Manuel Fernández-Molina | Literatura/cultura / APUNTES DE AYER Y HOY
Hoy, sábado 5 de mayo, es el segundo centenario del nacimiento de Karl Marx (1818-83), un importante pensador y teórico de la historia, de la vida social y de la economía. Nació en Triers, una ciudad alemana que durante el imperio romano había sido un importante puesto administrativo en la frontera norte. Era hijo de Heinrich Marx y de Henriette Pressburg. Nació en un hogar de cultura y fe judías, en la casa número 664 de Brückengasse, que hoy es un museo. Su abuelo materno era un rabino holandés y la familia de su padre había sido fuente de rabinos en esa región desde 1723. Su abuelo paterno, Meier Halevi Marx, había sido un importante rabino. Su padre fue el primero en recibir una educación secular, y era un abogado de bastante éxito, además, era propietario de viñedos.
Heinrich Marx se había convertido al protestantismo para ejercer la abogacía sin ningún problema. La madre de Karl Marx, Henriette Pressburg, era parte de la próspera burguesía industrial de la vecina Holanda. Una hermana de ella, Sofía, se casó con Lion Phillips, y sus descendientes fundaron el poderoso imperio industrial Phillips. Estos detalles usualmente no aparecen en las biografías simplificadas de Karl Marx, a quien se le etiqueta como proveniente de un hogar de la «pequeña burguesía», cuando lo exacto es que la familia del pensador y, especialmente, la familia de su madre eran bastante acaudaladas y muy por encima de una simple clase media.
Karl Marx fue una especie de rebelde desde su adolescencia. Quería ser poeta. No se decidía si estudiar leyes, como quería su padre (para continuar con la cartera de importantes clientes que tenía), o dedicarse a la filosofía. Comenzó su vida universitaria en la Universidad de Bonn, en donde fue un estudiante parrandero, de excesos de cerveza y hasta estuvo en un duelo, con espada, con un estudiante de una confraternidad estudiantil diferente a la suya (hacia agosto de 1836). Hubo de trasladarse a la Universidad de Berlín, en donde optó por estudiar filosofía. Entre el final de 1840 y el comienzo de 1841, Marx escribió su tesis doctoral sobre Diferencias entre las filosofías de Demócrito y de Epicuro sobre la naturaleza. Un dato interesante es que Marx supuso que la Universidad de Berlín, en donde estudiaba, no iba a aprobar su tesis (debido a perspectivas ateas y antirreligiosas que allí defendía) y decidió mandar el manuscrito a la Universidad de Jena. Allí fue aceptado y en abril de 1841 se le concedió el grado de doctor en Filosofía.
En cuanto a su vida emocional, Marx se comprometió en 1836 con una aristócrata cuatro años mayor que él, la baronesa Jenny von Westphalen (1814-81), quien era su amiga desde la niñez. Tras siete años de ser novios, se casaron el 19 de junio de 1843, en una ceremonia luterana. Karl, como había hecho su padre, se había distanciado de la fe judía y aceptó rápidamente casarse en una iglesia cristiana (él había sido bautizado en una iglesia luterana en agosto de 1824). El matrimonio de Karl y Jenny tuvo siete hijos, pero solamente tres llegaron a la vida adulta.
Pero en este bicentenario, creo que lo importante es hablar un poco de las ideas del teórico, más que andar contando asuntos de su vida. Marx creó todo un cuerpo teórico, una coherente interpretación del mundo, del ser humano y, especialmente, de la vida social.
Marx tuvo la suerte de asociarse con Federico Engels (1820-1895), quien contribuyó con ideas valiosas para enriquecer la teoría que, más delante, sería conocida como marxismo. Esta concepción del ser humano y de la historia fue tomando una forma más definida en la década de 1850 y continuó desarrollándose hasta la muerte de sus creadores.
En filosofía, el marxismo tiene un par de categorías teóricas básicas: el concepto de alienación y el de materialismo histórico. De momento se tratará en dos líneas lo que se entiende, en marxismo, por alienación. Marx pudo escoger entre las varias palabras que tiene el idioma alemán para este concepto, pero eligió un verbo en latín, alienare. Simplificando casi al extremo, puede decirse que alienación significa que el ser humano ve como ajenas a sí mismo cosas y temas que le corresponden, que le son propias, es decir que son de él (del ser humano). Lo más importante, y lo más dramático, es que el ser humano ve como ajeno… ¡a sí mismo! El ser humano se desconoce como hacedor (o posible hacedor) de su vida y de su historia. Esta categoría, alienación, es muy importante en general, pero especialmente al aplicar la teoría marxista al análisis cultural y al análisis del comportamiento humano en general.
Como una interpretación del desarrollo del hombre a través del tiempo, es decir de la historia, el pensamiento de Marx es conocido como «materialismo histórico», y el mundo académico reconoce varias contribuciones de esta teoría, aun cuando algunos conceptos resultan conflictivos. El materialismo histórico parte del concepto de que la creación de bienes materiales es lo básico en las sociedades y que dicha actividad es lo que condiciona o matiza al resto de los quehaceres humanos. A primera vista puede creerse que esta visión es estrictamente economicista (que solo le da importancia a la economía), pero el propio Marx no toleraba esta simplificación que deformaba su pensamiento. En efecto, la creación de bienes es una tarea que es eminentemente social, y –decía Marx– es a las relaciones sociales vinculadas a la producción a las que debe ponerse atención. Son dichas relaciones las que se deben estudiar si se quiere comprender a fondo el desarrollo histórico en general o el desarrollo histórico de una sociedad en particular.
Esta teoría de la historia fue muy politizada desde su mismo nacimiento, y si bien por una parte tuvo un impacto muy positivo en la investigación histórica, por otra parte estuvo siempre (desde su misma creación por Marx y Engels) cargada de generalizaciones muy gruesas que pronto se convirtieron en eslóganes. Un ejemplo pueden los siguientes conceptos: «la lucha de clases es el motor de la historia»; «en toda sociedad de clases la ideología dominante es la ideología de la clase dominante». Estos eslóganes pueden tener parte de verdad, pero su uso dogmático, como si fueran fórmulas químicas, los ha llevado a perder el objetivo de servir para la disección, el análisis y la compresión del devenir humano.
Hay quienes afirman que el marxismo fue politizado después de la muerte de su creador, pero esto es inexacto. El marxismo nació político. El propio Marx lo concibió como un arma de lucha ideológica que los obreros debían usar frente a sus enemigos. Ahora bien, el marxismo abogaba que el socialismo llegaría pronto a Europa (como consecuencia de las luchas sociales de aquellas sociedades), generado o provocado por los obreros que habrían de estar alertas de sus posibilidades históricas y ejercer el poder que tenían como sostenedores del sistema en el que vivían.
Sobre Karl Marx puede escribirse miles de líneas; de hecho se han escrito miles de libros, tanto atacándolo y denostándolo como en reverencia a su pensamiento. En ocasión de su bicentenario, yo solamente he querido traer a cuento unos pocos hechos sobre su vida y algunos conceptos básicos de sus teorías.
Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.
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