-Manuel Fernández-Molina / APUNTES DE AYER Y HOY–
Conocido es el hecho que el sábado 15 de septiembre de 1821 fueron los miembros del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, junto al presidente de la audiencia y a varios de los oidores, quienes declararon la Independencia de España. Fue un acto palaciego, una victoria clara del proyecto político conservador.
Quienes sostenían la agenda conservadora pensaron que carecían de respaldo popular, e inmeditamente aceptaron unirse al aparato estatal mexicano, presidido por Agustín de Iturbide, pues a dicho estado lo veían como un imperio poderoso que les garantizaría seguridad. De cara a la opción de que Centroamérica se agregase al Imperio mexicano, los liberales de inmediato alzaron sus voces en contra. Los simpatizantes de cada una de estas visiones políticas se cerraron en sus posiciones y se negaron a cualquier tipo de negociación para alcanzar un punto intermedio.
Cuando los conservadores comenzaron a publicitar la idea de que Centroamérica debía de anexionarse a México, los ánimos se pusieron muy caldeados. El radicalismo político aumentó en los dos bandos y, como en una tragedia, el antagonismo que vivía la sociedad guatemalteca y la enemistad entre los teatristas Bedoya González y José de Oñate se entrelazaron. Vivían a unos 400 metros de distancia entre ellos, eran del mismo estamento social (clase media necesitada), moraban en el extremo este de la ciudad, y, tenían más o menos el mismo poder adquisitivo; coincidían en comedores y cantinas. Es decir que se encontraban con regularidad en aquella pequeña ciudad. José de Oñate afirmó que los hermanos Bedoya lo agredieron y le imputaron falsedades y que casi llegaron a golpearlo, en una ocasión que coincidieron en una cantina. Inició una querella contra ellos, pero la retiró a las pocas semanas.
Al llegarse el mes de noviembre de 1821, se dio a lo largo y ancho de toda Centroamérica gran efervescencia política, pues estaba por decidirse el destino de toda la región. Si triunfaba el proyecto conservador de que Centroamérica pasara a ser una provincia del Imperio mexicano, quienes tenían el poder se perpetuarían en él. Frente a este peligro real, los liberales organizaron diversos tipos de resistencia, y sabían que tal vez tendría que llegarse a la violencia. En la ciudad de Guatemala organizaron un frente político al que le pusieron el nombre de “Junta Patriótica”.
El viernes 30 de noviembre (76 días después de declarada la Independencia) integrantes jóvenes de la Junta Patriótica salieron del edificio de la Universidad de San Carlos (actual MUSAC) para publicitar a gritos los peligros y las muchas desventajas que representaba la anexión a México. Varios de ellos eran estudiantes universitarios (especialmente de leyes), aunque no todos. Salieron a hacer griterías en contra del emperador Iturbide frente a casas de ricos anexionistas en el centro de la ciudad; después de haber retado a los ricachones, los manifestantes se dirigieron a la vivienda del mexicano José de Oñate, situada al oriente de la ciudad, atrás del templo de San José. Eran las diez y quince minutos de la noche. El grupo estaba empezando a insultarlo y apedrear su casa cuando llegó una escuadra de la policía del Ayuntamiento. Iba comandada por el alcalde primero Mariano Larrave, quien era ultraconservador y uno de los principales voceros del anexionismo de Centroamérica a México. El sargento de la escuadra, Juan Islas, era un español peninsular. El retén demandó la inmediata identificación de los vociferantes. Los jóvenes respondieron “aquí vive Guatemala libre”. Juan Islas llevaba a su mando a doce hombres con mosquetes largos; ordenó que los números pares pusieran rodilla en tierra y los impares se mantuvieran de pie. Estimulado por el alcalde Larrave, el sargento ordenó “¡Fuego!”. En la descarga murieron el salvadoreño Remigio Meida, actor aficionado, y el autor teatral Mariano Bedoya.
Y, así fue como los dos primeros asesinatos políticos en Guatemala fueron de gente de teatro. Ejemplo trágico y prueba contundente de lo dicho en la columna de la semana anterior: la total imbricación entre la actividad teatral y el proceso político para alcanzar la independencia de España.
Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.
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