabezas
Por qué el conejo tiene las orejas largas
GALEANO siguiendo el hilo de sus palabras
Como latinoamericanos, compartimos la necesidad de escarbar en nuestros orígenes negados por siglos de opresión y de racismo. No para idealizar el pasado, sino para honrar, equilibrar y celebrar el mestizaje que nos alimenta. Nos guía la música, la danza que atrae a la poesía, a la palabra que se hace cuento.
Nuestros espectáculos y talleres buscan construir un puente entre América Latina y Europa, un puente para ir y venir, un puente para enriquecer, confrontar y transformar la mirada que cada lado del atlántico tiene del «otro». Se trata así de fortalecer nuestra común humanidad en el respeto de la diversidad.
Cimi es el nombre de un día del calendario Maya que significa «enlazador de mundos». Enlazador de lo visible con lo invisible, de lo masculino con lo femenino, del pasado con el futuro, de la vida con la muerte.
Y aquí estoy imaginando un regreso, una visita a mi tierra para poder confrontar mi trabajo con el pueblo de donde vengo.
Ya veremos (dijo un ciego).
Por Jaime Barrios
Carmen Samayoa: actriz y bailarina, reside en Francia desde hace más de 25 años. Nació en Guatemala el 12 de julio de 1957. Bailarina del Ballet Guatemala de 1973 a 1978. Estudió danza en la Universidad de Veracruz, México. Formó parte del Teatro Vivo, cuya creación colectiva, el humor, un lenguaje teatral simple y accesible caracterizan su propuesta. Su trabajo teatral se basa en el entrenamiento corporal y vocal del actor, así como en la búsqueda de imágenes visuales y sonoras. La mínima utilización de recursos técnicos y escenográficos permite la actuación y el contacto directo con los espectadores. El 31 de julio de 1980 tuvo que abandonar el país, pues la situación se había vuelto imposible, los mecanismo de represión del Estado vigilaban su casa y su lugar de trabajo, la amenaza de ser secuestrada y desaparecida se hacia evidente. Carmen ha vuelto a Latinoamérica para brindar representaciones dramáticas y monólogos.
Fotografía principal proporcionada por Carmen Samayoa.
0 Commentarios
Dejar un comentario