-Manuel Fernández-Molina / APUNTES DE AYER Y HOY–
Es bastante conocido el hecho de que en Guatemala han vivido escritores famosos, especialmente poetas, como Rubén Darío, José Santos Chocano (quien dejó progenie en Guatemala) y Porfirio Barba Jacob. También se habla de las semanas que estuvieron los ganadores del Premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente y Gabriela Mistral.
Quizás el más nombrado de los escritores que anduvieron algún tiempo en Guatemala es el francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, ya que se reclama que la ciudad de Antigua es la inspiración del paisaje que pinta en la novela. En efecto, las similitudes entre los volcanes que rodean a Antigua y el asteroide B612 son bastante fuertes, especialmente el volcán inerte llamado volcán de Agua. No hay, sin embargo, unanimidad entre los analistas, pues los hay que sostienen que lo descrito por el escritor está inspirado en el volcán Izalco, en El Salvador. Saint-Exupéry vivió en Antigua algunos meses, recuperándose de los traumatismos que sufrió al desplomarse su avión pocos minutos después de alzar vuelo en La Aurora.
Menos nombrada es la estadía del novelista francés Claude Farrere (seudónimo de Charles Bargone), quien en 1954 vivió varios meses en Guatemala. Este escritor había tenido gran éxito de ventas en las décadas de 1920 y 1930, y algunas de sus creaciones habían sido hechas filmes. Farrere había ambientado muchas de sus obras en entornos “exóticos” para Europa, como Saigón, Nagasaki, Istambul. De su novela La batalla es personaje central una mujer llamada Mitsouko, y dio origen al famoso perfume de ese nombre de la casa Guerlain. El escritor llegó a Guatemala en febrero con la intención de estudiar e imbuirse en la mitología de los pueblos mayas; especialmente le llamaba la atención la simbiosis que se da entre las liturgias de los pueblos nativos y la liturgia y tradiciones del culto católico, particularmente en Semana Santa. Farrere tuvo la intención de escribir un ensayo y una novela, a la que le había dado un título, La sangre de los ebanistas. Pero solamente escribió algunos capítulos, pues Ferrere enfermó seriamente. Había celebrado su 78 cumpleaños en la ciudad de Guatemala (el 27 de abril), y había llegado ya con la salud bastante minada por enfisema (murió en París, en junio de 1957, sin haber concluido su novela ambientada en Guatemala).
También poco conocida es la residencia de casi tres años (1946-48) del notable novelista estadounidense Gore Vidal, quien vivió en Antigua Guatemala y en dicha ciudad comenzó a escribir. Efectivamente, Vidal después de terminar su servicio militar durante la Segunda Guerra buscó un lugar tranquilo para “encontrarse a si mismo” y poder comenzar a escribir. Y la suerte lo hizo elegir una ciudad colonial, muy tranquila, de un país de Centro América. Así escogió Antigua Guatemala.
¿Quién era Gore Vidal? Había nacido el 3 de octubre de 1925 en el hospital de la academia militar West Point, en donde su padre era instructor de aviación. El primer piloto que fue nombrado para ese puesto nuevo. Llegó a Antigua Guatemala de 20 años. Por parte de su madre provenía de una familia muy conocida dentro del Partido Demócrata. Era un joven con un pasado de servicio militar como había millones y millones en aquel momento. Sin embargo, debe apuntarse que su infancia y su adolescencia habían sido singulares e interesantes. De niño (10-12 años) vivió en Washington con su abuelo materno, quien era senador, y un senador importante. Parte de su cotidianeidad era escuchar las negociaciones políticas, el cabildeo, en que vivía inmerso el senador Thomas Gore. En cuanto a lo vivido al lado de su padre, el conocido piloto Eugene Vidal, debe señalarse que él mantenía un impetuoso romance con su colega aviadora Amelia Earhart. Cuando ella desapareció volando en el Pacífico (julio de 1937), fue un drama intenso y muy personal para su padre. También lo fue para nuestro escritor, quien presenciaba el romance entre su papá y la heroína desaparecida, y sentía simpatía y cariño por ella.
Ya medio situamos al personaje. Cabe, ahora, preguntarnos si su residencia en Antigua fue significativa en su proceso creativo. En efecto lo fue. Allí escribió sus cuatro primeras novelas: Williwaw (no traducible, pues es sustantivo de lengua nativa para nombrar un cierto viento); In a Yellow Wood (Madera amarilla, en castellano); The city and the Pillar (La ciudad y el pilar de sal, en castellano); y la más interesante en tanto que pinta bastante lo que sucedía en Guatemala, Dark Green, Bright Red (Verde oscuro, rojo brillante), publicada hasta 1950, pero escrita en Antigua en 1947-48. Esta novela es interesantísima, pues prácticamente predijo con antelación de seis años lo que ocurriría en Guatemala en 1954. No exactamente minuto por minuto, detalle por detalle, pero la novela que sucede “en un país de Centro América” pinta a un militar en el exilio que recibe asesoría y ayuda de Estados Unidos para dar un golpe violento, y restablecer las granjerías de una compañía que cultivaba frutas. No dice el nombre Guatemala ni identifica a la fruta como bananos, pero en líneas generales Gore Vidal vaticinó la intervención de 1954. Fue, pues, muy significativa la residencia de este escritor en nuestro país.
Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.
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