Otto Ricardo Gaytán Silva| Teatro / TEATRO GUATEMALTECO: SU HISTORIA
Teatro español y teatro con influencia indígena; teatro religioso y teatro profano; comedias, loas, autos. Durante el siglo XVII hubo actrices y actores foráneos de gira en Guatemala, en su capital Santiago (La Antigua Guatemala). Se sabe de libros de comedia que circularon y, sobre todo, hay información específica sobre dramaturgos locales.
Se representó una obra que describe Thomas Gage diciendo que los indios
también celebran con mucha devoción la Noche Buena o Navidad y las Pascuas que le siguen: para esto construyen antes en un rincón de la iglesia una cabaña pequeña cubierta de paja en forma de un establo, que ellos llaman Belén, con una estrella cuya cola llega hasta el lugar donde están los tres magos de Oriente. En este retablo ponen un pesebre con un niño de madera dentro, pintado y dorado representando Jesús recién nacido, a un lado de él la Virgen y San José del otro, completando el cuadro con un asno y un buey que también están a los lados. Arreglado de esta manera los que representan a los magos se ponen de rodillas delante del pesebre y ofrecen oro, mirra e inciensos: los pastores vienen también a ofrecer sus regalos, los unos un cabrito, un cordero o bien leche, y los otros queso, cuajada y frutas.
Y continúa: «se ven allí representados los campos con manadas de ovejas y cabras y alrededor de la casilla que representa el establo hay muchas figuras de ángeles con velos, laúdes y arpas en las manos, lo que atrae una infinidad de indios a la iglesia, cuyas representaciones les agradan mucho» [I].
Algunos investigadores [II] opinan que los párrafos recién citados describen un «nacimiento», parte de las tradiciones de Navidad. Quienes tal afirman, no toman en cuenta que, si se adjudica al santo hermano Pedro de San José Betancur la introducción a Guatemala del «belén» o «nacimiento», existe, cuando menos, un desfase histórico entre la época de la narración de Gage, 1625 a 37, y el arribo del hermano Pedro a La Antigua, 1651. Entonces: o no fue él quien introdujo tradición tan arraigada en La Antigua, o el relato de Gage trata de otra cosa.
No es difícil descubrir que en este texto no se describe un simple «nacimiento» tradicional, pues «los que representan» a los Reyes Magos se ponen de rodillas y ofrecen…», no dice «los Magos de rodillas ofreciendo…». Además, los pastores «vienen también» y hacen sus ofrendas. El autor está describiendo una acción, no una estampa navideña.
El niño Jesús es de madera, nos indica, seguramente como una necesidad de diferenciar a quienes representan a José y María que serían de carne y hueso. Cuando describe decorados y otros elementos se deduce que los campos y los ángeles están pintados pues a ellos se refiere como «figuras».
La representación es adjudicada a devotos indígenas, seguramente enseñados por frailes, pero que habrían incorporado elementos propios de su cultura. Se trata pues, de la representación teatral de un «nacimiento» en vivo. Cabe la anécdota de que piezas teatrales similares a la descrita se observaron en La Antigua… en pleno siglo XX… ¡y en el XXI! [III]
Francisco de Paula García Peláez, en Memorias para la Historia del Antiguo Reino de Guatemala, asienta que en 1621, para las fiestas de proclamación de Felipe IV, se ordenó: «que se haga en la plaza de esta ciudad un peñol de los indios, como se acostumbra; 4º. Que haya máscara y toros» [IV]. El mismo autor aclara más delante a propósito de la obra de que tratamos en artículo anterior, en el apartado referente al siglo XVI: «El peñol de los indios se llama después volcán» [V].
En 1627, con ocasión de la llegada a Guatemala del presidente Acuña, se deciden los siguientes festejos:
2º. El mismo día de lla entrada, desde la oración en adelante hasta las diez de la noche, se haga luminaria general, y una máscara con dos carros triunfales, bien adornados, y sobre uno se haga y represente un coloquio, y sobre el otro una música, y estos dos carros con la máscara por delante. (…) 3º. Acordóse, se haga otro día el volcán de la conquista, por ser antigualla de mucho gussto el vello, y há de salir gente de á caballo y la infantería que el señor presidente señalase, para que combatan al peñol, y este día así mismo ha de salir la máscara [VI].
Don Diego Félix de Carranza y Córdoba, cura de Jutiapa, escribió una relación de las fiestas que se hicieron con ocasión de la dedicación de catedral, iniciada en 1669 y estrenada en 1680. García Peláez recogió parte de su descripción: «Concluidas la fiestas de iglesia en el octavario, conforme al rito romano, más no satisfecho el afecto del vecindario, se dispusieron cuatro comedias y tres días de fiesta de plaza para la semana siguiente. Se puso el teatro para comedias en la lonja del costado de la iglesia; la real audiencia y ambos cabildos asistieron en un corredor, que tiene enfrente de este parage, la casa del capitán don Martín de Alvarado Guzmán y Villacreces, y toda la calle se hizo anfiteatro» [VII].
