Algo envejeció mal con la llamada “Generación Zoé”

-José Gabriel Zarzosa / UN PENIQUE POR TUS PIENSOS

En 2012 circuló entre defensores y detractores un artículo de la Revista Proceso que bautizaba musicalmente a una generación en México. La generación Zoé de Juan Pablo Proal hacía referencia al grupo liderado por León Larregui, personaje que al margen de sus desfiguros públicos se ha mantenido en una posición privilegiada al ser punto de sutura entre los circuitos de música popular alternativa y la gran industria musical dominante. Para ponerlo en claro: es una banda que igual aparece en una estación de radio de corte alternativo, de esas en las que los locutores hablan raspando la voz, despacio y con un aire de intelectualidad, y aquellas en las que prevalece el grito desaforado de un locutor en éxtasis. El artículo hacía una crítica tanto a Zoé como a quienes los escuchaban, una generación que rehuye, según su autor, a la discusión de lo público y Zoé, una banda que no confronta.

Curiosamente, en el mismo año de su publicación, México vio nacer el movimiento 132, que logró colocar en el debate no solo un desencanto visceral del candidato del PRI que parecía que iba a ganar la elección, sino un posicionamiento crítico frente al papel que las televisoras (Televisa, en particular) jugaban en la frágil democracia mexicana. El mes de octubre de 2017, cinco años después de ello, supimos que Emilio Azcárraga Jean, heredero de la televisora, deja su papel como CEO de la misma en medio una estrepitosa caída de ratings y anunciantes. Entonces, esa generación que escuchaba Zoé, el grupo que prefirió cantar de Asteroides y la Vía Láctea en vez de confrontar los problemas del país, fue capaz, a través de sus manifestaciones y de sus consumos, de cambiar el escenario mediático en el curso de un sexenio.

A esa generación pertenecen también aquellos cuya participación en las labores de rescate en el terremoto que recientemente azotó la Ciudad de México brilló como nunca, desde la remoción de escombros hasta, por ejemplo, la chica que de una ilustración de su autoría, hizo y vendió estampillas cuyas ganancias fueron de casi medio millón de pesos, entregados íntegros a la reconstrucción del centro y sur del país.

También pertenecen a esa generación quienes, además del CNI (Comisión Nacional de Pueblos Indígenas), están imaginando una forma distinta de hacer política. Casa a casa, firma a firma, Kumamoto y los Wikis, bajo el grito “vamos a reemplazarles”, han logrado ir un paso más allá de la etiqueta de candidatos independientes que por estas fechas recaban firmas para aparecer en la boleta electoral el próximo verano. Son jóvenes, y políticos, y pensantes.

Algo no estuvo bien en el cálculo y diagnóstico de aquel autor y el tiempo ha dado argumentos sobrados para decir que las etiquetas, sea “Zoé” o “millenial” no terminan por describir las posibilidades de una generación que reniega de caracterizaciones fáciles y simplistas. Va el último ejemplo. Cobra Kai, un grupo de rock relativamente nuevo cuyos integrantes rondan los 30 años de edad estrenaron esta semana su primer álbum y video musical. “Nos están matando”, dice el título y canta el coro de uno de sus sencillos. En el video aparecen cifras de feminicidios y algunos hashtags, clave semántica de la generación, utilizados para denunciar el acoso sexual que día a día sufren miles de mujeres en México y otros lugares del mundo. ¿Generación Zoé? Algo envejeció mal en ello.

José Gabriel Zarzosa

Habitante del tercer planeta, oriundo del país llamado México, fundador de los «viernes de José José» en Suecia.

Un penique por tus piensos

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