Apuntes de ayer y hoy

-Manuel Fernández-Molina / APUNTES DE AYER Y HOY

Hoy estoy conversando sobre José de Bustamante y Guerra (1759-1825), especialmente sobre su faceta (casi nunca mencionada en Guatemala) de naturalista y botánico. Este profesional de la armada española fue el mandamás en Centroamérica de 1811 a 1818, en su calidad de capitán general y presidente de la Real Audiencia, y a título de ese poder político se le menciona y se le estudia en Centroamérica.

Los siete años de su administración fueron conflictivos, pues unos años antes España había sufrido invasión por parte de Francia y esto había motivado brotes de rebeldía a todo lo largo y ancho del dilatado imperio. En Centroamérica, José de Bustamante y Guerra es reputado como el represor de intentonas independentistas, y se le adhieren los adjetivos de «cruel» y «despiadado», y muchas veces hasta se le llama «sanguinario». ¿Lo fue?

Empecé a interesarme en este personaje durante los años que trabajé en el Archivo General de Centro América, como investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de San Carlos; leí y estudié docenas y docenas de documentos en los que aparece el capitán general Bustamante y Guerra como uno de los personajes importantes, y fui cobrando conciencia de que este militar español había sido, sí, un funcionario de manu militari, tenaz y de celo incansable al defender el orden legal español, pero nunca leí nada que le hiciera merecedor del epíteto de cruel. Nada hay en el archivo que autorice describirlo con calificativos que estén en el orden de «sádico» o similares. Para nada. Pensé en escribir un artículo o hasta un pequeño libro sobre el tema de Bustamante y Guerra en Centroamérica; sin embargo, no lo hice. Afortunadamente, otro académico ya ha tratado el asunto de valorar a Bustamante y Guerra en Centroamérica; el historiador estadounidense Timothy Hawkins, quien escribió y publicó (en 2004) un estudio muy bien hecho: José de Bustamante and Central American Independence. Allí se pinta a Bustamante como lo que fue: un funcionario celoso de cumplir con su obligación de mantener el orden jurídico español. No fue cruel; no fue sádico. Fue eficiente.

Bustamante y Guerra era un marino profesional; desde los once años había estado en la armada española y fue ascendiendo y ascendiendo hasta llegar al rango de contralmirante. Antes de asumir el mando político y militar en Centroamérica, Bustamante había sido gobernador general de Montevideo (1797-1804), en donde llevó a cabo una efectiva protección de la navegación española a través del Río de la Plata, la que había estado poco atendida antes de su llegada.

Lo más interesante de la biografía de Bustamante es, aún, más atrás en el tiempo. En 1788 se asoció con otro marino interesado en botánica, como lo estaba él. Era Alessandro Malaspina, un italiano al servicio de España. Ellos le propusieron al Gobierno español una gran expedición científica al rededor del planeta, con el objetivo de hacer un mapeo mundial de especies de flora y de fauna. El gabinete español, jefeado por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, aceptó la idea y ordenó la construcción de dos corbetas de diseño especial, destinadas a este gran proyecto, la Atrevida y la Descubierta. Bustamante fue el capitán de la primera de ellas, y Malaspina comandó la Descubierta. La expedición estuvo bajo el mando de los dos, con igual rango o categoría.

Durante cinco años (1789-94), estos dos marinos y naturalistas recorrieron las costas del continente americano, hasta Alaska, llegaron a Oceanía, a las costas de China (en el área de Macao), a Filipinas, Australia y Nueva Zelanda. El plan original era circunnavegar el planeta, pero por haber surgido una guerra entre España y Francia, a la expedición se le ordenó regresar a España por la ruta que habían navegado, y volvieron en 1794. Al año siguiente Malaspina fue arrestado y juzgado por traición, y toda la documentación fue incautada por orden del poderoso Manuel Godoy. Incautada y ocultada. Así, un acerbo enorme de zoología y de botánica se mantuvo alejado del mundo, hasta que en 1885 (¡noventa años después!) se hizo público. Cuando los miles y miles de folios de Malaspina-Bustamante fueron conocidos, sus descubrimientos ya no lo eran, pues las especies que habían descubierto y por primera vez habían sido debidamente descritas, ya lo habían sido por otros; muchas de estas especies fueron descritas por vez primera por Alejandro von Humboldt (y los biólogos que con él iban), en sus viajes de 1799-1804 (diez años después que los de Malaspina-Bustamante).

En los siete años que estuvo en Guatemala, José de Bustamante y Guerra trató de mantenerse activo como naturista («biólogo» se diría hoy), y fue varias veces a la región al norte de San Mateo y San Pablo (Salamá y Rabinal, en Baja Verapaz), en donde recolectó especies de plantas. Inició o fundó, también, el primer «invernadero» que hubo en Guatemala. No hay registro de con cuales especies comenzó este reservorio. Tuvo, pues, poca suerte en la historiografía científica de la biología.

Manuel Fernández-Molina

Profesor retirado de Historia, interesado en la europea, especialmente española. Actualmente docente de Historia Global en el Colegio Humanístico Costarricense, campus Coto.

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