-Manuel Fernández-Molina / APUNTES DE AYER Y HOY–
Es interesante notar que apenas 14 mujeres han recibido el Premio Nobel de Literatura de entre los 109 que se han otorgado, es decir, apenas 12.8 %. Es una muestra más de la cultura patriarcal que tiene por sello invisibilizar o disminuir a las mujeres, y prueba innegable que la dictadura cultural fálica está vigente hasta en los países del norte de Europa, que usualmente son señalados como de «vanguardia» y de aperturismo político. El Premio lo administra la Fundación Nobel y lo otorga la Academia Sueca, a través de un comité de cinco personas. Desde luego, y como en todo lo humano, siempre hay discusión sobre la validez, o no, de la persona premiada.
Este sábado y los dos siguientes, conversaremos sobre las mujeres que han recibido el cotizado Premio. Si ponemos atención a las adjudicaciones de los Nobel de Literatura, notamos que hay décadas en las que ninguna mujer fue elegida. Efectivamente, en los períodos 1911-20, 1951-60 y 1961-70 ninguna escritora fue escogida para el Nobel; y hay, en cambio, decenios en los que varias han sido seleccionadas. Así, en la década de 1921-30 fueron escogidas dos, y entre 1991 y 2000 lo fueron tres, al igual que entre 2001 y 2010, decenio que también tuvo premiadas a tres mujeres.
¿Quiénes han sido las elegidas para el Nobel? La primera fue la novelista sueca Selma Lagerlof (1858-1940), quien obtuvo el Premio en 1909. Ella escribía sobre caballeros galantes que defendían a comunidades y a personas que enfrentaban algún peligro. El principal de estos atrevidos defensores de los débiles era un personaje llamado Gosta Berling. Era una novelista para el gran público, de prosa fácil, sin honduras psicológicas y sin complicaciones estructurales.
La segunda escritora que obtuvo el Nobel fue la novelista italiana Grazia Deledda (1871-1936), que fue galardonada en 1926. Ella presenta temas más ambiciosos y de paisaje social. Sus personajes se hallan calcados dentro del catolicismo tradicional, y en ellos puede leerse el conflicto y los sentimientos de culpa con que este tipo de religiosidad sella a los seres humanos. La Academia Sueca dijo que la había seleccionado «por sus escritos idealistas que con una claridad plástica única describen la vida en su isla natal y con profundidad y simpatía hacen frente a los problemas humanos en general». Deledda fue, en su momento, una escritora de temas audaces, y su elección para el Premio puede hacernos pensar en los intereses sociales y políticos de la Europa de aquel momento (los años 20), que presenciaba el experimento bolchevique en Rusia y el ascenso del fascismo en Italia.
La tercer escritora ganadora del Nobel fue la noruega Sigrid Undset (1882-1949), quien fue escogida en 1928, dos años después de la novelista italiana. Esta novelista era una creadora bastante diferente, pues Undset practicaba fundamentalmente la novela histórica, y de manera singular, la novela situada en la Edad Media de Noruega. Nació en una familia protestante, pero eligió convertirse al catolicismo en 1924, y siempre defendió los postulados de una moral tradicional. Fue interesante que la Academia Sueca eligiese para el premio a una artista que había abandonado el luteranismo (predominante y oficial en Suecia), a favor del catolicismo (visto como más conservador). La Academia dijo que la escogía «por sus poderosas descripciones de la vida en el norte durante la Edad Media». Una frase muy general, casi vacía. Frente a la escritora italiana galardonada dos años antes, el premio para Undset representó una defensa del conservadurismo.
La cuarta mujer en obtener el Nobel de Literatura fue la estadounidense Pearl S. Buck (1892-1973), quien fue seleccionada en 1938. Esta escritora pasó gran parte de su vida en China, a donde la llevaron sus padres que eran misioneros presbiterianos. China, con su cultura y sus dramas rurales, está presente en sus creaciones, que tienen siempre un tono antropológico. La Academia Sueca dijo que la había escogido «por sus descripciones ricas y verdaderamente épicas de la vida campesina en China y por sus obras maestras biográficas». Los académicos se referían a sus narraciones de la vida de campesinos chinos, no a estudios históricos de personajes. Su novela más conocida es La buena Tierra, que mereció el premio Pulitzer en 1930. Pearl S. Buck siempre apoyó a las comunidades menos favorecidas de Asia. En total escribió más de 80 libros y es una de las ganadoras del Nobel más famosas y populares. Fue la única mujer en obtener ese premio en los años 30.
Ocho años después, en 1945, fue elegida una poeta chilena, Gabriela Mistral (1889-1856). Fue la primera vez que un Premio Nobel fue adjudicado a alguien nacido en Hispanoamérica. La decisión de elegir a la chilena no fue simple, pues la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979) era una voz muy respetada y que contaba con muchos admiradores. De entre estas dos escritoras, la Academia Sueca escogió a la que representaba una mayor preocupación por temas sociales. La Segunda Guerra había terminado ese año (1945) y Gabriela Mistral reunía características que la hacían políticamente idónea para ese momento: era una activista a favor de los derechos de las minorías (especialmente de las minorías étnicas), pero no era una radical. Además de ser una poeta exquisita, era una persona que creía en la perfectibilidad del sistema político de Europa occidental. Era, pues, ideal para ese momento de victoria de los países democráticos sobre los totalitarios.
El próximo sábado continuaremos la conversación sobre las escritoras laureadas con el Nobel.
Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.
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