América Latina debe sentir vergüenza

Nery R. Villatoro Robledo | Política y sociedad / HECHOS E IDEAS DE NUESTRO TIEMPO

La intentona golpista en Venezuela patrocinada y dirigida por Estados Unidos con el involucramiento directo del secretario de Estado, Mike Pompeo, de momento ha sufrido un fuerte revés tanto en el seno de la Organización de Estados Americanos, pese al servilismo de su secretario general, Luis Almagro, y de los países del Grupo de Lima (a excepción de Uruguay), como en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ya lo expresó con toda claridad el canciller venezolano: Estados Unidos no está detrás del golpe de Estado, está delante del golpe de Estado.

Gregorio Selzer, periodista e historiador argentino reconocido como un latinoamericanista que siempre estuvo comprometido con la libertad y la justicia, en alguna ocasión afirmó que la historia de Estados Unidos es la historia de las intervenciones. Junto a su familia, Selser se exilió en México en 1976 a raíz del golpe de Estado que, con el apoyo y patrocinio estadunidense, instaló la dictadura militar en su Argentina. Buena parte de su vastísima obra está dedicada a descubrir y evidenciar los hilos de la injerencia e intervenciones de aquel país en América Latina. Como ejemplo, sus libros El Guatemalazo. La primera guerra sucia (1961), Los marines: intervenciones norteamericanas en América Latina (1974), Cinco años de agresiones estadunidenses contra Centroamérica y el Caribe, 1979-1984 (1984) y Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina (publicado póstumamente en 2 tomos) muestran no solo su preocupación sino su férrea crítica y oposición al intervencionismo imperialista estadunidense a lo largo de la historia latinoamericana.

Quizás desde la década de los años 80 del siglo pasado cuando Estados Unidos entrenó, apoyó, dirigió y financió con narcodólares a la contra nicaragüense (recordar el caso Irán-contras), no ha habido un país que fuera tan fuertemente agredido y que tuviera que hacer frente a toda la maquinaria regional edificada para justificar injerencias e intervenciones de una forma tan desigual, como la Venezuela de nuestros días; desigual, pero al mismo tiempo con dignidad y valentía. Venezuela es hoy el escenario principal en donde la potencia del norte ensaya la eficacia de la guerra de cuarta generación, en la que las corporaciones de la información (medios de desinformación, como CNN) juegan un papel vital en la creación de imaginarios en la opinión pública nacional e internacional a manera de lograr apoyo al cambio de régimen o de gobierno que se busca.

En Brasil y Paraguay, Estados Unidos y las oligarquías locales lograron deponer a Dilma Rousseff y Fernando Lugo, respectivamente, mediante un golpe de Estado «institucional». Venezuela, en donde el Ejército ha sido clave en el proceso bolivariano, ha estado sometida a este tipo de guerra desde el triunfo de Chávez, enfrentando todo tipo de agresiones.

Se ha propalado información falsa sobre supuestas violaciones a los derechos humanos, corrupción, colusión con el narcotráfico; se han organizado y lanzado a la calle grupos de choque armados a la cabeza de manifestaciones «masivas» que supuestamente son reprimidas, o simplemente grupos de guarimberos fascistas armados y violentos; se ha promovido «sublevaciones» de grupos de militares, u organizado acciones terroristas como el bombardeo a edificios públicos y el atentado contra el presidente Maduro. Todo ello, con el apoyo de las grandes corporaciones de la «información», hasta crear un ambiente en el que los agresores e injerencistas se presentan como los salvadores.

A lo largo de dos décadas, Chávez y Maduro han sido el blanco de los ataques de Estados Unidos, que ha personificado en ellos una agresión que, en el fondo, es una agresión contra un proceso revolucionario que no es socialista, pero que ha logrado desconectar la economía venezolana y, sobre todo, los recursos y bienes naturales del país sudamericano del dominio y expolio de las grandes corporaciones transnacionales, especialmente estadunidenses, en el caso del petróleo y de las recién descubiertas reservas de oro y otros metales.

La «restauración» de la «democracia» en el país sudamericano no es otra cosa que instaurar un régimen dócil a los intereses estadunidenses y de la oligarquía venezolana, que vuelva a poner en las manos del capitalismo transnacional los recursos y bienes naturales, y en las de esa oligarquía la renta o ganancia, tal como fue hasta antes de la revolución bolivariana.

