-Otto Ricardo Gaytán Silva / TEATRO GUATEMALTECO: SU HISTORIA–
Es necesario apuntar que cuando de obras teatrales se trata, es muy difícil hallarlas en La Antigua Guatemala. El acervo de obras extranjeras es muy pequeño, aún en las bibliotecas mejor surtidas. Obras de autores nacionales son casi inexistentes, porque se edita poco y, cuando se hace, el tiraje es realmente deplorable.
Tal situación es mucho peor si se piensa en teatro de la época colonial guatemalteca, al grado de que destacados autores han caído en la tentación de negar su existencia. [1]
Pero, veamos: los conquistadores que iniciaron en 1524 la ocupación del territorio de lo que hoy es Guatemala y que fundaron Santiago de Guatemala como su capital, provenían de España, que salía apenas de la Edad Media, pero que era un reino en apogeo, recién unificado bajo la hegemonía de Castilla y en el que había entusiasmo por las comedias y los «autos» [2], aún antes de que empezara el siglo XVI, como lo evidencia la publicación de libros con obras teatrales a fines del siglo XV. [3]
La evangelización se implementó como complemento de las acciones de guerra, con el objetivo de consolidar la posesión de los territorios invadidos mediante la sujeción moral de sus habitantes, convenciéndolos u obligándolos a aceptar una nueva fe. Los primeros evangelizadores eran letrados y estaban al tanto de los avances culturales de su época. Principalmente los frailes de la orden de Santo Domingo y los de la de San Francisco eran «gente de cátedra de Salamanca, Ávila, Valladolid, Alcalá y otras ciudades universitarias…» [4], lo que los llevaría a trasladar a los nuevos territorios los pocos o muchos conocimientos que sobre teatro hubieren adquirido, para facilitar la introducción del cristianismo.
Cuando los españoles trasladaron su capital, Santiago de Guatemala, al valle de Panchoy –viejo asiento de un lago entre los volcanes Hunapú (Agua), Chicaj (Fuego) y Cahí Abanah (Acatenango)-, oficialmente el 10 de marzo de 1543, el proceso de evangelización había iniciado… pero no había logrado sustituir las creencias religiosas de los conquistados. Tampoco durante los dos siglos y medio que siguieron, cuando se gobernó desde el lugar un territorio bastante amplio que iba desde Chiapas hasta Costa Rica. En realidad nunca lo logró, la conquista nunca fue completa.
Antes de 1524, el territorio hoy llamado Guatemala estaba habitado por varios pueblos en distintos grados de desarrollo cultural. Descendientes de los mayas en su mayoría, eran gobernados por reyes y sacerdotes que estaban en constantes conflictos bélicos, cada quien buscando su supremacía sobre los demás. Esos conflictos favorecieron el ingreso de los españoles que se aliaron con unos para combatir a otros.
La espiritualidad practicada por los habitantes originarios tenía expresiones artísticas de gran riqueza. Música, canto, baile, pintura, escultura, teatro… se cultivaron con profusión, aunque muy poco ha llegado hasta nuestros días. A pesar de la persecución inherente a la conquista y evangelización, muchos elementos de su arte dramático sobrevivieron, algunos con vestigios claros, otros diluidos en obras teatrales posteriores. Pero también se continuaron representando obras de origen anterior, libres de la influencia europea.
Chinchilla Aguilar indica:
Salvo el recuento de algunas menciones más o menos escandalosas, es poco lo que se sabe acerca del desarrollo del teatro en Guatemala durante la época colonial. Pero que éste existió se pone en evidencia, no sólo por las referencias a obras que fueron representadas por los españoles con diversos motivos, en festividades religiosas o de otra índole; sino porque los indios también solían representar escenificaciones, como el baile de la conquista, y conservaron el recuerdo de obras teatrales de la época prehispánica, como el Rabinal Achí. [5]
Precisamente, el Rabinal Achí, que aún se representa anualmente en Rabinal, Baja Verapaz, al norte de Guatemala, es el principal indicio de la existencia, antes de la invasión ibérica, de una tradición teatral avanzada. La autenticidad de su origen prehispánico ha sido constatada por diversos autores.
