Sindy Hernández Bonilla | Para no extinguirnos / SIMBIOSIS
En la 23 edición de los Críticos de Cine de Estados Unidos, Guillermo del Toro fue galardonado con cuatro premios: mejor película, mejor director, mejor diseño de producción y mejor banda sonora.
Sin duda, una excelente película en la que el director retrata una sociedad gringa de inicios de la década de 1960: la vida suburbana, grandes carros, la televisión, las rivalidades con la Unión Soviética -una lucha cultural y tecnológica que se convirtió en un campo de conflicto por los programas espaciales-.
Aun cuando la película es de fantasía, muestra además otras características de la sociedad estadounidense: racista, homofóbica, intolerante, clasista, machista; son los hombres los científicos y las mujeres quienes hacen la limpieza -como Zelda, mujer afrodescendiente y Eliza que tiene una incapacidad: es muda-.
Además, el director le otorga un papel protagónico a un anfibio. Un ser vivo al que someten a una serie de experimentos en un laboratorio. Este anfibio responde según se dirijan a él: agresivo, dócil o afectuoso, pero también procede según su instinto.
Del Toro logra una hermosa representación morfológica del anfibio, proyecta la piel desnuda, suave y húmeda, las numerosas glándulas mucosas que se renuevan continuamente. También logra representar muy bien algunas de las adaptaciones de los anfibios al medio terrestre, dado que su origen se remonta al periodo devónico, aproximadamente hace unos 380 millones de años. Se considera como ancestro común a un grupo de peces de la clase Sarcopterygii, los sarcopterigios.
Estos originaron a los primeros tetrápodos y a los anfibios en general. Sus aletas carnosas, musculosas, alargadas y con estructura ósea en su interior, permitieron el paso de estos animales del agua a la tierra. Parte de las adaptaciones de los anfibios al medio terrestre son: la evolución de sus extremidades, que les permitió circular por áreas terrestres, el reforzamiento de su musculatura y de estructuras óseas. El aumento de tamaño de los ojos para obtener mejor visión en la tierra; su piel se volvió semipermeable, para cubrir sus necesidades hídricas; sus branquias evolucionaron a pulmones para poder respirar en zona terrestre.
Otro aspecto relevante de los anfibios y que, posiblemente de manera inconsciente, Del Toro logró transmitir en La forma del agua, es el cortejo. En casi todas las especies de la clase Anphibia, previo a la reproducción, existe un comportamiento de galanteo, de fiesta, de selección de la pareja. Algunas especies de tritones pueden realizar una danza o baile de cortejo para conquistar a la hembra. Durante esta danza, se muestran los distintos patrones de coloración que el macho posee en su cuerpo.
De manera simultánea, los machos también emiten cantos bastante potentes con la misma finalidad. En ciertas especies las hembras pueden cantar cuando es receptiva al canto de un macho o, en ciertas especies son las hembras las emisoras del canto para atraer pareja, como el caso de Rana blythii. Así que, posiblemente en la película, Eliza con vestigios anfibios -las cicatrices en el cuello eran branquias-, provenía de este género, porque es quien canta y promueve el baile con el anfibio.
Igualmente, Del Toro presenta en la película otro aspecto importante: la comunicación. El sonido es el estímulo físico responsable de la comunicación acústica, y los animales que más notoriamente la usan son los anfibios, además de los insectos, las aves, los mamíferos. Es tan talentoso Del Toro que La forma del agua podría verse sin sonido, e incluso así podría comprenderse.
Aun cuando la película es una alucinación, Del Toro recreó muy bien al anfibio y su relación con Eliza. De manera muy sutil critica la discriminación a las minorías. Posiblemente solo quien tiene y siente gran amor por la vida puede ver en los seres vivos cuotas de amor y belleza, puede comprender y ver la comunicación. Él mismo lo expresa cuando dice que La forma del agua representa su película más optimista, es su declaración de amor, porque cree que se puede encontrar el amor como una fuerza. Para Del Toro es un momento para apostar por la vida y por lo que podemos tener.
Sindy Hernández Bonilla

Amo la naturaleza y por ende la vida. Me apasiona trabajar y siempre estoy aprendiendo. Tomo en serio y empeño lo que hago: el trabajo, mis relaciones, mi entorno. Escribir es un ejercicio que además de estimular mi creatividad, permite compartir algunas de mis inquietudes y reflexiones principalmente de la biología o la ecología.
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