Edgar Rosales | Política y sociedad / DEMOCRACIA VERTEBRAL
«El Estado es el responsable de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen de seguridad, justicia, igualdad, libertad y paz social; inspirados en los ideales de nuestros antepasados y recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural» reza -literalmente- el segundo considerando del punto resolutivo por medio del cual 87 diputados rechazaron la presencia de la banda Marduk en Guatemala y de una vez le pidieron al Ejecutivo prohibir su ingreso al país.
¡Vaya una manera de transgredir el augusto espíritu de la Carta Magna! De un plumazo, nuestros tan honorables como ignorantes congresistas se pasaron por salva sea la parte, al menos tres principios constitucionales fundamentales en un sistema democrático: el carácter laico del Estado, la libertad de expresión y la libertad de culto.
Y todo porque al enterarse que Marduk, «la banda más blasfema del mundo», planea un concierto en Guatemala vieron, no una oportunidad de redimirse ante Dios como proclama su discurso, sino una oportunidad para reafirmar uno de los rasgos más oprobiosos del gobierno de Jimmy Morales: el fundamentalismo religioso que subordina el poder público ante la religión.
Con base en la falsa creencia de que el ejercicio del poder les faculta para hacer y deshacer con el Estado «porque los ilumina el Señor», las legiones efecenistas han gestado una especie de «Guerra Santa», no muy distinta de la que propiciaron Ríos Montt y Jorge Serrano, fanáticos evangélicos ambos, con objetivos diferentes de los actuales, pero tan peligrosa como entonces.
El predominio cristiano pentecostal buscaba en aquellos tiempos que lo público sirviera como plataforma para incrementar el número de adeptos y ofrecerle así la salvación a las poblaciones civiles en riesgo de caer en la tentación y unirse a la guerrilla y, en el caso de Serrano, para reducir la tradicional influencia católica en las esferas del Gobierno. En el período de este último, una condición ineludible para optar a una plaza en el Gobierno era demostrar la filiación a la iglesia evangélica, sobre todo a El Shaddai.
En la etapa actual, son abundantes los hechos en los que se respira el fanatismo religioso en las acciones del Estado, empezando por las continuas «bendiciones» que suele impartir el mandatario en cada acto público. Y se ha comprobado con los intentos de emitir leyes que obliguen a los centros educativos a impartir clases de religión en lugar de educación sexual; en el rechazo a expresiones contestatarias como la «Santa Vulva» o en la manipulación de la reciente marcha «en defensa de la familia», como reacción ante iniciativas en favor del aborto y el matrimonio homosexual, que en realidad nunca existieron.
En ese cuadro de dominación político-religiosa se encuadra el rechazo a la presentación de la mencionada banda rockera. Eso de «Yo no voy a permitir que un grupo de esta categoría venga a traer maldición para Guatemala», como declaró el diputado oficialista Marcos Yax, refleja una soberana ignorancia y una vocación de yugo asqueante.
Ojalá alguien le hubiese hecho ver que en Suecia, país de origen de Marduk, el 16 % de la población es ateísta y su mayor maldición se traduce en una esperanza de vida de 82.4 años, una tasa de mortalidad del 9.1 ‰, una renta per cápita de 47 400 euros (unos 54 984 dólares estadounidenses o 424 230 quetzales) y el puesto número 7 en el ranking mundial de desarrollo humano. Las bendiciones para Guatemala, en cambio, se traducen en que muy pocos chapines pueden vivir más de 72 años, un 47 % de niños padecen desnutrición crónica, el 67 % de la población vive en pobreza y el PIB per cápita anual, apenas alcanza los USD 4 146.74 (unos Q 31 930).
Igualmente rupestre resulta el desplante de otro diputado, de cuyo nombre no consigo acordarme, quien se creyó la encarnación misma de Lot, al proclamar en el recinto legislativo que «no voy a permitir que Guatemala se convirtiera en otra Sodoma y Gomorra». Y así por el estilo, la tempestad de frases vanas pronunciadas esa tarde en el hemiciclo parlamentario, nos hicieron ver que hemos juzgado mal a los diputados, porque en realidad se trata de personas con muchos valores, de conductas inmaculadas y auténticos guerreros de Dios, siempre dispuestos, cual David o Gedeón, a librar las batallas que les impone su creador.
Otro legislador fue más osado en cuanto a estulticia y lanzó la singular arenga: «Yo no voy a permitir que vengan de afuera a insultar nuestro credo». ¿Cómo así «nuestro credo»? Hasta donde sé, por mi formación católica, una creencia religiosa es un acto de fe que ocurre entre Dios y el creyente. Un asunto individual y en singular. Nada de «nuestro».
En cuanto a Marduk, para mí era una banda totalmente desconocida, pero este revuelo evangélico-político me ha permitido conocerlos y aunque siempre he sido partidario del rock, nunca he sido fan del black metal. Con esa experiencia, puedo decir que sus blasfemias son la forma que han escogido para dar a conocer su arte y que tanto o más blasfemas son Behemoth, Luzbel de México, Dark Funeral y una chica medio loca, conocida como Sonya Scarleth.
Y es cierto, sus letras son violentas e irreverentes, pero al fin y al cabo es la forma que han elegido para manifestar su arte y este no es sino la expresión interna de los sentimientos, pensamientos e ideas de un artista, por medio de las letras, la música o las formas. Obviamente, nuestros ilustres diputados nunca leyeron cuando Nietszche se refirió a la muerte de Dios y el advenimiento del superhombre, ni mucho menos la Genealogía del mal, donde ataca -precisamente- la falsa moral de la sociedad, obras calificadas como blasfemas en su momento. ¡Y Nietszche hoy es reconocido como uno de los más grandes filósofos en la historia de la humanidad»!
Y así, mientras en otras latitudes, la NASA anuncia que volverá a la Luna en la próxima década, en Barcelona el insigne oncólogo Josep Tabernero publica estudios demostrativos de que el 40 % de tumores se pueden prevenir y en el país vasco Gorka Orive, profesor de UPV-EHU, explica que en breve será posible combinar la electrónica con la biología para reparar y sustituir órganos y funciones naturales en seres humanos, aquí, en la Guatemala de la oscuridad, los Torquemadas tropicales permanecen en el medioevo, entregándose con devoción al onanismo teocrático.
Imagen principal por Edgar Rosales con imágenes tomadas de Respuestas.tips y Pinterest.
Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.
0 Commentarios
Dejar un comentario