Alimentos de la muerte

Ernesto Guadalupe Pos Sacalxot | Política y sociedad / EL DIOS CAPITAL

¿Quién es el sujeto frente al objeto?, ¿hay objetos que se convierten partes de un sujeto?

Un ejemplo sencillo del filósofo e historiador Enrique Dussel: «el agua en un vaso es un objeto o una cosa material, al igual que un pan como objeto, al momento que se toma el pan como alimento se subsume, desaparece y se convierte en parte del ser humano». Recapitulando, cuando se toma el pan, se lleva a la boca, se masca y se traga, en ese momento el pan desaparece porque es subsumido por la persona, por lo tanto, el pan o la tortilla se convierten en parte y existencia de una persona, lo que estaba afuera, entra, y con el tiempo se trasforma en energía, vitalidad, sangre y vida. Por supuesto que hay desperdicio, eso es natural y es expulsado al exterior. Por eso, en la vida del pueblo maya, el maíz es sagrado porque ha sido el sustento milenario que cumple la misión de proporcionar vida, la tortilla o el agua se convierten en uno solo con el ser humano, tal como narra el Popol Wuj que los primeros hombres fueron hechos de maíz.

La subsunción no solamente es tomar algo, llevarlo a la boca y comérselo, lo que estaba afuera, entra en la dimensión de otra totalidad que cumple una función, como el agua y la tortilla que garantizan la existencia del ser humano de manera sustentable. Sin embargo, el alimento del mundo «moderno» tiene otra lógica que lleva al consumismo, porque sus productos comestibles tienen un efecto devastador en la vida de la persona, como la Coca Cola. Porque cuando este alimento es subsumido entra al cuerpo y adentro, no se convierte necesariamente en energía, mucho menos vitalidad, sangre y vida dentro de la persona, al contrario, ese producto entra al cuerpo de la persona para quitarle vida, carcome las células, tejidos, envenena la sangre, enferma los órganos de manera silenciosa y sistemática. La mayor parte del desperdicio de esos productos no son expulsados, sino que las partículas químicas se quedan dentro del cuerpo de por vida, carcomiendo células y llevando a cualquier persona directo al cáncer, diabetes, problemas renales, del hígado, corazón.

La existencia humana no ha dependido de la Coca Cola, Gallo, McDonald’s, Campero, Cheetos y otros productos alimenticios químicos, son inventos del mundo «moderno» cuyo propósito es vender y, de paso, llevan a otros sistemas de consumismo, porque cada minuto niños y adultos consumen por toneladas estos alimentos que no dan vida.

La intención de estas corporaciones que inventaron estos productos es hacer sentir bien a la persona que los consume para que vuelva a comprar en el menor tiempo, porque llevan consigo componentes químicos que acarrean la codependencia para garantizar la venta y con ello hacer dinero en el menor tiempo posible, poco importa si mueren cada día miles de personas de diabetes, cáncer y otras enfermedades.

Estos productos no proveen vida, la quitan y no importa que mueran las personas de hoy porque preparan escenarios para que el consumismo de alimentos continúe por generaciones, derrochando dinero para publicidad masiva.

¿Acaso no se observan que familias completas que no cuentan con vivienda, ubicadas en un rango de desnutrición, analfabetas, sin trabajo permanente y en pobreza son las que más consumen estos productos que no alimentan?

Las corporaciones se inventaron las comidas rápidas llenas de tintes y químicos, gaseosas y dulces, dañinos para la vida, sin embargo, lo que importa son las riquezas que generan, de tal manera que, aunque las personas se enfermen, se crean otros servicios y se inventan los seguros de salud. Todo es negocio, nada se pierde, aunque mueran millones de personas al año fruto de sus productos, se ingenian otros mecanismos que alivian el dolor, hasta llegar a los seguros funerarios, en una cadena interminable.

La Coca Cola vale más que la vida de miles de personas, los objetos valen más que una persona y la persona es considerada un simple objeto para el consumo. Sin embargo, el discurso del mundo «moderno» menciona que cada persona es libre de consumir lo que quiera, comerse una comida rápida o frijoles en casa, tomarse una gaseosa o atol, usar un teléfono o caminar para cumplir con sus ocupaciones. La persona es libre «dice el capitalista».

Lo que no dicen es que el sistema está diseñado para consumir y que funcione como tal. En las fábricas, oficinas y otros puestos de trabajo se exigen productos a los trabajadores, entre más producción más ganancia, el tiempo vale oro, por lo tanto, no hay tiempo para convivir en familia, gozar las comidas tranquilamente, lo que obliga a elegir comidas rápidas, de lo contrario la producción baja, entonces es un mal trabajador que la fábrica no necesita y es remplazado inmediatamente.


Fotografía por Guadalupe Pos.

Ernesto Guadalupe Pos Sacalxot

Licenciado en Psicología General y Msc. en Antropología Social por el Centro Universitario de Occidente de la USAC. Es fundador y director de la Asociación Escuela de la Calle, dedicada a la asistencia de niños y niñas de escasos recursos en el área de Quetzaltenango, principalmente niños trabajadores y abandonados en las calles, con el objeto de restablecer sus relaciones familiares y reincorporarlos en la sociedad con mejores oportunidades a través de la educación.

El dios capital

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