Pero en el siglo XVII también hubo otro tipo de teatro, profano o de asuntos mundanos, favorecido con la presencia de actrices y actores foráneos. Un suceso trágico salvó del olvido a un grupo que vino de México: a principios de 1640 estuvieron dos «comediantas»: Catalina, que se hacía llamar Cata, y Teresa. Se hacían acompañar de un «gracioso» o «bufón» llamado N. Navarro.
Dos hombres arribaron de México en busca de ambas mujeres, con quien tenían «mala amistad». Al encontrar a la hermosa Cata ya con pareja, quisieron vengarse de ella y el 13 de febrero mataron a don Ignacio de Guzmán, con quien estaba «amigada». Fueron apresados y ajusticiados mediante horca el 20 de marzo de 1640 [VIII].
Quien narra el acontecimiento, fray Antonio de Molina, agrega:
Lo que quiero contar, para que se asombren los que esto leyeren, y sepan qué cosa son mujeres mundanas, es que a la Cata la llevaron a la cárcel, y al tiempo de ajusticiar a estos dos hombres, ella salió a una ventana pequeña que cae a la plaza, tan sin dársele nada, que estaba leyendo un libro de comedias; y al tiempo de arrojar al uno de la escalera, lo que hizo fue volver la cara para verlo; no más; y luego volvió a leer en su libro; y habiendo ahorcado al segundo, volvió no más de a mirarlo; y continuó después su lección de su comedia; que éstas fueron las oraciones que rezó por dos hombres a quienes ella había puesto en la horca [IX].
Reveladora narración que documenta la existencia de libros de comedia en esa época, Traídos desde afuera sin duda, porque la imprenta no se introdujo sino hasta 1660.
Posteriormente, en 1676, el oidor Jerónimo de Vega escribe al rey para informarle sobre una actriz que tenía como enloquecidos a todos los personajes de la vida política de la época, «que en España era Margarita Gómez y aquí Margarita de Pereira», que en un convento (quizá el de Concepción) en que había dos celdas «en la una se hizo aposento y se dispuso estrado a la dicha, asistida de algunas mujeres de menos que buena nota». También representó en el Real Palacio de los Capitanes Generales, en la sala «en que se hace el Acuerdo» con presencia del presidente, oidores y hasta los provinciales de las religiones [X].
La obra fue una Loa a los años de mi señora doña Margarita Gómez Pereira la linda en que la protagonista debía salir «… vestida de india, con variedad de plumas de colores, las más que pudiera sacar, coronada de flores y en el brazo izquierdo el escudo de las armas Reales muy adornado, y con arco y flechas en la mano, y un espadín en la cinta, que nunca lo desenvaina» [XI].
La loa estuvo escrita en papel, según se desprende de lo escrito por Chinchilla Aguilar: «En el papel de la comedia a que se alude en el trozo anterior…» [XII] y cita lo del vestuario, que se apuntó antes. Lamentablemente no da a conocer el resto de la obra, no indica dónde podemos hallarla, ni se nos informa si el autor era local o si se trataba de una obra importada.
Hay datos que confirman la existencia de dramaturgos locales, pero de eso se tratará en el siguiente artículo.
[I] Gage, Tomas, Los Viajes de Tomás Gage en la Nueva España, Parte Tercera, Biblioteca de Cultura Popular «20 de Octubre», Volumen 7, Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala, 1967, pp. 118 y 119
[II] Luján y Ubico.
[III] Si bien no era con devotos indígenas, el grupo teatral Los Juglares efectuó una temporada navideña en el teatro de la Hermandad Obrera Católica de una obra en que actrices y actores solamente caminaban hasta su posición marcada. para formar el cuadro plástico de un «nacimiento» o «belén». Fue dirigida por Baudilio Andrade. En el siglo XXI, la Escuela Municipal de Teatro presentó algo parecido, aunque mucho más animado, y lo propio hizo un grupo de Jocotenango dirigido por Guillermo Gabriel.
[IV] García Peláez, Francisco de Paula, Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Guatemala, Tomo II, Establecimiento Tipográfico de L. Luna, Calle Santa Rosa, N. 4, Guatemala, 1852, p 254 (consultado por internet).
[V] Op. cit. p. 254.
[VI] Op. cit. p. 254
[VII] Op. cit. p. 244.
[VIII] Chinchilla Aguilar, Ernesto, «La vida moderna en Centroamérica», Seminario de Integración Guatemalteca, Publicación Nº 36, Tip. Nacional, 2ª edición, Guatemala, 1985, pp.351 y 352 (cita las memorias de fray Antonio de Molina)
[IX] Op. cit. p. 352
[X] Op. cit., pp.353 y 354.
[XI] Op. cit., pp. 354
[XII] Op cit. p. 354
Otto Ricardo Gaytán Silva

La Antigua Guatemala 1960. Obrero de la imagen en movimiento y el sonido. Trabajador de la cultura interesado en descubrir huellas diluidas de la historia y su difusión.
0 Commentarios
Dejar un comentario