El texto, difundido en francés por el abate Brasseur de Bourbourg y traducido de ese idioma al español por el antigüeño Luis Cardoza y Aragón, fue tomado por Miguel Ángel Asturias como uno de los dos documentos base de su artículo Las posibilidades de un teatro americano. Reflexiona Asturias que «muchas obras más de este género existieron sin duda; mas fueron destruidas, si escritas, por los conquistadores, y si de tradición oral, se perdieron con la muerte de los que las sabían». [6]
Es pertinente apuntar que aparte del Rabinal Achí (Guerrero de Rabinal lo llama Asturias), sobrevivieron también otras manifestaciones teatrales en distintos puntos del país. Hacia 1980, Flavio Rojas Lima afirmó: «la cofradía es el lugar en que se organizan y se ensayan las danzas coreográficas más conocidas, entre las que figuran algunas de origen hispánico como el Baile de la Conquista y el de Moros y Cristianos, y otras de origen americano y precolombino como el Baile de la Culebra, el Palo Volador y los Ixtanes».[7] Bailes o danzas se ha denominado a espectáculos teatrales en un equívoco de muchos siglos.
A pesar de ello y a pesar, también, de que hubo imprenta desde 1660 [8] y que durante el siglo siguiente (XVIII) se abrieron otras, no se despertó nunca el entusiasmo por la literatura teatral, que forma el cuerpo principal de la historia del teatro.
Ante esta ausencia, es necesario atisbar en crónicas, relatos y narraciones diversas, aunque su tema principal sea otro, para descubrir algunas líneas, algunos pasajes del teatro durante la época colonial en La Antigua Guatemala, en aras de evidenciar elementos que puedan conectar con manifestaciones teatrales en la actualidad y explicarlas incluso.
En próximas entregas compartiré las referencias que he hallado sobre el arte dramático en los siglos XVI, XVII y XVIII.
[1] Ver: Latin America Theatre Review, Fall 1971.
[2] Los «autos» eran representaciones teatrales de índole religioso. Las «comedias» eran representaciones teatrales profanas.
[3] De 1499 data la primera edición de La Celestina (Tragicomedia de Calisto y Melilbea).
[4] Chinchilla Aguilar, Ernesto, “La vida moderna en Centroamérica”, Historia de Centroamérica III, Seminario de Integración Social Guatemalteca, publicación Nº 36, Tipografía Nacional, 2ª edición, Guatemala 1985, p. 40
[5] Chinchilla Aguilar, Ernesto, “La vida moderna en Centroamérica”, Historia de Centroamérica III, Seminario de Integración Social Guatemalteca, publicación Nº 36, Tipografía Nacional, 2ª edición, p. 351 Guatemala 1985.
[6] Asturias, Miguel Ángel, “Reflexiones”: las posibilidades de un teatro americano”, El Imparcial, Año Noveno, Número 3,808, Sábado 18 de junio de 1932, p- 3. El artículo fue incluido como anexo en el trabajo de tesis de la Lic. Nohemí Maldonado.
[7] Rojas Lima, Flavio, “La Cofradía, reducto cultural del indígena”, Seminario de Integración Social, Litografías modernas, p. 202, Guatemala, 1988. Se refiere a la cofradía de San Pedro en San Pedro Jocopilas, El Quiché.
[8] La primera imprenta la estableció José de Pineda Ibarra en 1660. Ya en el siglo XVIII había tres.
Otto Ricardo Gaytán Silva

La Antigua Guatemala 1960. Obrero de la imagen en movimiento y el sonido. Trabajador de la cultura interesado en descubrir huellas diluidas de la historia y su difusión.
2 Commentarios
Muy interesante cuando cita la reflexión de Asturias en Las posibilidades del teatro en América sobre el hecho de que sin duda habrían muchas obras teatrales semejantes al Rabinal Achí en el continente, pero que el proceso de conquista elimino tanto la tradición oral como sus registros escritos.
Un excelente artículo, muy bien redactado! La manera en que hace las referencias históricas es genial. …hasta aprende uno el nombre de los volcanes en idiomas mayas. Gracias!
Dejar un comentario