Apuntes de ayer y hoy

Manuel Fernández-Molina | Arte/cultura / APUNTES DE AYER Y HOY

Hace un año comenté el crimen político sucedido la noche del viernes 30 de noviembre de 1821, un homicidio doble cometido a las personas de Mariano Bedoya y Remigio Meida. Un drama inmerso en la brava lucha de intereses opuestos, antagónicos e irreconciliables, entre quienes deseaban unirse al imperio de Agustín de Iturbide y quienes querían una Centroamérica propia.

Muchos meses después de aquellas páginas, en una columna en la que traté el tema del asesinato de Francisco Javier Arana (julio de 1949), traje a cuento un componente que no había mencionado antes, y es el consumo de alcohol por los protagonistas de esos dramas.

Vayamos a aquel viernes 30 de noviembre de 1821; situémonos a eso de las cinco de la tarde. Muchos estudiantes se han reunido en la Universidad de San Carlos, sita en la manzana nororiental del cruce de la calle décima y la novena avenida (para usar la denominación actual). En el grupo prevalecen quienes estudian leyes, aunque también los hay de teología y de medicina. Son jóvenes antianexión al Imperio de Iturbide. En número son entre 30 y 35. Se han reunido para ejecutar algunas tareas políticas a favor de una Centroamérica independiente de México. El ambiente es festivo y se está bebiendo «caldos», es decir, vinos caseros, de fermentación de variadas frutas. Al paso de las horas, el grupo va disminuyendo en número; quedan entre 15 y 20 jóvenes.

Este era el ambiente en el lado de los liberales, fervientes defensores de una Centroamérica sin la atadura a la agenda ultraconservadora del naciente imperio iturbideano. Vayamos a la otra cara del drama, el lado de los conservadores, quienes habían orquestado el acta firmada el sábado 15 de septiembre y ahora estaban dirigiendo el proyecto de anexar Centroamérica al México conservador. El orden imperial les garantizaba -en su razonamiento- continuar el statu quo económico y social que estaban heredando de España. Se hallaban preocupados pues su proyecto estaba encontrando mucha mayor oposición de la que habían previsto.

Los conservadores proanexión se habían reunido en casa de Mariano Beltranena Llanos, y estaban bebiendo algunas copas, no de caldos de fermentación hogareña, sino espíritus destilados, un lote que en 1820 se había decomisado como contrabando. Los tenía intranquilos la posición anti Iturbide de los conservadores salvadoreños (con la que no habían contado), y en la ciudad capital, Guatemala, les preocupaba la oposición que se estaba encontrando entre la población menos favorecida económicamente. Desde tiempo atrás, les tenían desconfianza a los pobladores que habían sido trasladados del área de Panchoy a la región de la actual capital, para que la suplieran de bienes y de fuerza laboral. Esto se hace evidente en el Acta del 15, pues el punto décimo tercero a la letra dice: «Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos». Y bien, ¿qué quería decir esto? Los conservadores de la capital de un plumazo anulaban las autonomías de Jocotenango, San Pedro, San Gaspar, Ciudad Vieja. Les obliteraban el mando propio de las micropolicías que pudiesen tener, pues era probable que esos cabildos tuvieran una agenda política diferente y opuesta a la de ellos, los conservadores de la capital. No querían correr ningún riesgo.

Pero volvamos a la reunión de los conservadores, animada por bebidas destiladas. Privaba la incertidumbre; el mismo anfitrión, Mariano Beltranena, ya les había hecho saber a sus familiares en Irurita, Navarra, esta intranquilidad desde varias semanas atrás. En efecto, en carta de mediados de octubre, en la que les avisaba que a finales de septiembre había muerto su padre, les confiaba que todos los hermanos se hallaban alarmados pues «a nuestro dolor mortuorio se viene a sumar la amenaza de que gentuza se alce contra la gente de bien y todo puede ocurrir». Los conservadores, que en septiembre habían impuesto su agenda, tienen a su mando policía y tropas, pero temen que podrían no ser suficientes para mantener el poder y asegurarse la protección de un orden imperial.

Entre los conservadores allí reunidos estaba el alcalde primero, Mariano de Larrave, y está bebiendo muchas copas, como es usual en él (su alcoholismo es continuamente citado en el sumario). Esa noche habría de patrullar la ciudad. Le hacen ver que debe mantenerse el orden en la ciudad, pues si hay algún desorden, la situación puede comenzar a salirse de control. Se halla bajo el efecto del alcohol, pero asegura que está suficientemente lúcido para mantener la paz en la ciudad.

A las seis de la tarde llega al Ayuntamiento y pide tropa para patrullar la ciudad. Se organiza una escuadra de 12 arcabuceros al mando del sargento Juan Yslas. Además de esos 13 guardias armados llevará seis alguaciles de garrote. Contándolo a él mismo se llega a 20 patrulleros. Larrave va a caballo, pero todos los testigos declaran que le costaba no caerse, pues iba demasiado embriagado.

Tienen noticia de que jóvenes liberales, antianexión, han salido de la universidad a vociferar lemas en contra del emperador Agustín de Iturbide. Saben que van «alegres» (un poco pasados de tragos). Larrave presume -¡y acierta!- que esos chicos piensan terminar la noche en la cantina de «La Matamoros», sita en la actual quinta calle entre avenidas catorce y quince. Allí planificó detenerles. Para buena suerte de Larrave, los antianexionistas van a apedrear la casa de un maestro novohispano, José de Oñate, quien vivía en ese preciso sector: atrás del templo de San José. En esa faena andaban cuando la patrulla llega y les pide identificarse. Los jóvenes respondieron «aquí vive Guatemala libre». Alentado por el alcalde Larrave, el sargento Yslas ordenó «¡Fuego!». En la descarga murieron el salvadoreño Remigio Meida, estudiante de leyes, y el autor teatral Mariano Bedoya. Habían ocurrido los primeros asesinatos políticos de la Guatemala independiente.


Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.

Apuntes de ayer y hoy

3 Commentarios

Trudy Mercadal 03/12/2018

Fascinantes hechos que nos debieran de enseñar en las clases de historia cuando una es escolar.

Alfredo Porras Smith 01/12/2018

Interesante manera de narrar lo que uno ya sabe que va a suceder. Además, el tema del asesinato político. ¡Que poco duró Guatemala. digamos, limpia de esta forma de eliminar a los que no piensan como los demás!

Ingrid Sosa 30/11/2018

Interesantes detalles, me hacen comprender mejor esa parte de la historia que no ha cambiado mucho en la actualidad. Fascinante como siempre leerlo don Manuel.

Dejar un comentario