De manera que lo que está en juego en Venezuela es que siga ejerciendo su derecho a la libre autodeterminación, para decidir el modelo económico de acuerdo a los intereses de la población y el régimen político que lo garantice; o que el país retorne a la órbita de sometimiento y dominio del capital transnacional. Está en juego su independencia y soberanía, o su sojuzgamiento.

En el marco de esta agresión permanente, vergonzosamente muchos gobiernos latinoamericanos,, se han alineado a Estados Unidos. Desde los fascistas Bolsonaro de Brasil, Duque de Colombia y Macri de Argentina, hasta el ilegítimo presidente hondureño Juan Orlando Hernández y el dócil guatemalteco Jimmy Morales. Además de países europeos como España, Francia e Inglaterra que se han atrevido a emplazar a Maduro para que convoque a elecciones «libres». Pocos países latinoamericanos (Nicaragua, El Salvador, México, Bolivia, Uruguay y República Dominicana, quizás alguno más) han rechazado abiertamente la agresión e injerencia estadunidense.

El golpe de Estado de 2002 contra Chávez solo pudo sostenerse durante tres días, entre otras razones porque el Ejército fue leal al proceso bolivariano. El último intento de asonada golpista, al frente de la cual se ha puesto a un personaje de nombre Juan Guaidó, ha estado precedido de iracundos llamados que han hecho altos cargos del Gobierno estadunidense al Ejército venezolano a sublevarse contra el gobierno y presidente legítimos o de llamados a una invasión militar.

Es difícil saber cuál será el desenlace de esta agresión abierta contra Venezuela. De momento ha sufrido un fuerte revés. Lo que sí puede afirmarse es que continuará y que seguramente cada vez será más brutal, es la esencia del imperialismo, y que el gobierno y pueblo venezolanos seguirán luchando para derrotar la agresión y no se doblegarán. Una lucha que merece el apoyo y la solidaridad de los pueblos latinoamericanos que han de sentirse avergonzados de aquellos gobiernos alineados con Estados Unidos.

Nery R. Villatoro Robledo

Historiador, investigador social, analista político y columnista de prensa. Ejerce el periodismo de opinión desde hace 25 años. Es autor de estudios sobre la cuestión agraria, la tenencia y mecanismos de acceso a la tierra, y la seguridad alimentaria. Autor de varios ensayos políticos en revistas especializadas, y de más de mil artículos de opinión en varios medios de comunicación escrita.

Hechos e ideas de nuestro tiempo

Un Commentario

Jacobo Vargas-Foronda 31/01/2019

Estimado Nery, comparto lo expresado en tu oportuno, critico, articulo.
Me permito agregar otra obra del excelso escritor y periodista,Gregorio Selser, y recomiendo también la lectura de: SANDINO General de hombres libres. Managua, Primera edición, 2004, con primera reimpresión en abril de 2009.

En cuanto a la vergüenza que deben sentir los gobiernos de América Latina que se encuentran apoyando la injerencia e intervención del imperialismo yanqui contra la República Bolivariana de Venezuela, es tan asquerosa y repugnante. Guatemala no solo ha sido intervenida en lo militar, político y económico, 1954, sino que ademas a partir de esa nefasta criminal y cobarde acción, el país va en permanente retroceso y gobernado por las peores lacras con olor a estiércol, las cuales cuentan con el visto bueno y activa complicidad del mismo imperialismo yanqui.

Pero la MAYOR VERGONZOSA TRAGEDIA de gobiernos y pueblos de Nuestra América Latina y Caribeña, se va a dar si nos quedamos con los brazos cruzados sin hacer nada, cuando mucho viendo en la televisión, con es la costumbre televisiva de pasar como juegos pirotécnicos los invasores bombardeos.

En realidad el imperialismo nos esta empujando a toda la CONCIENCIA LATINOAMERICANA, INDÍGENA, AFRODESCENDIENTE Y MESTIZA, a que nos definamos: ¿Vamos a vivir con la frente en alto o de rodillas ante el imperio? ¡Una invasión ahora contra la República Bolivariana de Venezuela se va a convertir, nuevamente, en luz verde para invadir cualquier otro país de Nuestra América!

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