Belleza y juventud

Karen Denisse Peña | gAZeta joven / INSOMNES

Llego a este texto cansada y con la sensación de estar envejeciendo de forma paulatina. Es decir, mi cuerpo me duele, no tengo la misma agilidad mental de otrora y ya se me olvidan algunas cosas de forma descarada. Esto entre lo más ruidoso, porque puedo contar más hallazgos.

Y es que los escenarios en donde de pronto puedo encontrarme con la belleza y la juventud me conmueven, pero me hacen pensar también, en que no siempre están juntas.

Colectivamente se considera a veces a la juventud como belleza en bruto, per se, asumiendo que si se es joven también se es bello. Pero como suelo hacer el zoom con mi microscopio mental, sé que no es así la cosa y que la belleza puede encontrarse en situaciones insólitas e inesperadas y posiblemente inhóspitas y vetustas.

Con vetustas no solo me refiero al arquetipo del viejo o la vieja que de por si ya tienen su simbolismo muy particular, sino que también a esas experiencias del pasado remoto que con el tiempo pueden verse desde otro cristal y que van tornándose más amables y hasta tiernas. Experiencias que involucran amigos o amigas entrañables, amores caducos y deseos inefables.

Por pura sincronía me encontré con una frase de James Hillmann: «El Puer y el Senex, son dos arquetipos que no necesariamente se encuentran en un niño prodigio o un viejo sabio, respectivamente. Puede que cada uno se encuentre en las distintas etapas de la vida y en las diferentes expresiones de los arquetipos que dominan la conducta». ¡¡¡Qué belleza de frase liberadora, pensé!!!

Esto de vivir no es nacer, crecer, reproducirse y morir, por lo menos no para la imaginación humana, sino que se parece mucho a una puesta en escena de distintas obras teatrales que se viven sin total conciencia y en las que uno puede ser actor principal, coestrella, guionista, saltimbanqui y telonero, e incluso hasta público.

La vida es sueño, diría Calderón de la Barca

Y es que la sabiduría precoz no siempre se acompaña de plenitud y la vejez pueril no siempre es vital, sino que cansa. Nada puede ser planeado y cada quien lo va viviendo como puede, con alguna o ninguna conciencia de sí. Así podemos encontrar viejos berrinchudos y jóvenes ogros y amargados.

Hay a veces un anhelo por poseer de forma concreta como Midas al oro, la juventud, o la sabiduría o la belleza. Y entre más la queremos aprisionar con pura voluntad, más probablemente agonice entre nuestras manos como un pez moribundo.

Pero lo que creo que se debe salvar, independientemente de la potencia que se manifieste en la vida, es la contemplación de la belleza. El impacto que tiene en el alma humana una experiencia de esta naturaleza es indescifrable, tanto como lo es el amor.

La belleza requiere de cierta preparación del alma y los sentidos para que pueda colarse aun en las horas más tristes y en situaciones para nada despampanantes.

Creo que requiere de que en cada persona esté aún a salvo la capacidad de sorprenderse y una energía vital y biófila a toda prueba (un niño), hay personas que suelen tener ese talento, y uno quisiera darse en adopción con ellas, a ratos.

Considerando que la vida es realmente un acertijo de incertidumbres que nos encuentran como avalanchas, o ventarrones o como cada quien se la quiera imaginar, poder aguzar los sentidos en un momento íntimo de placer y plenitud se hace necesario.

Es necesario en estos tiempos aún más, pues ahora hemos llegado a considerar que la belleza se puede comprar y que es un tema de formas o estético. Esto puede volverse en muchos casos un deseo irrealizable y sin goce, aunque se invierta dinero y tiempo en ello.

Estoy convencida de que cada persona que me lee, sabe de lo que estoy hablando. En términos muy íntimos y en los momentos en los que aflora una sonrisa íntima y de complicidad, a pesar de que la vida no sea siempre amable.

Los invito a cerrar sus ojos y sentir y recordar e imaginar esos momentos de éxtasis y belleza que han expandido nuestro cuerpo y nuestra alma, y que a pesar de cualquier decrepitud o males del cuerpo y del mundo, se levanta como la Victoria de Samotracia de un navío hundido.

Salud por la Belleza. La grande o la íntima e invisible Belleza.


Karen Denisse Peña

Soy médica y psiquiatra. Lo que más me identifica es mi oficio de terapeuta. Comulgo con la psicología profunda, el feminismo y cualquier disposición que sea y deje ser libre. Leo más que escribo, pero se llegó el momento de navegar a través de mi amor a las palabras.

Insomnes

Correo: nerak67@gmail.com

Un Commentario

Floresache 29/03/2021

Bella elucubración
Hermoso embrollo
Mientras más la busco
Más se escurre
Adiós juventud tersa
Que embelesa
A mi alma y la tortura
Sin siquiera compasión

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