Manuel Fernández-Molina | Literatura/cultura / APUNTES DE AYER Y HOY
Ahora que acaba de terminar una celebración religiosa importante para diferentes versiones del cristianismo, como es la conmemoración del arresto, juicio, ejecución y resurrección de Jesús de Galilea, es ocasión propicia para conversar sobre escritores que han usado en sus textos el momento en que nació una nueva religión dentro de las fronteras del Imperio romano.
Dadas la importancia y la trascendencia de este tema, se pensaría que los escritores que lo han tratado se cuentan por docenas; sin embargo, han sido pocos. Quizás precisamente por ser un tema candente para los seres humanos con fe; el asunto es -digamos- delicado y, en consecuencia, han sido pocos quienes se han aventurado a escribir en este terreno. Por otro lado, debe apuntarse que las novelas situadas en ese entorno han sido películas muy exitosas cuando han sido llevadas al cine.
En el contexto del éxito que en el siglo diecinueve suponía escribir novelas históricas, el primero en tratar el tema del momento del nacimiento del cristianismo fue el abogado estadounidense Lewis Wallace (1827-1905), quien escribió Ben Hur, una narración publicada en noviembre de 1880. Al nada más salir a venta, este libro se convirtió en un rotundo éxito de lectores. De hecho, Ben Hur fue la novela más vendida en Estados Unidos hasta la publicación de Gone with the Wind, en 1936. Es decir que su éxito de primer lugar en ventas duró 55 años.
Tras la muy favorable acogida mundial de esta novela, el escritor polaco Henryk Sienkiewicz (1846-1916) se aventuró a tratar el momento del cristianismo naciente. Este novelista había escrito varias obras sobre temas históricos de Polonia y había tenido gran éxito en su patria. En 1895-96 escribió y fue publicando en periódicos (un capítulo por semana) la novela que lo lanzó a la fama internacional, Quo Vadis (que significa «¿A dónde vas?»). Fue esta una narración que pronto se tradujo a todos los idiomas europeos y siempre capturaba a millares y millares de lectores en los países en donde se publicaba. Sienkiewicz se hizo un escritor mundial y ganó el premio Nobel de Literatura en 1905.
Debe señalarse que Quo Vadis fue, en el momento de su publicación, una novela de intención política, más que histórica. Estaba cargada de símbolos, que en aquellos días entendía cualquier y todo polaco, pero que pronto perdieron sus significados singulares. Veamos, y comencemos por el título del libro. Según la tradición o la leyenda, Pedro (el apóstol) huía de Roma ante la persecución que el emperador Nerón había desatado contra los cristianos, y se topa con Jesús, resucitado, quien iba en sentido opuesto. En asombro, Pedro le dice en latín «Quo vadis, Domine?», es decir «¿A dónde vas, Señor?», a lo que Jesús le responde: «Voy a Roma, para ser crucificado por segunda vez, porque mis discípulos me han abandonado». De cara a esas palabras, Pedro elige volver a Roma , sufrir el martirio y fundar, allí, la iglesia. Pues bien, se dijo en los años de la publicación de Quo Vadis que era una pregunta que el autor le dirigía a los polacos. «¿A dónde vais?», es decir ¿hasta cuándo toleraremos los polacos el yugo prusiano? Debe recordarse que Polonia existía como una entidad cultural, pero no como Estado, pues su territorio estaba dividido entre Austria-Hungría, Prusia y Rusia desde 1795.
Pero el juego de símbolos no se queda en el título. Hay tres interesantes símbolos (que hoy ya no tienen ese significado): primero, el apelativo de la heroína, Ligia, que se tomaba por el pueblo polaco; segundo, el nombre de su servidor gigantesco, leal a ultranza, aunque acaso un poco bobo, Ursus; esto es, Oso. Y el oso es el símbolo de Rusia. Y tercer símbolo, el animal que ataca/veja a Ligia, un toro. Y el toro era el símbolo de Prusia. En el desarrollo de la novela, el leal gigantón Ursus le rompe el cuello al toro y salva a Ligia. Es decir que Sienkiewicz era un polaco notoriamente prorruso, pues nos presenta a Rusia como un país grande y poderoso aunque sin cultura, pero salvador de Polonia frente a la agresividad imperial de Prusia. El menor de dos males para el escritor.
Las dos novelas de las que estamos conversando han sido llevadas al cine en varias ocasiones. En 1907 se hizo un cortometraje de 15 minutos sobre Ben Hur, que llevó a un juicio sobre derechos de autor, y que ganaron los herederos del escritor Lewis Wallace. En 1925 la empresa Metro-Goldwyn-Mayer contrató al muy afamado director Fred Niblo para que dirigiera una versión de la novela. El rol de Ben Hur fue encomendado al muy taquillero Ramón Novarro. Hablamos de un film todavía silente, poco antes de comenzar el cine sonoro, y fue un gran éxito de público, aunque los productores esperaban una recaudación más alta de la que hubo. Treinta y tantos años más tarde (1956-59) la misma productora decidió hacer otra película sobre Ben Hur. Esta vez escogió a William Wyler, un ganador de premios Oscar, para que dirigiera. Un dato interesante es que Wyler había sido uno de los asistentes de Fred Niblo en 1925, cuando andaba en unos 22 años y comenzaba sus escarceos en Hollywood. Se eligió a Charlton Heston como Ben Hur. La película fue un inmenso éxito de taquilla y salvó las finanzas de la empresa. Más recientemente (2016) se produjo en Estados Unidos otra versión, dirigida por el ruso Timur Bekmambetov.
Vamos ahora a Quo Vadi en el cine. Las dos primeras versiones fueron italianas y de cine mudo, hechas en 1912 y en 1924. Sus éxitos fueron moderados y poco trascendieron las fronteras europeas. Y si nos preguntamos por la primera versión de Hollywood, la respuesta es un poco complicada. Y es que el autor inglés Wilson Barrett (1846-1904) estrenó en 1895 una obra llamada The sign of the Cross («El signo de la cruz») que es igual a Quo Vadis en más de 90 %. Efectivamente, como se lee, el drama de Barrett se estrenó unos meses antes que Sienkiewicz publicara su novela. ¿El novelista polaco copió la obra y la convirtió en novela? Entre los críticos hay unanimidad de la interpretación opuesta. Uno y otro escritores se conocieron en Estados Unidos, y es casi seguro que Sienkiewicz le mostró un borrador de su novela a Barrett, quien hizo un drama basado en esa historieta y esa estructura. Así las cosas, y volviendo a las versiones fílmicas de Quo Vadis, debe mencionarse la película de 1932 El signo de la cruz, que tuvo inmensa aceptación entre el público, con Frederick March y Elissa Landi en los roles protagónicos y Charles Laughton como Nerón. El éxito de este film fue igualado por la versión de 1951 con Robert Taylor y Deborah Kerr, como Marco Vinicio y Ligia, respectivamente y Peter Ustinov, como Nerón. Por su parte, Polonia patrocinó una versión de la novela de Sienkiewicz en el 2001, aunque tuvo una recepción fría tanto del público general como de la crítica.
Volvamos al párrafo del comienzo. ¿Por qué hay pocas novelas sobre el comienzo del cristianismo a pesar de que suelen ser éxitos de ventas y que si son llevadas al cine buenos negocios de taquilla? Realmente solo queda conjeturar; no puede darse una respuesta clara y definitiva.
Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.
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