Apuntes de ayer y hoy

-Manuel Fernández-Molina / APUNTES DE AYER Y HOY

Continuamos hoy nuestra conversación sobre las mujeres a quienes se les ha dado el Premio Nobel de Literatura.

La última escritora laureada que mencioné fue Gabriela Mistral, escogida para el Premio en 1945. Después de ella viene un largo periodo en el que ninguna mujer fue seleccionada por la Academia Sueca. Así, escritoras de méritos notables como la británica Daphne Du Maurier (1907-89), la estadounidense Harper Lee (1926-2016), o las francesas Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954) y Elsa Triolet (1896-1970), o la dramaturga belga Suzanne Lilar (1901-92), podrían haber sido elegidas, pero ninguna lo fue. A Suzanne Lilar creía que iban a dárselo compartido con su compatriota y también dramaturgo Michel de Ghelderode (1898-1962); hasta fraseaba en mi interior el comunicado de la Academia; les darían el Premio «por haber renovado el teatro europeo a partir de revivir, con fuerza poética, el mundo cultural del medioevo». Hacia 1960-64 yo estaba seguro de que Du Maurier sería escogida, y pensaba que la Academia justificaría que se le otorgaba el Nobel «por haber combinado con maestría la literatura de hondura psicológica con la literatura para el gran público». Pero ella tampoco fue elegida, como ninguna de estas cinco escritoras de grandes méritos. Volvamos a lo que señalo al comienzo del párrafo, entre 1945 y 1965 ni una sola mujer fue elegida para el muy cotizado lauro.

En octubre de 1966 se rompió la misoginia, pues la Academia Sueca seleccionó a dos escritores representativos de la cultura judía para otorgarles el Premio, y uno de ellos era mujer. Fueron Nelly Sachs (1891-1970) y Shmuel Yosef Agnon (1888-1970). Ella escribía en alemán y él en yídish y en hebreo. Los communiqués de la Academia para ella y él fueron personales; es decir, no estuvieron ambos envueltos en una misma razón. Nelly Sachs fue escogida «por su escritura lírica y dramática, que interpreta el destino de Israel con fuerza emotiva»; y Shmuel Yosef Agnón fue seleccionado «por su arte narrativa que está profundamente singularizada con motivos de la vida del pueblo judío». Una semántica en la que debemos reparar, es que en la justificación del Premio para Nelly Sachs se usa la palabra «Israel» como sinónimo de «pueblo judío», pues ella no escribía sobre el Estado de Israel, sino sobre las vicisitudes que habían sufrido los judíos en Europa. Huelga decir que el uso de la palabra Israel en sentido de sinónimo de cultura/etnia judía fue muy aplaudido por israelíes y judíos en general.

¿Quién era Nelly Sachs? Era básicamente una poeta, aunque escribió algunas piezas para teatro y radioteatro. Había nacido en Berlín (10 de diciembre, 1891), en un hogar de judíos muy acomodados. Su padre era propietario de una fábrica y de una pequeña cadena de tiendas. Nelly sufrió problemas de salud a lo largo de su infancia, lo que hizo que tuviera que ser educada en el hogar y, además, le impidió dedicarse al ballet, como alguna vez consideró. Se interesaba en poesía, especialmente la escrita por mujeres, y comenzó a tener una constante correspondencia Selma Lagerlöf (la ganadora del Nobel en 1909). La amistad epistolar entre estas escritoras fue muy positiva para la poeta berlinesa, pues Selma Lagerlöf convenció a la familia real sueca de que usara su influencia para conseguir que Nelly pudiera salir de Alemania en 1940. En cambio, varios de sus familiares cercanos murieron bajo el terror del Tercer Reich.

El horror que vivió el pueblo judío de Europa bajo la ideología y la práctica genocidas del Gobierno alemán de Hitler es un tema central en la poesía de Nelly Sachs.

Y tras este Premio Nobel a una mujer, las escritoras hubieron de esperar 25 años para que otra de ellas fuera reconocida como merecedora de ese galardón. Un período más largo, que el que separó a Gabriela Mistral de Nelly Sachs. En 1991 fue seleccionada Nadine Gordimer (1923-2014), novelista y cuentista de prosa cautivadora y que retrata el drama terrible de la discriminación racial. Además de las pinturas del horror que hace en sus escritos, Gordimer fue una activista contra el apartheid en Sudáfrica. Antes de cumplir 30 años ganó notoriedad como narradora con su libro de cuentos The Soft Voice of the Serpent (La voz suave de la serpiente), y su fama continuó creciendo con su novela The Lying Days (que ha sido publicada en español como Los días que mueren, y no como “Los días que yacen”). Hacia finales de la década de 1950, Gordiner era una escritora conocida internacionalmente. El Nobel le llegó a los 68 años (1991), y cuando en Sudáfrica comenzaba a considerar terminar con el apartheid. Yo era su fan; me encantaba leer sus libros, y siempre andaba tratando de averiguar si había publicado alguno nuevo. Sin embargo, y a pesar de ser su admirador, el Nobel me tomó de sorpresa; quizás porque ya me había acostumbrado a que solo hombres eran elegidos por la Academia Sueca. Me gustó en mi interior emotivo saber que Gordiner había ganado el Nobel.

Cabe señalar que Gordimer había nacido en una familia judía, aunque sus progenitores no eran religiosos y no la educaron dentro de la cultura de esa fe. Pero a pesar de que no fue educada como judía, hay críticos que señalan que su solidaridad con los africanos negros y otras minorías (como los homosexuales) estaba enraizada en su condición de pertenecer a un pueblo que por miles de años ha sido perseguido y acosado.

El próximo sábado continuaré conversando de otras escritoras que han sido premiadas con el Nobel de Literatura.

Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.

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